La carrera por tener la vacuna del Coronavirus sigue su curso acelerado. Apenas la semana pasada publicamos una entrevista con Carolina Gómez, fundadora e investigadora del Centro de Pensamiento Medicamentos, Información y Poder, sobre en qué iba la pulla entre la OMS y las farmacéuticas por tener la vacuna y qué posición estaba tomando Colombia en ese tire y afloje. La conclusión entonces era que el panorama no pintaba bien: la OMS estaba en una situación compleja sometida en parte al poder de las farmacéuticas, y Colombia estaba haciendo acuerdos con farmacéuticas sin ser transparente con lo que estaba negociando.
Desde entonces, en el país han pasado varias cosas que han movido la conversación. Una de ellas fue la reiterada petición de unos 30 concejales de Bogotá a Claudia López de crear un fondo para comprar la vacuna para la ciudad. Más recientemente, los concejales le pidieron a la alcaldesa cerrar el hospital de Corferias y redestinar esos fondos a la compra de la vacuna. A su vez la alcaldesa anunció la destinación de 204 mil millones de pesos para la investigación local de tratamientos y vacunas.
Bogotá parece de nuevo liderar el pulso de la conversación sobre cómo responder a la crisis. Y el Gobierno Nacional, de nuevo, parece responder: el lunes pasado anunció que, contrario a lo que había dicho antes, sí consideraba la producción local de la vacuna. Mientras la discusión sigue, Cerosetenta habló con Claudia Vaca, directora del Centro de Pensamiento Medicamentos, Información y Poder de la Universidad Nacional, para saber si es posible que Bogotá compre la vacuna y cuál ha sido el efecto de esas discusiones.
Si no ha leído la entrevista pasada que publicamos con Carolina Gómez, le recomendamos hacerlo antes de seguir la lectura. Puede encontrarla aquí.
¿Puede Bogotá crear un fondo para comprar la vacuna solo para Bogotá?
Ahí hay una discusión gigante, que también compete a lo que está haciendo el Gobierno Nacional. No es tan sencillo decir que se va a disponer de recursos públicos por adelantado para comprar la vacuna sin tener claridad de cómo será la garantía al acceso o sin saber la seguridad y eficacia de la vacuna. Y por otro lado, la ley estatutaria de salud establece que con recursos públicos no se pueden pagar tecnologías o medicamentos que estén en fase de experimentación.
¿Es decir que ni el gobierno nacional tendría claridad de si puede disponer de recursos para comprar la vacuna? ¿No estaba esto ya en trámite?
Serían restricciones a nivel nacional, claro. Y eso es lo que la Organización Mundial de la Salud le pide a los países de ingreso medio alto como Colombia, la compra anticipada, que sería casi un capital de riesgo. En ese sentido hay dudas sobre la legalidad de esos fondos, pero hay posibilidades de interpretación diferentes. Algunos abogados interpretan que la pandemia es una excepcionalidad y que el gobierno estaría cubierto por las normas de la emergencia de salud pública. Otros dicen que no es un asunto legal resuelto porque la ley estatutaria es superior y no cubriría los decretos de emergencia. Es una discusión grande.
Esa es la razón por la que el Gobierno estableció una estrategia para construir una coalición del sector privado que pudiera ayudar a establecer ese capital de riesgo.
Los privados no tendrían las mismas restricciones, ¿verdad?
No se sabe muy bien porque el Gobierno ha sido demasiado cerrado en la información que hace pública y también ha estado fraccionado: no hay un documento público que diga cuál es la estrategia nacional para el acceso a vacunas. No hay nada de eso, todo ha sido a partir de declaraciones de prensa o de comunicados.
Pero lo que entendemos es que la coalición que hicieron con el sector privado es para hacer un fondo con el que se puedan hacer esos pagos anticipados que está exigiendo la Organización Mundial de la Salud en el mecanismo Covax.
¿Porque al ser fondos privados no se afiliarían a las leyes de recursos públicos?
Exacto, el riesgo no sería del sector público y los funcionarios no entrarían en investigación.
¿Es decir que para Bogotá aplica lo mismo? ¿No hay ninguna restricción especial que le impida a las ciudades comprar la vacuna?
No, no hay ninguna restricción. De hecho hay cierta autonomía.
Recordemos que el Distrito, por ejemplo, tuvo un plan de vacunación un poco más amplio que el nacional con el VPH o el Rotavirus. El distrito incorporó vacunas de última generación que no habían sido incluidas en el plan ampliado de inmunización nacional colombiano. Ahí hubo discusiones sobre las inequidades en esas aproximaciones, pero esos casos muestran que los territorios sí tienen cierta autonomía y capacidad de decisión.
¿Y eso ha pasado en algún lugar del mundo? ¿Que una ciudad quiera comprar la vacuna por su cuenta más allá del país?
No, nada. Si hablamos de Covax, que es la iniciativa multilateral solidaria que está impulsando la Organización Mundial de la Salud, eso no se puede. La OMS hace relaciones con los estados como gobiernos centrales, incluso cuando se trata de estados federales, no hace negociaciones con ciudades.
En el caso del Distrito lo que entiendo es que la apropiación de recursos pudiera ser para asegurar dosis en una negociación por fuera de Covax.
¿Es decir que la única posibilidad es que Bogotá negociara directamente con una farmacéutica?
Sí, con una farmacéutica. Pero hay unas declaraciones de Claudia López sobre la posibilidad de que ese fondo no se estableciera únicamente para la compra de las vacunas sino para invertir en el desarrollo de capacidades locales de producción, investigación o distribución de la vacuna. Lo que he entendido, y me pareció muy chévere, es que ella también está hablando de la posibilidad de desarrollar la vacuna con transferencia de tecnología. Es decir, que se establezca un mecanismo de producción y distribución local para que la traigan y la produzcan acá.
¿Y sí hay capacidades para hacerlo? Porque el gobierno había dicho que no.
Si hubiese alguien dispuesto a entregar la fórmula completa, negociarla y además dejar una infraestructura instalada, sería un gol muy grande.
Estas declaraciones parecen inscribirse en la tensión que se ha manejado entre Bogotá y el Gobierno Nacional en el manejo de la crisis desde el inicio de la pandemia. ¿Cómo ve esa tensión?
Pues siendo honesta, y es parte de un análisis de economía política, yo siento que Claudia López ha puesto un poco el ritmo en los temas más críticos de la pandemia o en los momentos más difíciles de toma de decisiones.
El Gobierno nacional hasta hace una semana había dicho, sin ningún diagnóstico formal, que Colombia no tenía ninguna capacidad para producir la vacuna. Ya había renunciado a la capacidad de transferencia de tecnología a producción local.
Pero estas discusiones desde el Concejo de Bogotá y Claudia López, independientemente de si lo hicieran vía compra directa con empresas o si lo hacen coordinado con el Gobierno, sí cambia el ritmo de la discusión nacional. Estas discusiones lo que hacen es poner el dedo en la llaga y decir “ey, tal vez pudiéramos considerar el hecho de crear capacidades locales”. Desde la economía política es una tensión que tiene un rol interesante.
¿Es decir que esas discusiones no se han tenido de manera coordinada? ¿No hay presencia de las ciudades en la toma de decisiones de lo que está haciendo el gobierno?
Yo hasta ahora no he oído de ninguna participación regional. Por ahora el Gobierno anunció en un comunicado del Ministerio que el comité de conversaciones está compuesto por las personas al frente de las entidades públicas nacionales, o sea Invima, Instituto Nacional de Salud, el secretario general del Ministerio de Salud, el director de epidemiología del Ministerio y el Ministro, presumo que el viceministro también. Pero en lo que han anunciado eso no tiene ninguna participación territorial.
¿Y debería haber esa participación territorial en esas instancias?
Pues a la luz de las declaraciones de Claudia López y de los concejales, obvio. Sobre todo teniendo en cuenta el músculo que tiene Bogotá.
Desde la perspectiva de salud pública, me parece que al margen de esas presiones lo que se debe discutir es que la distribución de dosis a nivel nacional debe estar coordinada de acuerdo a unas prioridades en salud pública. Claro, Bogotá va a estar siempre ahí por el peso que tiene en casos, pero sería desafortunado que no pueda haber una cosa coordinada. Ahí, por ejemplo, Claudia López ha sido muy clara en decir que va a priorizar población vulnerable, y acá eso va a ser una cosa dura porque los que tienen plata van a querer vacunarse primero y pues son esas personas con plata las que tienen menos riesgo.
A propósito del manejo confidencial que ha tenido el gobierno con la compra de la vacuna, ¿ha pasado algo nuevo? Sobre todo a la luz de la noticia que circuló en días pasados de que Colombia ya le había comprado 16 millones de pruebas a Pfizer, información que luego el gobierno negó.
Los acuerdos con AstraZeneca y con Pfizer siguen siendo conversaciones completamente confidenciales, en principio no se sabe ni el alcance en dosis, ni el alcance de los acuerdos, ni precios ni nada.
Pero cuando la noticia llegó a los medios de comunicación, La W lo hizo con un énfasis muy fuerte en los datos de Pfizer, parecía que había un impulso muy fuerte de la farmacéutica. Creo que la noticia del miércoles pasado de que ya se habían comprado 16 millones de dosis, y que el gobierno desmintió, es una estrategia mediática de Pfizer para hacerle presión al gobierno.
Creo que Pfizer está jugando a asegurar el mayor número de dosis posibles compradas anticipadamente, porque una vez haya más información sobre las vacunas posiblemente el gobierno tenga más opciones de compra. A medida que se tiene más información de los otros proyectos y Covax avanza en las negociaciones, ellos pierden terreno. Entonces lo que Pfizer quiere es amarrar por lo menos unas dosis y unos acuerdos.
Yo creo que, aunque no se puede determinar por la misma falta de transparencia, puede ser perfectamente que esa noticia sea una campaña mediática de la farmacéutica en la que esté jugando un poco La W.
¿Se podría decir que estas discusiones sobre la creación de un fondo en Bogotá sirven más a modo de presión para que el gobierno haga más públicas sus decisiones? ¿O incluso para que esas decisiones cambien?
Sí, yo siento eso. Bogotá ha cumplido un rol muy valioso en la política interna del país en pandemia, porque además tiene unos equipos técnicos muy robustos que dan ese debate. En ese sentido aportan en el debate frente a la actitud muy amarrada que ha tenido el gobierno.
Creo que incluso la presión del control político que se dio desde la academia, desde los medios y en un par de debates en el Congreso, sumado a las declaraciones de Claudia López, cambiaron de tercio las declaraciones del Ministerio de Salud. El Ministerio ya está diciendo que va a hacer un diagnóstico para incorporar eso como posibilidad de crear capacidades para producir vacunas, no sólo en la pandemia sino a futuro en otras emergencias.
Entonces ya está demostrado en varios temas que esas tensiones políticas y esos diálogos fuertes, técnicos y políticos ayudan a que el Gobierno le ponga otro ritmo a los temas y les dé otros enfoques y énfasis.
En la entrevista con Carolina Gómez el panorama de la compra de la vacuna se sentía bastante pesimista. A la luz de lo que ha pasado en los últimos días, ¿podría haber espacio para un poco más de optimismo?
Pues yo creo que sí, yo creo que en los últimos días ha mejorado.
Nosotros, por ejemplo, logramos que se moviera el control político en una declaración de la Cancillería con la que básicamente decían que eran intermediarios para las llamadas con los productores. Eso es como ser un conmutador, no una Cancillería. Necesitamos una estrategia, que quiere decir que se tenga una voz activa en la OMS, que se presione por la transparencia de los datos clínicos y de los precios para que eso ayude al gobierno a tener una capacidad de negociación más fuerte con las farmacéuticas.
Lo que pasó la semana pasada, en términos de control político, ayudó a develar las debilidades, y eso nos ayuda a presionar por una agenda más estructurada. En términos de producción logramos que el ministerio pusiera en su radar la posibilidad de producción local. Eso es una ganancia. Y creo que los medios, la academia y en general la ciudadanía está empezando a tener cierta alfabetización que va a permitir movilizar de alguna manera una plataforma de presión que en últimas le ayuda al ministerio a negociar.