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El capacitismo, esa discriminación o prejuicio contra las personas con discapacidad tan presente en nuestra sociedad, sigue excluyendo a mujeres y minorías incluso dentro de los mismos feminismos. Hablamos con la Corporación Polimorfas para reflexionar sobre las preguntas interseccionales que debemos estarnos haciendo para entender sus luchas.
La discapacidad incomoda, dice la sociedad capacitista. Incluso los propios feminismos, tan atentos a aquellas intersecciones con otras violencias que nos atraviesan, siguen siendo permeados por nociones hegemónicas sobre lxs cuerpxs y las capacidades de quienes los habitan. Muchas veces la accesibilidad y los ajustes razonables que deberían ser básicos en espacios y actividades para que puedan ser habitados por todxs quedan en un segundo plano cuando se trata de reunirnos, como las marchas y la movilización social. Entonces, ¿realmente estamos todxs?
Hoy, 8M, no celebramos. Nos levantamos contra el sistema capacitista ¿Por qué? Aquí no estamos todas, alzamos la voz por las que están institucionalizadas, encerradas, medicalizadas o interdictas por el Estado o sus familias. La discapacidad no es incapacidad.
Justicia social de autonomía con derechos para las mujeres con discapacidad.
¡Que caiga el patriarcado capacitista!
Estos son algunos de los enunciados de la Corporación Polimorfas a propósito de la movilización de este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Ellxs son un colectivo de mujeres con discapacidad y diversidad funcional, o mujeres “disca”, que luchan por la equidad y la justicia social para reivindicar la posibilidad de ser mujeres disidentes de la normatividad sin que eso les cueste la dignidad, los derechos y la propia vida. Cerosetenta habló con Sofía Buitrago, secretaría de la corporación Polimorfas, para entender sus propuestas y luchas y cómo se entienden con otros sectores del feminismo que salen este 8M a marchar por el reconocimiento de los derechos de las mujeres.
Puedes escuchar la entrevista aquí:
¿Cuáles son los feminismos con los que se identifica y le dan nombre a la lucha de la Corporación Polimorfas?
Sofía Buitrago: Gran parte del feminismo se ha volcado a tratar de lograr la equiparación de oportunidades y el reconocimiento pleno y efectivo de las mujeres en el día a día, no solo en la teoría sino en la práctica. Ahora, nosotras somos mujeres atravesadas por múltiples interseccionalidades, pero sobre todo una de ellas que realmente sí determina mucho de la forma de interactuar, de ver, de percibir, de comunicar, de sentir, que es la discapacidad. Dentro del feminismo mismo, pervive y está vigente el capacitismo como esa ideología que permanece oculta tras todas las prácticas sociales que infravalora a las personas: es una forma de exclusión a las mujeres con cuerpos que se salen de la norma, que tienen maneras de moverse, actuar, percibir y pensar en el mundo que no se ajustan a la normatividad social, política y económica. Y estas diferencias mentales, físicas, sensoriales y comunicativas suelen ser una gran barrera que además muestran lo mal que estamos en materia de derechos. Esas diferencias se vuelven el foco de discriminación que impide que tengamos acceso a los derechos. Una mujer con discapacidad tiene muchas más barreras, incluso entre las mismas mujeres, que le hacen el día a día y el trasegar en la vida mucho más complicado.
El feminismo que defiende la corporación es un feminismo disca anticapacitista, y yo le sumaría a esto, anticuerdista*. Porque por lo general cuando hablamos de discapacidad percibimos en el imaginario general de la sociedad que se asocia a las personas que necesitan apoyos de movilidad, de comunicación, pero olvidamos a quienes la historia ha relegado a la locura, a estar calladas e institucionalizadas.Defendemos un feminismo que sea atravesado por la posibilidad de que las mujeres nos reconozcamos diversas sin intentar la normalización de ello. La lucha reivindicatoria de las mujeres comenzó por querer mostrar que somos igual de capaces que los hombres, que somos tan inteligentes y podemos tomar decisiones tanto como ellos o como cualquier otra persona. Sin embargo, ¿qué pasa entonces con las mujeres que por diferencias intelectuales no pueden llenar esos parámetros exigidos? ¿Las dejamos por fuera del movimiento? ¿No luchamos por ellas? ¿El feminismo, entonces, solo reivindica las mujeres que caben en los parámetros de normalidad social establecidos?Y esta lucha empieza entre las mujeres mismas.
*El cuerdismo es la opresión y discriminación sobre una característica o condición mental de una persona.
¿Por qué es importante esa diferenciación que tú haces de este feminismo anticapacitista y anticuerdista? ¿Cuál es el poder de enunciarse de esta forma?
Sofía Buitrago: El lenguaje es una forma de interpretar y de narrar la realidad, con él damos el marco referencial para interpretar el mundo. El paradigma ha estado basado en algo que se ha llamado ideología de la normalidad: cómo diseñamos una sociedad, los edificios, los espacios, el sistema médico, todo bajo el criterio de un hombre normal, de una mujer normal. El criterio siempre ha sido totalmente capacitista, aniquilándole a ese otro que es distinto la posibilidad de existir.
Ahí comienza una lucha reivindicatoria. Muchas de las personas que estamos dentro de la misma población disca se reconocen abiertamente disca, sordas, locas, porque en cierto modo es una manera de reivindicar y no seguirle el acuerdo al sistema, sino decir “sí, soy loca” o “sí, soy sorda, y esto no tiene nada de malo”. Lo malo es la carga que le hemos puesto encima por la mirada capacitista: si la mirada no fuera capacitista o cuerdista, el ser diferente no tendría una connotación negativa. Que te dijeran loca no sería un insulto o algo que invalide tu posibilidad de decidir y de ejercer tus derechos.
Entonces, es importante comenzar a asumir y a salir del closet, incluso a poder identificarte libremente, sin temor al castigo, como mujeres disca, como mujeres ciegas, sordas o con discapacidad visual o con discapacidad psicosocial, como se quiera enunciar esa persona.
El cuerpo o lxs cuerpxs son centrales en los feminismos. Se habla del cuerpo como territorio y de que lo personal es político. ¿Cómo se entiende el cuerpo o lxs cuerpxs desde el feminismo anticapacitista y anticuerdista?
Sofía Buitrago: El cuerpo es el primer territorio sobre el cual tendríamos o deberíamos tener la posibilidad de decidir, también el primer territorio de disidencia.
Uno de los aspectos por los que la discapacidad sigue atravesada y que tiene que ver con el cuerpo es el modelo médico, donde se determina la vida y el diagnóstico, si hay o no una discapacidad. Y este modelo médico sigue creyendo que hay cuerpos y formas de funcionar que son normales y otras que no. En cierto modo también hay que reestructurar esas prácticas, pero para eso también nosotras mismas debemos percibirnos de manera distinta, reconocernos como mujeres sujetas derechos, independientemente de nuestra constitución biológica, fisiológica, química, neurobiológica.
Y este reconocimiento pleno ha faltado incluso dentro del mismo feminismo. Porque, claro, los espacios y la lucha feminista han reivindicado, pero ¿a quiénes? ¿A todas las mujeres? ¿O solo a unas mujeres que se adecuan a la hegemonía de lo que se supone que es ser mujer? Eso también es parte de la discusión de las mujeres trans: si el feminismo no es transfeminismo, no es feminismo. Si el feminismo no es anticapacitista, no es feminismo. Dejamos por fuera un resto de mujeres. Si el feminismo no es anticuerdista, entonces las que están en la Clínica de la Paz no tienen derechos y así son tratadas. Y entonces nos damos la libertad las mismas mujeres de decidir sobre los cuerpos de esas mujeres locas, chuecas, que se salen de la norma. Para ellas sí esterilización forzada. Para ella sí interdicción, porque la loca o esta que no escucha no puede decidir, ¿ella sí pierde la autonomía?
Las marchas del 8M que se convocan a nivel global y nacional deberían incluir a todxs, pero muchas veces las mujeres disca no pueden estar ahí. ¿Qué le está faltando al feminismo para que de verdad estemos todxs?
Sofía Buitrago: Lo primero es el reconocimiento de que eres disca, pero mujer también. Una categoría no excluye a otra. Es decir, que la persona, la mujer que tiene discapacidad, que es sorda, que tiene discapacidad visual, que es autista, no por eso no debe ser reconocida en una lucha de todas las mujeres.Dime quién levanta la voz por mujeres que están en las clínicas psiquiátricas, internas por su familia, medicadas, drogadas, amarradas todo el día, siendo abusadas sexualmente, físicamente, funcionalmente, sin poder tener acceso a sus derechos.
Yo creo que es ahí donde falta ese reconocimiento: ver que la accesibilidad no es un accesorio. No es un favor. No se trata de decir: las marchas van a ser por aquí, no importa que haya huecos, que no haya rampas y que haya un desorden sensorial horrible. No importa, igual las empujamos. ¡No! Si la lucha es reivindicatoria de derechos se tiene que propender por el goce efectivo de la autonomía. Nadie quiere simple y llanamente ser empujada, que te traten como un objeto y que te pongan en un sitio u otro para “incluirte”, sino que puedas, en pleno ejercicio de tu autonomía y tu dignidad, ser tú quien se moviliza por espacios y calles accesibles. Si vamos a hablar de que la lucha es para todas, la accesibilidad no es una opción. Cuando el acceso se ve como optativo está resultando en una violencia simbólica, física, que termina dejando por fuera, incluso dentro del mismo feminismo, a las mismas que históricamente han estado por fuera.
Y quitarnos la voz también es una forma de violencia dentro del feminismo mismo: que no hable por la loca una que no sea loca, que no hable por la sorda una que no sea sorda. Porque gran parte de la legitimidad de la lucha es poder reconocernos en esas vivencias diversas.
Uno de los pilares del feminismo es el cuidado. El cuidado propio, el cuidado de lxs otrxs y el cuidado como el centro de la vida. ¿Cómo se entiende el cuidado desde el feminismo anticapacitista y anticuerdista?
Sofía Buitrago: El cuidado es un tema bien bonito, pero que se ha visto de una manera muy vertical: hay alguien que a veces ni siquiera es sujeto sino objeto de cuidado, y hay otro que cuida. Esa verticalidad del cuidado implica muchas veces tomar decisiones por la otra persona: cómo te vistes, a qué hora vas a comer, lo que comes, qué te gusta y qué no te gusta, todo lo decide quien cuida.
La idea es revertir estas prácticas de cuidado por unas prácticas horizontales donde todas tenemos como aportar a la otra. Es decir, que yo tenga una discapacidad no significa que no pueda cuidar a otra mujer, porque eso sería una visión paternalista y una visión capacitista del cuidado y de quien cuida, que remite el poder cuidar a quien habita un cuerpo normal. Cuando el cuidado es horizontal pasa entre pares, en igualdad de condiciones, aunque en la diversidad debe ser un cuidado de reconocimiento a la otra en su fragilidad. La fragilidad que todas tenemos y que algunas tenemos en aspectos mucho más marcados que otras no debe ser una ventaja para aprovecharse desde la verticalidad. Desde el cuidado horizontal, más que guiar, es acompañar hombro a hombro, como pares.
Creo que finalmente es cuestión de erradicar estas visiones verticales de relaciones de poder, porque donde hay una relación vertical hay una relación de opresión, hay una relación de poder.
¿Cómo será la participación de la Corporación Polimorfas este 8M?
Sofía Buitrago: El 8M es una fecha conmemorativa importante a nivel histórico, político, social, cultural. Sin embargo, la corporación durante todo el año está desarrollando webinarios, talleres y actividades de capacitación. Ahorita está la Escuela de Formación Política Hellen Keller para Mujeres Disca. El 8M en específico vamos a estar con campaña virtual, con frases que intentamos que sean cortas, pero que pongan sobre la mesa temas que tienen que ver con violencias que nos han atravesado, violencias capacitistas, cuerdistas, machistas, a unas y a todas.