En memoria de Jane Goodall (1934-2025)

Elogio de una científica que abrió el campo de la primatología.

por

Andres Link

Profesor del departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de los Andes


10.10.2025

Jane Goodall. Fotografía por Johanna Lohr. Creative Commons.

“Hola, soy Jane”. 

Esta es la frase con la que la Dra. Jane Goodall solía iniciar muchas de sus conferencias tras tomar el micrófono y hacer una vocalización típica de los chimpancés que aludía a un saludo a las miles –sino millones– de personas que han atendido sus presentaciones. En los 300 días del año en que viajaba por el mundo llevando un mensaje de esperanza para la vida silvestre y para la humanidad, los auditorios y escuelas de diversas zonas del planeta se llenaban de una emoción indescriptible al oír las historias de Jane y sus consejos sobre educación, paz y esperanza para enfrentar los desafíos del mundo en que vivimos. 

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Gracias al trabajo en equipo entre Rodrigo Bernal y su compañera, Gloria Galeano, las palmas pasaron de ser una de las familias menos conocidas de la botánica en América, a una de las mejor descritas. Gran parte de lo que sabemos hoy por hoy sobre géneros y especies de palmas se lo debemos a esta dupla brillante de exploradores del reino vegetal. Entrevista.

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La historia de Jane es muy inspiradora. Desde niña tuvo una gran fascinación por los animales y siempre contaba algunas de las historias que vivió en su infancia mirando insectos, espiando gallinas y otras con su perro a quien agradecía por enseñarle tantas cosas sobre los animales, pero también sobre nosotros los humanos. También desde niña, Jane leía las historias sobre Tarzán y esto fue generando en ella la ilusión de conocer África. Finalmente, a sus 26 años se cumplió su sueño cuando tuvo la oportunidad de visitar una amiga en el continente africano y donde conoció a Louis Leakey –un renombrado paleontólogo– quien no dudó en apoyarla para ir a conocer las selvas de Gombe en Tanzania. Allí vivió por muchos años e inició el primer estudio a largo plazo sobre el comportamiento de los chimpancés, que, junto a los bonobos, son los parientes más cercanos de nosotros los humanos. Este estudio – que continúa aún hoy en día– ha transformado la manera en cómo entendemos a nuestros parientes más cercanos y cómo definimos a nuestra propia especie. Los estudios de Jane mostraron que los chimpancés no solo usan herramientas, sino que también que las pueden fabricar, lo que hasta ese entonces se asumía era una destreza única de los humanos. Así mismo, estos estudios han permitido ver cómo son las sociedades de los chimpancés, cómo son sus relaciones sociales y entender un sinnúmero de similitudes y diferencias con nuestro propio comportamiento.

En 1961, Jane Goodall – con el apoyo del Dr. Leakey–  recibió el apoyo de la National Geographic Society quien financió su primer estudio sobre chimpancés en estado silvestre. Viajó en compañía de su madre. Unos años después el reconocido fotógrafo Hugo van Lawick fue enviado a Gombe para documentar –en fotografía y video– el estudio de Jane y la vida secreta de los chimpancés. Gracias a esta colaboración existe un registro fascinante del difícil proceso que tuvo Jane para habituar a su presencia a los chimpancés, y empezar el estudio que nos ayudaría a conocer gran parte de su comportamiento. Una de las fotos más icónicas de su experiencia en Gombe es aquella en donde está en frente de un pequeño chimpancé, a quien ella nombró “Flint”, y en donde pareciera que él ha empezado a ganar su confianza… y tal vez viceversa. 

Todos los chimpancés tenían un nombre  y de hecho una personalidad única. Entre ellos estaba “Frodo” un macho que subió rápidamente en la jerarquía del grupo y se convirtió en el macho Alpha por muchos años gracias a su fuerza y alianzas con otros miembros del grupo. Frodo vivió casi 40 años, fue el macho dominante por muchos años y también sufrió de una enfermedad que lo hizo aislarse del grupo y retornar años después para finalmente morir en 2014, probablemente en estas luchas de poder que se presentan entre los machos de los grupos de chimpancés. 

Durante muchos años Jane se concentró en aprender —y dar a conocer al mundo– sobre la vida de los chimpancés. Sin embargo, al experimentar de cerca la rápida degradación de los bosques en Gombe y reconocer las crecientes amenazas sobre las poblaciones silvestres de chimpancés, Goodall entendió que la única manera de salvarlos sería pasando de ser una primatóloga a convertirse en una de las activistas más carismáticas y dedicadas que hayan existido. En este proceso, Goodall fundó un instituto de conservación dedicado a la conservación de los chimpancés – The Jane Goodall Institute – y una organización llamada “Roots and Shoots” que ha llegado a más de 100 países y empoderado a miles de líderes locales, niños y niñas, y en general a millones de personas que ven en su legado una oportunidad para contribuir al bienestar de nuestro planeta y de nosotros mismos. A ella le debemos esa visión en que cada persona interesada en el estudio de la vida silvestre hoy en día debe actuar como un activista de la conservación para poder seguir conociendo más sobre el mundo natural y permitiendo que las demás especies sigan compartiendo el planeta con nosotros los humanos. 

Goodall es conocida por ser Embajadora de Paz de las Naciones Unidas y probablemente una de las personas más influyentes en política pública en pro de la conservación de la biodiversidad. Sus presentaciones han sido escuchadas en la Asamblea General de las Naciones Unidas, así como en cientos de colegios y escuelas rurales en casi todo el mundo. En Colombia, tuvimos la oportunidad de recibir a Jane en tres oportunidades en Bogotá y Medellín en donde nos compartió sus experiencias en Gombe y entre muchas anécdotas hizo una hermosa analogía comparando el apoyo de su madre para cumplir sus sueños con el apoyo de las madres chimpancés a sus crías que en muchos casos les permiten llegar a lugares privilegiados en sus grupos sociales. En sus libros, en sus charlas y en las conversaciones que algunos tuvimos la suerte de tener personalmente con Jane, su mensaje siempre fue el de la esperanza y su misión fue el de empoderar a todas las personas a hacer un cambio, así sea pequeño, que en conjunto nos permita cambiar tendencias ambientales, políticas y económicas y que fortalezcan en las acciones que hacemos día a día nuestra propia sensibilidad hacia el planeta en que vivimos.

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Andres Link

Profesor del departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de los Andes


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