Los mitos que rodean el estudio del cerebro son tantos que dieron para dos entradas. Bien podrían llenar un blog entero. Luis Fernando Cárdenas explicó que el libre albedrío es una ilusión. En esta ocasión, aborda un mito sobre la alimentación. “Algo muy comúnmente escuchado, sobre lo cual se ha establecido casi que una religión, es que el vegetarianismo es benéfico para el cerebro”, dice y añade que algo similar ha sucedido con la idea de que los alimentos crudos son mejores para la salud. Ni el vegetarianismo ni los alimentos crudos son más saludables per se.
Afirmarlo, explica cárdenas, es desconocer que dos de los grandes hitos de la historia evolutiva de la especie humana. Uno fue el acceso a mayores cantidades de proteína a través de la carne. Otro fue haber aprendido a cocinar, en especial carbohidratos complejos como legumbres, tubérculos, maíz y cereales. “Eso fue lo que marcó en últimas la diferencia de los que se volvieron homínidos y los que no”.
Esa separación de la que habla Cárdenas se dio hace siete millones de años cuando se dividió la línea evolutiva que los ancenstros de los seres humanos compartían con los chimpancés. En un principio estos nuevos animales tenían una dieta alta en fibra y alimentos crudos. Millones de años pasaron antes de que comenzaran a comer carne y cocinar. El resultado del cambio de la dieta fue un crecimiento sin precedentes del cerebro con relación al tamaño corporal.
Según Cárdenas, renunciar a los alimentos crudos sería volver a la dieta del homo hábilis, un ser de escasos 150 centímetros de estatura y ni asomo de las habilidades de habla y razonamiento del homo sapiens. “Si te alimentas eminentemente de vegetales vas a tener una necesidad mayor de proteínas y aminoácidos. Si son crudos vas a necesitar más tiempo comiendo y digiriendo porque la cocción funciona como una especie de pre digestión”. La saliva tiene amilasa, una enzima que convierte los carbohidratos en glucosa, el combustible del cuerpo. Esa enzima no funciona en carbohidratos crudos.
El otro problema con el vegetarianismo es el triptófano, un aminoácido que abunda en los alimentos altos en proteínas. Los vegetarianos puede suplir la necesidad a través de garbanzos, cereales, nueces y otros alimentos, eso si no renuncian a los procesos de cocción necesarios para procesarlos. El que se vaya por una dieta vegana y cruda puede enfrentarse a problemas serios con el funcionamiento de su cerebro; el triptofano es necesario para la producción de serotonina, el neurotransmisor que regula en el cerebro el estado de ánimo, el apetito y el sueño.
De hecho, estudios científicos han encontrado una correlación entre las dietas vegetarianas y trastornos mentales como la depresión y la ansiedad. Los hallazgos parecen indicar que una dieta tradicional que incluye vegetales, frutas, proteína animal y cereales se asocia a probabilidades menores de presentar estos desórdenes del estado de ánimo. Para Cárdenas hay dos conclusiones. La primera es que no se debe renunciar a la cocción de los alimentos. La segunda es que el vegetarianismo es viable con una dieta cuidadosamente diseñada que incluya suplementos. Recomienda, en fin, que el homo sapiens piense bien la manera en que alimenta su cerebro.