Su nombre es Julián de la Chica y es un manizalita nacido en 1983. En su blog se lo describe como un rebelde, un genio. “En las esferas musicales se le conoce como ‘El Vagabundo del piano’”, afirma su perfil, en donde aparece en una foto con gafas Ray-Ban, una mochila arhuaca cruzada en el pecho y un pareo. Él y sus managers, Diana Camacho y Diana Pedroni, afirman que su talento es el de un virtuoso del instrumento. En su página oficial se anuncia el lanzamiento de su nuevo trabajo llamado IRREVERENCE para finales de este mes; en su perfil de Facebook la gente lo llama maestro y le piden información de su próximo concierto. “¡Tú sabes que yo te adoro!”, le dice una de sus admiradoras, “¡para mi tus manos las tocó Dios!”.
Sin embargo la carrera y la fortuna del jóven pianista se ha construido, en parte, subiendo por peldaños hechos de mentiras, verdades a medias y una auto-promoción engañosa. Entre las mentiras que hasta ahora otros se han encargado de poner en evidencia están las de falsos recitales para los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, un desmentido grado del Conservatorio Tchaiktovsky, en Moscú, y supuestos estudios musicales en Viena. De la Chica asegura haber ofrecido conciertos en la Casa Blanca para Bill Clinton y en el Salitre, en Bogotá, ante unos 40 mil espectadores que nadie recuerda haber visto. Gracias a estas mentiras logró verdades: tocó para el ex presidente colombiano Cesar Gaviria y el ex presidente de Costa Rica Oscar Arias, entre otros personajes de monta.
De la Chica, montado sobre su fama entre genuina e inventada, se fue a vivir a Miami y encontró allá patrocinio y promoción de la cantante Esther Porto. En Colombia, dice De la Chica, no había suficiente apoyo para artistas como él, decía que sentía “la cachetada que te da la gente que trata de manipular el mundo del arte y de los medios que se enfocan en las cosas banales”. Allá en Miami, y lejos del sentimiento de “injusticia y soledad” que sentía en Colombia, logró también entrar al círculo de otros artistas como el cantante español Alejandro Sanz.
Pero en marzo de 2007, la imaginada historia de De la Chica sufrió un traspié. La revista Semana publicó un nota que se llamó ‘El loco del piano’ en la que aseguraba que este Manizalita de barba mal afeitada y lentes de contacto azules era el mejor pianista de Colombia. Al leer la nota, Sergei Sichkov -músico ruso radicado en Colombia y quien sí estudió en el Tchaiktovsky de Moscú- envío una carta a Semana en la que enumeró uno a uno todos los engaños y mentiras que había dicho en la entrevista y afirmó que “a través de una muy hábil jefe de prensa, el señor De la Chica ha validado su carrera, más por los artículos de prensa que ha logrado hacer publicar, que por su real trayectoria como pianista.”
Sichkov, junto al crítico musical Jorge Marín, arrinconaron al vagabundo del piano. Con cartas del instituto musical ruso, demostraron la ficción creada por De la Chica. Marín lo bautizó como el ‘Juan Carlos Guzmán de la música colombiana’, en referencia al estafador de misma nacionalidad cuyas hazañas, imposturas y engaños han sido famosas mundialmente.
De la Chica se vió obligado a confesar sus mentiras a Esther Porto. Ella le hizo saber de la farsa al cantante Alejandro Sanz, quien lo dejaba entrar a su casa y tocar su piano todo el día. En Colombia se le cerraron todas las puertas.
Pero no bastaron las carta ni las revelaciones para parar el montaje. Una de sus últimas mentiras fue decir que tocó en la posesión de la Presidenta Laura Chinchilla en Costa Rica en mayo de 2010, lo cual resultó falso. A través de Fiorella Miranda, la asistente del Ministro de Cultura Manuel Obregón de dicho país, se supo que él solo fue como invitado; pero no ofreció ninguna presentación.
En el momento vive en Nueva York y ha logrado tocar –esto sí es real- en el evento Rally for Kids organizado por la actriz Eva Longoria, el cumpleaños 80 de Don Shula –reconocido entrenador de los Miami Dolphins-, en el evento Believe organizado por Juan Pablo Montoya en la misma ciudad, y –según nos afirmó Diana Pedroni- para un evento de Toyota también en Miami. A su vez, ganó el patrocinio de la marca de Pianos Baldwin, que lo postula en su página web como uno de sus artistas.
Y cuando no miente tampoco dice la verdad. En una entrevista de agosto de 2011 en el periódico Zocalo Saltillo, evadió la pregunta y no negó haber tocado para Juan Pablo II. Respecto a esto, consultamos a su Manager en Miami, Diana Pedroni, quien expresó que en Colombia “su potencial fue desperdiciado”, que las críticas contra él son mezquinas, que su artista toca el piano de manera espectacular y que más allá de que él haya mentido en otros momentos, ella está con él por su talento y que los espectáculos conseguidos últimamente se han obtenido por su desenvolvimiento musical y no por su fantasiosa hoja de vida. Algo muy parecido respondió Diana Camacho a la W en 2009.
Cuando tratamos de hablar con De la Chica, Pedroni nos afirmó que no sabía en qué lugar de Nueva York estaba y que no habían hablado hace algún tiempo. Dijo que para darnos su número debía primero comunicárselo a él, y dijo (como ya lo había hecho antes para evadir la entrevista de la W) que Julián de la Chica no responde a críticas.
*David Tarazona es estudiante de Ciencia Política en la Universidad de los Andes y está realizando la Opción en periodismo del CEPER