Las elecciones de 2018 están en un contexto de agresiones al partido político de la FARC, asesinatos de líderes, desconocimiento de la propuestas y fake news. Felipe Botero, codirector de Congreso Visible analiza los principales temas para discutir antes de ir a las urnas.
El trimestre que viene será intenso. Serán tres meses discutiendo casi siempre sobre lo mismo, ya sea en redes sociales o en la mesa familiar, y bajo un bombardeo inclemente de propaganda. Una coyuntura electoral enmarcada, otra vez, en la paz y la violencia. Desde el acuerdo en trance con las FARC hasta el asesinato de líderes sociales (solo este año ya van al menos siete), pasando por la corrupción: la de antes, la más reciente, la de siempre. Pero algo sí cambió: será la primera campaña sin armas del lado de la otrora guerrilla de las FARC.
Volverán viejos conocidos de la política colombiana: la apatía ciudadana, el clientelismo, la campaña sucia, la financiación indebida de candidatos. Y habrá que lidiar con problemas relativamente nuevos, como la información falsa en redes sociales y los ataques físicos y virtuales a candidatos, simpatizantes y críticos.
Desde los Andes...
Recomendamos pasar por el sitio web de Congreso Visible, una iniciativa del Departamento de Ciencia política y la Facultas de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes.
Felipe Botero, profesor asociado del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes y codirector del proyecto Congreso Visible, cuenta cómo ve el panorama de cara a las elecciones legislativas del 11 de marzo y las presidenciales del 27 de mayo, y explica siete temas para tomar en cuenta en esta época electoral.
1. Más allá del conflicto y el acuerdo con las FARC
“El único tema es el conflicto, es el tema que polariza y, además, esa polarización es útil y es funcional a los partidos que pueden utilizar esa división para sacar réditos electorales, pero además de eso no hay nada. No hay una discusión, por ejemplo, como: ‘¿Queremos más programas como ‘Ser pilo paga’ o queremos fortalecer la educación pública?’. Ese es un debate muy interesante y no hay ninguna discusión al respecto. Sobre salud pública: tenemos una crisis del régimen subsidiado, de la forma en que está estructurada la salud y nadie opina. Sobre el aspecto tributario no hay discusión. No hay ningún partido que uno diga: ‘Ah ese partido quiere eso, distinto del conflicto’. Ese tema se chupó todo, se chupó la agenda de la política, todo quedó subsumido dentro del tema del conflicto y es alimentado todo el tiempo por el Centro Democrático y el uribismo porque ve que eso es una estrategia muy exitosa electoralmente. Como se demostró en el plebiscito, por ejemplo, si uno le da información sesgada a las personas sobre un tema que les preocupa mucho, pero un tema del cual no entienden mucho, los motiva a votar de la forma que uno quiere. Todas las elecciones tienen un elemento importante de manipulación electoral y cada partido presenta su visión del mundo que es una visión del mundo ajustada a la ideología que mueve el partido, pero aquí ya es una manipulación muy utilitaria y todo queda reducido al conflicto y no hay ningún otro tema que resalte y que registre en las cabezas de las personas.
Colombia está lejos de ser un país perfecto, hay unos problemas reales que la política tradicional no ha atendido. En este país estamos tratando de hacer reformas agrarias desde los treinta y nunca se ha hecho. Este es un país donde hay una gran concentración de la tierra, por ejemplo, donde hay unos pocos, unas élites regionales y nacionales que son propietarias de enormes cantidades de tierras y hay una gran cantidad de gente que no tiene tierra. Hay problemas de igualdad, no solamente socioeconómica, sino también política. Hay personas que no tienen cómo expresar su voz y lo estamos viendo con la masacre de los líderes sociales. Entonces, por un lado negociamos con las FARC, pero por otro lado seguimos utilizando las técnicas de guerra sucia que hemos utilizado en este país para lidiar con la oposición y la disidencia. Y al que dice cosas que no nos gustan, lo matamos. Eso también hay que entender, que hay gente que está excluida y que es importante tener voces distintas en la arena política, que es importante que en el Senado estén sentados las diversas visiones del país y no solo la visión de la élite tradicional”.
La gente aquí no dice: ‘Yo soy de izquierda o yo soy de derecha’ porque tiene una carga valorativa y unas connotaciones negativas fuertes
2. Ser de izquierda o de derecha
“Hay una utilización y una tergiversación de la posición ideológica porque ayuda a polarizar y ayuda a ganar cierto tipo de votantes, pero creo que la posición ideológica puede ayudarle a los votantes a una discusión en términos de: ‘estas son políticas de derecha, estas son políticas de izquierda’. Podría contribuir a que las personas entendieran un poco mejor qué es cada cosa y cómo los afecta cada cosa, y explicar por qué una decisión, no sólo en términos de izquierda y derecha, sino también en qué está motivada y razonada. Por ejemplo, Sergio Farjardo, salió a decir en estos días que va a aumentar la edad de pensión. Esa es una política que se acerca más a las ideas de derecha que a las ideas de izquierda que buscan construir un Estado de bienestar, un Estado que proteja más al ciudadano, pero creo que si se explica y se justifica que dada la estructura poblacional y la capacidad de recaudo de ingresos, no tenemos alternativa, (el sistema) no es viable.
Creo que las personas saben bien qué tipo de políticas les va a dar el Centro Democrático, es como el único partido donde eso pasa aunque solamente en temas del conflicto, porque en temas sociales no es muy claro. Hay unos miembros del partido que son sumamente conservadores y se oponen al matrimonio homosexual, al aborto y a los derechos de las mujeres, pero hay otros mismos miembros del Centro Democrático que están de acuerdo con esos temas. Hay algunos temas que uno tiene claridad de dónde están ellos, creo que eso es lo que es útil. Si uno entiende: ‘Si voto por ese partido, entonces esto es lo que voy a obtener’. Sería útil para los votantes que los partidos se presentaran y tomaran posición. Está bien que uno diga: ‘yo soy de derecha o yo soy de izquierda’ y saber que esos no son términos ofensivos o groserías, que es como se considera hoy en día. La gente aquí no dice: ‘Yo soy de izquierda o yo soy de derecha’ porque tiene una carga valorativa y unas connotaciones negativas fuertes”.
3. El rechazo a la campaña electoral de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC)
“Francamente me preocupa. Hay una gran animadversión por las FARC y hay muy poca intención y muy poca capacidad de comprender lo que significa un proceso de paz y existen unas expectativas muy raras de lo que significaba ese proceso de paz. Las FARC fueron un actor armado ilegal por muchos años. Para la gente es muy difícil entender realmente cómo meter en la misma ecuación reclamos políticos y el uso de la violencia. Es normal y natural que a la gente le parezca raro que haya unos reclamos políticos y unos aspectos ideológicos sobre temas que no funcionan en este país, como el tema de tierras, el tema de igualdad, como el tema de darle voz a un sector importante de la población. Es difícil para las personas entender que la validez de que eso no se pierda en el que secuestren gente, que asesinen personas inocentes, que asesinen soldados, que atenten la infraestructura. No sé dónde falló en el proceso de paz entender que había unos reclamos legítimos y que el proceso lo que estaba haciendo era darle la posibilidad a las FARC de que cambiara el discurso, cambiara el método, de que pudiera tramitar esos reclamos, que son legítimos, frente a problemas que son reales en este país, y los tramitara a través de la arena democrática.
Desde la visión más radical de la extrema [derecha] se cree que hasta que no muriera el último hombre o mujer de las FARC no se acababa el conflicto, pero había otra parte que decía: ‘que se desmovilicen ya, se entreguen y ya’. Hay una expectativa de que con la desmovilización y el proceso (de paz) desbarataban a las FARC como organización guerrillera y se quedaban sentados cruzados de brazos, que no iban a hacer política. Es como si la gente no entendiera que en una negociación hay concesiones y hay concesiones que son difíciles”.
4. Asesinato de líderes sociales y episodios de violencia en campaña
“Es un tema muy delicado, es un tema que no se puede desestimar tan fácilmente como lo ha hecho el gobierno y algunos sectores de la opinión pública y decir que no hay nada sistemático en el asesinato de los líderes sociales. Eso es desconocer el problema y la gravedad del mismo. Pienso que a una escala de violencia como la que vivimos en los noventas no vamos a llegar. Por supuesto hay temas de orden público, hay temas de amenazas muy concretas que desafortunadamente se materializan y que se traducen en asesinatos de candidatos y líderes. Que el target de esos asesinatos y esas amenazas es un grupo del espectro ideológico específico, eso es un problema. Que sea la izquierda la que sea la víctima es sumamente problemático. Para la izquierda, para las FARC y para los partidos que surjan del acuerdo, va a ser muy difícil hacer campaña, ya está siendo difícil hacer campaña porque ya los están asesinando y eso es sumamente grave y preocupante. Es posible que se vuelva a repetir una historia como la de la Unión Patriótica, no me parece que no pueda estar dentro de la gama de posibilidades, pero hay otro sector del espectro ideológico que sí puede hacer campaña más tranquilamente. De eso se trata, de victimizar o afectar a un cierto grupo poblacional y eso reforzaría la lógica que teníamos antes del conflicto sobre lo que significa ser de izquierda, sobre cómo lidiamos con la izquierda distinto de tenerlos en el Congreso discutiendo”.
5. ¿Qué esperar de la campaña?
“Tengo muy pocas expectativas sobre lo que esta campaña puede ofrecer al país. A pesar de que están en el marco del acuerdo con las FARC no creo que haya espacios claros para que haya una participación mucho más diversa. Creo van a ganar los mismos. Tengo pocas expectativas sobre cómo estas elecciones pueden cambiar el escenario político y cuando digo los mismos me refiero a que la política en este país se ha ido afincando en una relación muy perversa entre políticos y empresarios. Tenemos un tema muy profundo y muy complejo de financiación de campañas. Tenemos una financiación mixta de las campañas, unos topes de gasto en las campañas que son irrisorios y que es vox populi que las campañas se gastan múltiples veces el tope. La única forma de financiar esas campañas es con acuerdos con el sector privado, pero el sector privado obviamente quiere algo a cambio de esa financiación y lo que quiere a cambio son contratos para tener acceso a recursos del Estado. También el político tiene un interés para tener acceso a esos recursos, quedarse con una parte y poder luego retribuirle a sus financiadores con contratos. Es lo que pasó con Odebrecht y que no ha cambiado y que no va a cambiar y Odebrecht es sólo uno de los casos, probablemente el más emblemático y probablemente en una escala más grande, pero eso mismo se reproduce a otras escalas y yo creo que eso va a seguir ocurriendo.
Además, no hay representación de los intereses ciudadanos porque la fórmula es que esos recursos que se canalizan a las campañas se traducen en votos y es con clientelismo, con compra de votos. Los grandes varones electorales compran votos. La fórmula de ganar las elecciones en este país es comprar votos. Es muy difícil, son muy poquitos los candidatos que ganan con lo que llamamos voto de opinión, que es lo que quisiéramos tener, que la persona votara de acuerdo a lo que piensa y con su evaluación de los candidatos y cuál cree que puede hacer un mejor papel en términos de ideas, proyectos y programas políticos”.
A la gente le fascina decir que ‘todos los políticos son corruptos’, pero nadie hace la asociación de que la corrupción de los políticos es el resultado de las decisiones que ellos mismos toman con respecto a quiénes son esos políticos
6. Entender lo que significa ser ciudadano
“Hay como un gran desencanto, hay como un sentimiento de derrota frente a la política, pero también hay una aceptación poco crítica, yo creo que no entendemos lo que significa ser ciudadano. Mucha gente no se pregunta qué significa. A la gente le fascina decir que ‘todos los políticos son corruptos’, pero nadie hace la asociación de que la corrupción de los políticos es el resultado de las decisiones que ellos mismos toman con respecto a quiénes son esos políticos, porque los políticos no llegan allá gratis, sino que llegan a través de la validación popular, a través del voto. Entonces, una cosa es el desencanto, el desentendimiento, y la otra también es que a pesar de ser un país de ingreso medio, un país que se quiere presentar como un país que ya casi está alcanzando las puertas del desarrollo, etc., es un país que tiene unos problemas enormes de abandono estatal, de servicios básicos, en educación, salud, infraestructura básica, estamos atrasadísimos, y el contacto que tienen las personas con lo público, con algo estatal, muchas veces es el político que les ofrece 50 ó 100 mil, por su voto.
Varias cosas podrían ayudar a cambiar eso, pero son demasiado quijotestas y demasiado abstractas, pero se me ocurre que hay un tema de pedagogía cívica que no hay. Está el tema de la reivindicación de la política. Nadie se quiere meter en política, nadie siente orgullo por pertenecer a un partido político, la cotidianidad de la gente con la política es que es sucia, que es inútil, porque la gente busca a los políticos para que resuelvan los problemas y los problemas siguen ahí, no les resuelve ningún problema, pero eso es un tema de oferta y de demanda. La oferta es mala, pero la demanda también hace que sea así. Hay una posición muy acrítica frente a lo que significa la política”.
7. La información en medios y redes sociales
“Se hace campaña con mecanismos tradicionales para tratar de difundir mensajes, como ir a la plaza pública. Pero creo que están tomando mucho más fuerza las redes sociales que cualquier otro mecanismo, por su inmediatez, por su capacidad de llegar a lugares remotos del país y eso presenta retos también porque la información de las redes sociales es una información mucho menos filtrada y mucho menos clara para las personas sobre cuál es la calidad del mensaje que están recibiendo. Entonces, las cadenas de Whatsapp, las publicaciones en Facebook, pueden ser de gente reputada y datos comprobados o puede ser simplemente humo o mensajes malintencionados.
Y el problema con los medios es que se ha hecho cada vez más evidente, pero esa es una tendencia global, que responden a unos intereses económicos específicos. Entonces está la prensa liberal y la prensa conservadora: The New York Times y Fox. En Colombia es qué grupo económico está detrás. Cuando uno lee los titulares tiene que leer en clave de cuál es el interés del grupo económico que está detrás de esa información porque las salas editoriales de los medios ya no son discusiones entre periodistas y profesionales con distintas opiniones, sino que hay una línea que viene dictada por el que les paga el sueldo. Y eso también afecta mucho la calidad de la información que pueden ofrecer y creo que eso ha pasado durante mucho tiempo, pero se ha agudizado últimamente. Lo que es más claro ahora es que para los ciudadanos cada vez es más evidente que el mensaje tiene un ‘subtexto’. Hoy en día creo que la gente desconfía más de la neutralidad de los medios y como desconfía de la neutralidad de los medios entonces es posible que se vuelque hacia las redes sociales para encontrar información ahí y caiga tan fácil en información poco veraz. Creo que hay como una desconfianza hacia los medios y la gente ya no utiliza el medio como su fuente principal de información como hace un par de décadas”.