La primera vez que en Colombia se habló de una primera dama fue durante la presidencia de Alfonso López Pumarejo cuando, en 1934, su esposa María Michelsen ocupó este cargo. Desde entonces, la figura de la primera dama en Colombia se ha parecido más a la de una reina de belleza o la de una presentación en sociedad de damas de abolengo, que a una gestión revolucionaria como la que tuvo Eva Perón en la Argentina de la década de los cuarenta. Al analizar la figura de la primera dama en Colombia podemos darnos cuenta de lo extremadamente conservadora que es nuestra política electoral y cómo los sesgos de género operan ante la imagen de la mujer abnegada que debe ejercer trabajos de caridad.
¿Existe alguna manera de que las mujeres en Colombia participen en política electoral diferente al de los vínculos familiares o sexo afectivos? ¿Por qué en Colombia existen tantos delfines? ¿Es la figura de la primera dama algo que debe ser mandado a recoger o existe alguna manera de renovar esa institución caduca? ¿Por qué las personas que hacen marketing político confunden feminizar la política con tomar fotos tipo credencial de Giordano?