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Visita a la ‘zona roja’ de la COP16 (y apuntes sobre periodismo ambiental)

«Siloé es la ‘zona roja’ de la COP: hemos puesto la sangre y el amor por la vida»: vecinos del barrio popular en Cali, ciudad que aloja la COP16.

por

Omar Rincón


28.10.2024

foto: SALURBAL-clima

Esta entrada hace parte de “Impresiones vivas. Diario de la COP16 en Cali”, nuestra bitácora de la dieciseisava cumbre de biodiversidad. Si quiere leer otras entradas, haga clic aquí

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Las políticas y acuerdos se construyen herméticamente en la zona azul, allí poderosos y aislados de la sociedad construyen lo que se convertirá en norma y deseo. Se podrían haber quedado en Qatar o Nueva York.

La sociedad de los otros, la gente que cree en que todo puede ser, las comunidades ancestrales, los saberes afros y toda la diversidad se queja y propone en la zona verde, donde todos vamos, caminamos, reímos y lloramos.

Y como dicen los de Siloé, ellos, los territorios del abajo, aunque geográficamente nos miran desde arriba, ellos son la zona roja porque ponen la sangre y el amor por la vida en ejercicio cotidiano.

Escuchar, habitar, practicar los territorios fue lo que aprendimos nosotros los aprendices de Salurbal-clima y POLIS.

Antes de seguir, unos apuntes sobre el periodismo ambiental

El periodismo consiste en contar historias de lo real, puede usar las técnicas de la ficción, pero para decir realidad. La realidad de estos días es la diversidad ambiental. La noticia es la COP 16 en Cali, la ciudad más gozosa del mundo.

El periodismo de los medios grandes en radio, teve y prensa han parado esta semana su fascinación y celebración de la muerte, la violencia y las peleas políticas, y se han dedicado a contarnos que somos bellos en mares, paisajes, sabores, especies, culturas. Toda una semana de descontaminación emocional, de respiro mental, de salud simbólica, de vida sabrosa y buen vivir. Y todo gracias a Cali y la COP 16.

Bueno hay algunos innombrables que siguen hablando de los odios, las muertes, sus riñas míseras: su contaminación mental y pobreza de aire no les permite practicar la vida.

Menos mal hay otro periodismo, el ambiental. Y es muy exitoso. Produce muchas buenas historias, excelentes textos, videos, multimedias, podcast. Este periodismo nos cuenta los dolores de la naturaleza, el cinismo de los dueños del mundo, la destrucción en nombre del capitalismo: todo por el billete, hasta dejar de respirar.

¿Cuál es el debate con el acceso a los recursos genéticos en la COP16?

Este es uno de los temas centrales de la COP16: la distribución equitativa de beneficios sobre recursos genéticos. Sin embargo, otros expertos cuestionan que no se hable de la capacidad de ponerle precio a la biodiversidad y al conocimiento ancestral. Aquí le explicamos de qué va la discusión.

Click acá para ver

El periodismo ambiental parte de una muy buena emoción: estamos indignados. ¡Paren de matar a la vida, la naturaleza, los espíritus, la decencia!

Pero los periodistas ambientales poco logran en impacto: los villanos sean nuestros ricos del azúcar o la minería, o los medios, los gobiernos y políticos de todas las tendencias, los empresarios de excell y acciones de bolsa… NO ponen cuidado. No hacen caso. Es más, se burlan desde sus autos, drogas y derroches.

El periodismo ambiental es muy bueno, pero se queda en el gueto (nosotros los que nos creemos sensibilizados, aunque hagamos nada). El periodismo ambiental poco moviliza, transforma, hace otro mundo posible.

El periodismo ambiental fracasa no solo porque los cínicos amantes del capitalismo no le dan bola sino porque siguen siendo discurso, conceptos y lenguaje de élite.  Se olvida de usar el lenguaje de la gente, de entender a la gente y su contexto, se queda en la denuncia y en las soluciones de academia sin realidad. Satanizan las prácticas de los pobres, se convierten en arrogante conciencia moral del de abajo.

El periodismo ambiental si quiere salir de su castillo de despilfarro y prepotencia onegenera inútil debería partir desde abajo, habitar los territorios buscando no solo las miserias, encontrando las historias que hacen sentido a la gente, celebrando que estamos mejor, solo que solo vemos lo que fracasa. Estamos mejor en la conciencia ambiental, la gente hace prácticas de soberanía alimentaria, los modos ancestrales de las mujeres y comunidades para inspirar vida, las fiestas y goces comunes que nos hacen felices desde la cultura, las músicas, los amores, la vida.

La COP desde Siloé

Por eso fuimos con un grupo de 20 periodistas al barrio Siloé, barrio bravo en la lucha por la dignidad, que lleva ese nombre por las aguas que lo bendicen desde las montañas y lo sanan ante los modos como los de bien les temen y odian. La idea era ir, ver y escuchar como es en ese barrio “de miedo”. Queríamos producir futuros posibles, pasar de la distopía a la vida. Y todo basado en la contracultura de la gente.

Para llegar pasamos por la Comuna 3, la mayoría de estrato 3, 30% afro, 20% jóvenes, con un promedio de satisfacción con la vida de solo 8,2 (medido en una escala de 0 a 10, donde 10 representa la máxima satisfacción). Todo esto según CaliBRANDO la encuesta que realiza POLIS-Icesi año a año sobre Cali. Luego, vino la Comuna 9, cuya realidad es parecida a la 3, pero más recrudecida por su baja cobertura en movilidad, espacio público y área ambiental. En la comuna 19 subimos de estrato y mejoró el verde, pero no la satisfacción con la vida. ¡Qué vaina! No estamos contentos, la vida es dura en las ciudades.

Llegamos a Siloé. Fuimos a la estrella, esa que se creó para celebrar que este barrio es el pesebre de Cali. No hubo miedo. Si mucho arte, color, grafiti, diversidad sonora. Huerta casera donde para cosechar se hace trueque, se deja semilla y se puede llevar lo cultivado. Sistema de tejados para que la tierra nunca tenga sed y sobreviva bella. Dolor de muertes y persecuciones sanados con obras colectivos. Y algarabía de la radio y la televisión comunitaria. En Siloé la vida habita en colores, sabores y goces colectivos.

Allí, David Gómez, vecino de Siloé, nos dijo que «Todas las comunidades populares viven alegres a pesar de las circunstancias. Siloé no es como lo pintan.

«¿Siloé es más diverso culturalmente que Aguablanca?».

«No. Somos comunidades que tenemos los mismos problemas, pero son contextos diferentes. Este es un territorio construido por las mismas manos del campesino». El Estado aquí no ha metido absolutamente nada».

Los periodistas-turistas encontraron historias que revelan los desafíos y realidades de Cali, sonrieron, sintieron la realidad de otro modo al contar cómo la comunidad de Siloé contribuye a nuestra transformación como sociedad.

Les preguntamos, qué esperaban de nosotros, SALURBAL-clima, POLIS, Universidades, Periodistas, Medios… y dijeron: ¡Nada! Solo vengan, practiquen el nosotros, sonrían y cuéntelo.

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