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[545 menos] Las formas de la violencia contra personas LGBT

Entre 2014 y 2018, 545 personas LGBT fueron asesinadas en Colombia. El prejuicio es uno de los grandes detonantes de este tipo de violencia. Así asesinan a los sexualmente diversos en el país.

por

Tania Tapia Jáuregui


26.02.2020

Ilustración: David Angulo
Simple Red Infographic by Cerosetenta

La información a continuación fue obtenida de tres documentos de la organización Colombia Diversa: el informe Comparativo de homicidios de personas LGBT en Colombia 2014-2018, el informe Violencia contra personas LGBT en 2018 y la iniciativa Celeste, una plataforma que le pone rostro y voz a las personas LGBT asesinadas en Colombia.

Hombres gays

El 3 de junio de 2017, el hermano de Giovanni Ascione llegó a su apartamento con un cerrajero. Hacía días que no tenía noticias de él. Giovanni no contestó la puerta ni el celular y su hermano tuvo que abrir la puerta a la fuerza. Dentro del apartamento en el exclusivo barrio El Peñón, al occidente de Cali, Giovanni estaba muerto con 25 puñaladas en su cuerpo. Tenía heridas en los brazos que indicaban que se había resistido al ataque. Según la investigación sobre el caso, Giovanni habría sido asesinado el 30 de abril. Sus atacantes se robaron tres millones de pesos que guardaba en una caja fuerte.

Giovanni Ascione es hijo del excónsul de Italia Umberto Ascione y de María Cecilia Calero. Tenía 54 años cuando fue asesinado. Era médico cirujano de la Universidad Militar Nueva Granada de Bogotá, y en su carrera tuvo puestos como jefe del Departamento de Cirugía del Hospital San Juan de Dios de Cali, coordinador del Servicio de Cirugía de la Fundación Hospital San José de Buga y profesor de la Universidad del Valle. Antes de morir había terminado una maestría en Educación y desarrollo humano en la Universidad de San Buenaventura —donde lo reconocieron con el grado de excelencia—. Le gustaba la buena cocina, la ópera y la literatura clásica.

Giovanni fue uno de los 234 hombres gais asesinados en el país entre 2014 y 2018, el grupo del que se registraron más asesinatos de personas de la población LGBT. Su homicidio muestra cómo se ejerce la violencia contra los hombres gais: personas adultas, cuya edad promedio son 42 años. Hay, incluso, casos de hombres gais de 80 años asesinados. 

La mayoría, como en el caso de Giovanni, son asesinados dentro de sus casas (50,3%). Mientras que para los hombres no gais asesinados en Colombia solo el 11,4% son asesinados en sus viviendas.

“El prejuicio hace que muchos hombres gais se sientan inseguros de conocer otros hombres en cualquier lugar público. Eso hace que los hombres gais sintamos que solo nos podemos relacionar con otros hombres gais en la clandestinidad”, dice Gustavo Pérez, investigador de Colombia Diversa y una de las personas que se encarga de hacer seguimiento a los casos de violencia y asesinatos a personas LGBT. Según él, esa situación lleva a muchos hombres gais, por ejemplo, a usar aplicaciones como Grindr donde a menudo no se dan mucha información personal y a organizar citas en el espacio privado o en lugares apartados donde, paradójicamente, aunque se puedan sentir más seguros, corren más riesgos de ser víctimas de la violencia.

El investigador asegura que también tienen información de homicidios a hombres gais en sitios enmontados como el Cerro volador en Medellín o a las orillas del río Guatapurí en Valledupar.

El mismo prejuicio es lo que lleva a que factores como la edad avanzada o el mayor acceso a educación, que usualmente reducen los riesgos de ser víctima de violencia en Colombia, no tengan el mismo efecto para personas de la población LGBT, y esto es especialmente cierto para los hombres gais: de las personas LGBT asesinadas entre 2014 y 2018 que habían tenido acceso a educación superior, como Giovanni, el 79,4% eran hombres gais. 

Mujeres lesbianas

Marly Gómez tenía 23 años, Shirley Lozada tenía 25. Las dos vivían en La Plata, Huila, y eran dueñas de una bodega que distribuía plásticos y desechables en la zona. Eran pareja. La última vez que las vieron fue el martes 29 de noviembre de 2016, cuando salieron juntas en una camioneta hacia el corregimiento de Belén donde iban a recoger mercancía. Sus cuerpos fueron encontrados el día siguiente en Puracé, Cauca, por el hermano de una de ellas que no había podido ponerse en contacto con su hermana y salió a buscarla. Marly y Shirley estaban sin vida en el borde de la carretera, desnudas. Cada una con dos tiros de revólver en la cabeza.

La hipótesis sobre su asesinato es que varios hombres, probablemente actores armados desconocidos, las habrían interceptado en el camino y las llevaron hasta el departamento del Cauca donde las desnudaron y asesinaron.

Marly y Shirley fueron dos de las 32 mujeres lesbianas asesinadas que se registraron entre 2014 y 2018. Según Gustavo Pérez, de Colombia Diversa, las mujeres lesbianas a menudo son identificadas como tal cuando están en pareja. Por tanto, explica el investigador, es más común que sean agredidas y asesinadas cuando están juntas. “De forma general, las expresiones de género de las mujeres se aceptan mejor, independientemente de cuales sean, cuando están solas. Todo cambia cuando están en pareja”, asegura.

El asesinato de Shirley y de Marly también muestra otra situación que acentúa la violencia contra personas LGBT en Colombia: la presencia de conflicto armado. En la zona en que la pareja fue asesinada hay presencia de grupos armados que, según los informes de Colombia Diversa, a veces refuerzan los discursos de odio hacia personas LGBT y promueven los actos de violencia hacia ellas.

Hombres trans

El 5 de diciembre de 2015, Carlos Torres estaba cumpliendo 28 años. Ese también fue el último día en que lo vieron con vida. Para celebrar su cumpleaños, Carlos se había reunido en Bogotá con sus amigos y después de varios tragos se fue en un taxi que sus amigos le ayudaron a pedir. Más o menos una hora después, agentes de la Policía requisaron y aparentemente agredieron a Carlos después de que tuviera un altercado con otro taxista que lo acusó de querer robarlo. Los policías trasladaron a Carlos —a quienes algunos amigos y familiares aún llamaban Paula– a lo que entonces se llamaba Unidad Permanente de Justicia, UPJ, que hoy se conoce como Centros de Protección.  

Alrededor de las 9:15 de la noche, Carlos se pudo comunicar con su papá. Le contó que los policías lo estaban agrediendo. Sus papás llegaron a la UPJ alrededor de las 10 de la noche pero no les dieron razón de él. Solo les informaron que su ingreso había sido a las 9:50 p.m. pero que después, lo condujeron al Hospital San José. Allí, los papás de Carlos lo encontraron sin vida. Los médicos les dijeron que Carlos había llegado sin signos vitales.

La versión de la Policía es que Carlos se suicidó dentro de la UPJ con un cordón que tenía en su pantalón. Sin embargo, su familia asegura que el cordón que Carlos tenía no medía más de 30 centímetros y que era un elemento decorativo frágil. Varias organizaciones defensoras de derechos de población LGBT aseguraron que su cuerpo tenía marcas de golpes en el abdomen y en el rostro.

Entre 2014 y 2018 se registraron 10 casos de hombres trans asesinados. “La razón de ese bajo número es que en muchos casos se reporta a las víctimas como mujeres lesbianas”, asegura Gustavo Pérez. “Son frecuentes los errores por parte de funcionarios al momento de identificar la orientación sexual y la identidad de género de personas LGBT”, asegura. 

La muerte de Carlos es tal vez uno de los casos más sonados en el país en los que la causa fue probablemente el abuso de fuerza por parte de la Policía. Es, sin embargo, el tipo de violencia con más vacíos de información por parte de las instituciones del Estado, especialmente por parte de la Policía. Uno de los pocos datos que tiene Colombia Diversa es que en 2018, la violencia policial contra la población LGBT aumentó un 16% en comparación con el año anterior: 127 víctimas en 2018 contra 64 en 2017.

Mujeres trans

Danna Méndez aún estaba en el colegio cuando se dio cuenta de que su comportamiento no se ajustaba a lo que se esperaba de los niños varones de su edad: entonces la conocían como Dainer Alexander y era víctima de matoneo por parte de sus compañeros. Abandonó el colegio, inició el tránsito, y se reconoció como Danna. Se dedicó a ser estilista en Chaparral, Tolima, donde vivía. Y en ocasiones hacía trabajo sexual. 

También se vinculó con los procesos de defensa de derechos de personas LGBT en su municipio: tenía apenas 15 años cuando se unió a la Asociación LGBTI Chaparral Diversa en la que conoció a varias mujeres trans de Chaparral que la acogieron y le ofrecieron el apoyo que no había encontrado en su madre y dos hermanas. Desde esa organización luchó contra la homofobia y promovió el reconocimiento de derechos de personas LGBT por parte del gobierno local. En 2016, cuando tenía 19 años, comenzó a participar en un proceso de reconstrucción de memoria histórica de las víctimas LGBT del sur del Tolima y se volvió una lideresa en su comunidad. Ese mismo año la encontró la muerte.

La noche del sábado 11 de febrero de 2017, Danna estaba con varias de sus amigas en el Parque de los Presidentes, en Chaparral, cuando un hombre que conocían la recogió en un carro. No la volvieron a ver. Cinco días después encontraron su cuerpo en un sector enmontado a las afueras del municipio que se conoce como el Llano del Loco. Estaba en alto grado de descomposición, con signos de violencia sexual y golpes. El entierro de Danna pudo hacerse 15 días después del hallazgo porque ni su familia ni compañeras tenían los recursos suficientes para hacerlo. La investigación de su asesinato encontró tiempo después que el hombre que la había recogido y asesinado era un soldado de la zona.

La Asociación LGBTI Chaparral Diversa, que había hecho varios pronunciamientos sobre el crimen, recibió amenazas e intimidaciones, incluyendo la censura de un mural que se había hecho en honor a Danna. Además, se perdieron varias de las pruebas que se encontraban en Medicina Legal y hubo amenazas contra testigos.

El asesinato de Danna fue el primero de una mujer trans en ser reconocido como feminicidio en Colombia. Fue el segundo en ser reconocido así en Latinoamérica —el primero fue en Argentina—. El sueño de Danna era trabajar en Memoria Histórica para contribuir a la construcción de paz en su municipio.

Es un caso que evidencia las características de la violencia hacia mujeres trans en el país. Al igual que Danna, la mayoría son asesinadas muy jóvenes: el 50% de mujeres trans asesinadas  entre 2014 y 2018 tenían menos de 26 años. Y, a diferencia de lo que pasa con los hombres gais, la mayoría son asesinadas en el espacio público: el 71%. 

Las razones tienen que ver con la fuerte discriminación que sufren las mujeres trans y que hace que pierdan sus vínculos familiares, a menudo en etapas muy tempranas de su vida. Luego, abandonan el colegio y encuentren pocas oportunidades laborales. Como resultado, es frecuente que su única opción sean los oficios de peluquería y labores precarizadas y altamente criminalizadas como el trabajo sexual. 

“En muchos lugares del país a las mujeres trans que se dedican al trabajo sexual no las dejan entrar a prestar sus servicios en moteles o residencias. A veces incluso en algunos barrios les niegan la entrada o les cobran vacuna solo por pasar. Por eso prestan sus servicios en sectores enmontados donde corren muchos más riesgos”, asegura Gustavo Pérez. En consecuencia, cuenta, muchas mujeres trans quedan confinadas a las zonas de trabajo sexual de las ciudades y municipios, y a menudo son agredidas y asesinadas cuando salen de esas zonas.

El asesinato de Danna también es otro caso de cómo el conflicto armado acentúa la violencia contra personas LGBT. Chaparral es un municipio que ha estado marcado por la presencia de guerrillas desde los años cincuenta y que en la actualidad tiene una fuerte presencia de fuerzas armadas quienes, asegura Pérez, también han sido victimarios. “En Chaparral, muchos de los asesinatos a personas LGBT habrían sido perpetrados por el Ejército. Además hay un patrón de ocultamiento de esas agresiones, como pasó con Danna”, afirma.

Las mujeres trans fueron el segundo grupo del que se registraron más asesinatos entre 2014 y 2018 después de los hombres gais: 159 mujeres trans fueron asesinadas en esos cinco años.

Mujeres y hombres bisexuales

Tal vez de todos los casos de personas LGBT asesinadas, los más difíciles de identificar y desagregar son los de personas bisexuales. “Yo creo que esto no tiene que ver tanto con que los niveles de violencia hacia ellas sean menores, sino con una falta de visibilidad y de reconocimiento de su orientación sexual por parte de las instituciones que registran violencia contra personas LGBT”, asegura Gusta Pérez. 

Al contrario, asegura el investigador, lo que pasa a menudo es que personas que no son necesariamente bisexuales son identificadas así por confusiones de los funcionarios del Estado.

El asesinato de Leandro Mosquera muestra eso, dice el investigador: el joven, de 22 años, fue asesinado a tiros en 2015 junto a su novia, Juliana Pérez, una mujer trans de 23 años. Sus cuerpos quedaron a diez kilómetros de El Tambo, Cauca, a donde llegaron para asistir a una fiesta. El Departamento de Policía encargado del crimen identificó a Leandro como un hombre bisexual. “Nosotros lo que creemos es que si él tenía una relación con una mujer, independientemente de que fuera trans o cisgénero, sería más bien un hombre heterosexual. Creo que la identificación de la Policía como un hombre bisexual tiene que ver con una lectura prejuiciosa de la identidad de género de su novia, como si a Leandro le gustaran los hombres y las mujeres”, dice Pérez.

Por otro lado, asegura el investigador, hay otros casos en los que percibir a una persona como bisexual, sin que necesariamente lo sea, ha llevado a que se cometan agresiones en su contra. Es el caso de Tatiana Fandiño, una joven de 22 años que fue asesinada y descuartizada en 2014 por el que era su novio, después de que él tuviera la sospecha de que ella había tenido una relación con otra mujer. “Probablemente ella era una mujer heterosexual que tenía una relación de pareja con un hombre, pero él por alguna razón creyó que era bisexual y por eso la asesinó. Es un feminicidio motivado por una orientación sexual percibida que no responde necesariamente a la que forma en que ella misma se identificara”, cuenta Pérez.

El investigador aclara que muchos de los prejuicios sobre las personas bisexuales, como que es una etapa antes de declararse gay o lesbiana, hace que sean invisibilizadas, por lo que hay un mayor subregistro de las violencias que sufren en comparación a otras personas LGBT. Eso lleva, asegura, a que las instituciones del Estado a menudo las registren como gais, lesbianas o heterosexuales.

Entre 2014 y 2018, Colombia Diversa identificó 2 casos de mujeres bisexuales asesinadas y 8 de hombres bisexuales.

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