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Una cosecha maciza

El artista Ernesto Restrepo sacó su primera cosecha de papas en 1992. Hoy, y por lo que resta del año, expondrá La Criolla cosecha#1, su muestra de tubérculos dorados hechos a mano en cerámica en Espacio KB.

por

Ana Cristina Ayala


07.11.2018

Fotos: © Viviana Peretti
El Papa en Espacio KB, Bogota, Octubre 2018. © Viviana Peretti

Sola, encerrada y a oscuras: así suelen estar las almas preciosas. Aquella reposaba en un fondo de paño negro dentro de una vitrina.

—Para que esté segura, para que no se confunda, para que nada compita con su propia luz. — Yo la vi con los ojos, con el estómago, con el pecho y con partes muy codiciosas del cuerpo. Orbité a su alrededor —unas cuatro o cinco vueltas— y no era la única. Varios creíamos que quizá, al final de ese andar en bucle, de esa caída libre, se rompería la custodia de esos cuatro vidrios gruesos y la íbamos a tocar. Todos queríamos tocarla.

—Es una papa única—dijo Angelina —como cada una de las seis papas que conformarán la cosecha#1 de papas criollas de El Papas.

¡Tan realistas en esa vitrina! Eso fue lo que me grabé de ese viaje: esas papas.  
Papas en Espacio KB, Bogota, Octubre 2018. © Viviana Peretti
Papas en Espacio KB, Bogota, Octubre 2018. © Viviana Peretti

El artista Ernesto Restrepo, El Papas, nació en Montería en 1960. A sus 32 años sacó su primera cosecha de papas en cerámica. Cada año, cada cosecha, brota con papas más perfectas, más hiperrealistas. Muchos, por esa gracia, quieren comprarlas y jugar a la representación: tenerlas en la sala, en la cocina, en el baño, en el escritorio, en la ventana de la casa. En un lugar donde se anuncie su ficción, donde confunda, donde se esconda su mentira y se abra su sospecha.  

El juego no es juego si no involucra la compra y la venta. Las papas de Restrepo lo han logrado y circulan como bursátil del arte —un bursátil burlón del arte.

—Hoy hacen parte de las colecciones del Museo de Arte Moderno de Medellín, del Banco de la República, del Museo de Antioquia, de colecciones privadas y corporativas.

Hasta la fecha, El Papas ha sacado 27 cosechas, una por año. La criolla que se expone en Espacio KB es la primera cosecha de su tipo.

La Criolla lleva un buen tiempo gestándose. Creciendo como un tubérculo exquisito en las fértiles tierras de este espacio cultural.

Desde que existe Espacio KB, Ernesto lo frecuenta. Sobre todo el bar. Whiskies y gin tonics. Fue ese día cuando Angelina, de tanto verlo, quiso hablar con él.

Papas en Espacio KB, Bogota, Octubre 2018. © Viviana Peretti

—¿Tú eres Ernesto Restrepo, El Papas? ¡No me lo puedo creer!

Angelina Guerrero nació en Bogotá hace 33 años y hace tres y medio —junto a sus cuatro socios: Davide Gatti, Juan David Uribe, María Paula Quintero y Luis Mayorga— fundó Espacio KB.  Un espacio cultural con una sala de exposiciones, un recinto para proyectos de artista, talleres, un bar/restaurante y un patio con DJ.

Años antes, mientras Angelina estudiaba la maestría en museología en la Nacional de Bogotá, hizo un viaje a Medellín y conoció la colección del Museo de Antioquia. Dice que allá las vio por vez primera. Dijo que eran «¡Tan realistas en esa vitrina! Eso fue lo que me grabé de ese viaje: esas papas”.  

Que Restrepo frecuentara su bar fue una casualidad de esas que pasan. Hablaron ese día y luego meses. Hasta que un día, en mayo de este año, El Papas se apropió del recinto para proyectos, al fondo de la casona, y montó su primer depósito de papas: DEPÓSITO DE PAPAS COSECHA #27 del PAPA PRODUCTIONS, dice el letrero.

Papas en Espacio KB, Bogota, Octubre 2018. © Viviana Peretti

Adentro, hay más de quince canastillas repletas de papas velando, bajo su corteza terrosa, una pulpa en cerámica, cemento o yeso. Ernesto me empacó en periódico una de las pesadas, de las de cemento, de las de cien mil. Luego la echó en la clásica bolsa plástica de tienda, las de franjas blancas y verde pálido. Él sentado tras su mesa y yo al otro lado. Allí mismo hablamos.  

El depósito es una representación en su totalidad. Tiene estanterías y afiches futboleros. Tiene una pesa porque la papa, pese a ser arte, también se vende por peso. Tiene costales, por si alguien compra el bulto. Tiene los debidos íconos religiosos. Tiene el televisor donde vio la remontada con Polonia en el mundial después del dos-uno con Japón. Tiene mugre y luz tenue rojiza. Es un espacio muy común que pasa desapercibido para quien no sabe el truco. Allí se dan rutinas parecidas, quizás, a las de un depósito de verdad.  

La sala de exposiciones de Espacio KB parece una cámara del Museo del Oro. Antes de entrar al salón oscuro, el de la papa preciosa, está la sala con el pasadizo que muestra las pruebas previas a La Criolla.

Me dijo que ahí se sentaron varias personas. Angelina dice que no solo es un vendedor de papas sino también un terapeuta sentimental que escucha los problemas de las personas mientras ven televisión.

Papas en Espacio KB, Bogota, Octubre 2018. © Viviana Peretti

Siete meses después de abrir ese primer depósito, Ernesto Restrepo, el de la gran idea y Angelina, la directora y curadora de Espacio KB — y, según cuentan, muchos colaboradores y el apoyo de un coleccionista privado— dieron a luz a La Criolla.

xXx

—Estas cinco son de porcelana cruda — cuenta El Papas. — Estas en porcelana blanca y gris, estas son de verdad, estas están pintadas en spray, estas con laminilla de oro. Esta fucsia es de cera para hacer cera perdida. Estos son los moldes, estas cuatro de cemento…

Papas en Espacio KB, Bogota, Octubre 2018. © Viviana Peretti

La sala de exposiciones de Espacio KB parece una cámara del Museo del Oro. Antes de entrar al salón oscuro, el de la papa preciosa, está la sala con el pasadizo que muestra las pruebas previas a La Criolla. Todas ordenadas, con soportes adecuados y en vitrinas bien iluminadas. Una museografía aséptica, opuesta al depósito. En el rincón hay otras cuantas que son piezas finales pero que, simplemente, no son La Criolla.

—…Y estas 86 son la cosecha#1 en porcelana, que son criollas, pero guardan la esencia de la papa tradicional.

Un escalón arriba, en la sala adyacente, está La Criolla de más de trescientos gramos. Sola, encerrada y a oscuras, 24 Kt. de oro. Sin valor físico ni mecánico porque el oro, entre más puro, entre más quilates, solo sirve para ser oro o, como diría el Papas: “para ser papa”.

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