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“Terminamos de perderlo todo”

Con el paso del Huracán Iota por el Caribe colombiano las pérdidas han sido todavía incalculables. Providencia quedó devastada. Sin embargo, la isla no ha sido la única en quedar destruida. Aquí reunimos las voces de quienes han perdido todo por causa del invierno en distintas regiones del país.

En el momento en que lograron retomar la comunicación con Providencia, el huracán ya lo había destruido casi todo: “a esta hora los habitantes de la isla se encuentran desesperados. No hay casas, no hay alimentos, todo se lo llevaron las olas del mar”, dijo a la W una habitante de Providencia. La isla perdió contacto con el resto del país desde el domingo en la madrugada y pasó aproximadamente un día y medio antes de saber que el 98% de la isla había sido devastada, hubo dos muertos, una persona desaparecida y cuatro mil habitantes en la calle. No fue el único territorio afectado por el paso del huracán Iota.

El coletazo del huracán ha afectado distintas zonas del país, incluyendo a Bogotá, Cartagena, Lloró, en Chocó, Dabeiba y varios departamentos más. Los derrumbes e inundaciones se han concentrado, principalmente, en las zonas más marginadas de las ciudades y municipios.

La falta de infraestructura adecuada en las viviendas, la deforestación, la falta de atención estatal, las invasiones y la magnitud del cambio climático son algunas de las razones que señalan los expertos para explicar las dimensiones de este invierno. Sin embargo, quienes han sufrido las consecuencias directas de esto, coinciden en que el factor más grave estuvo en la falta de ayudas y prevención. Estas son algunas de sus voces:

Arlington Howard.

Ex diputado de la Asamblea departamental, Isla de San Andrés:

En Providencia quedaron cuatro casas en pie. Cuatro nada más. Esa era una isla sobre todo poblada por la comunidad Raizal, por eso su importancia cultural era alta. Pero quedó totalmente devastada.

Nosotros tuvimos el paso de dos huracanes en menos de un mes. Con el paso del primero, que no fue tan fuerte, se crearon algunos protocolos para los daños que había alcanzado a causar. Sí se cayeron algunos árboles y se desprendieron algunos techos, pero no pasó mucho más. Sin embargo, muchos de esos protocolos no logramos adaptarlos antes de que llegara el segundo. De ahí el nivel del daño.

Lo que sí nos hemos preguntado constantemente en este proceso ha sido que cómo es posible que faltaran tantas cosas para estar preparados para este evento. Yo entiendo que esta magnitud nunca se había alcanzado, pero antes sí habíamos tenido inundaciones, sobre todo en la zona sur de San Andrés, en donde tenemos varias construcciones irregulares. Pero lo que no veo concebible es que hayamos perdido contacto con la isla de Providencia, sin tener posibilidad alguna de saber qué estaba pasando allá. ¿Por qué no había un teléfono satelital cargado?, ¿cómo es posible algo así?

Ahorita lo que vemos es simplemente terrible. Tenemos una enorme tristeza. Lo que perdimos, las casas que perdimos, borraron la historia y la cultura de una comunidad que ha sido bastante ignorada en Colombia, que es el pueblo raizal. Con las casas se pierden no sólo unas tablas, sino toda una forma de vida, de cultivo, de arquitectura, de saberes, que lentamente se han ido perdiendo.

Nunca habíamos tenido que vivir una tragedia tan fuerte en nuestras islas. Para nosotros esto es plenamente devastador y pienso que la inversión va a tener que ser muy elevada. El señor Presidente ya se comprometió para que en el 2021 tengamos reconstruida la isla. Esperemos que así sea, de verdad. Porque nosotros perdimos demasiado con todo esto.

 

José Danesis Palomeque.

Concejal por el corregimiento de Boraudo, Lloró, Chocó:

Yo tuve que romper el techo de mi casa para poder salvar algunas cosas. Mi casa tiene dos pisos, y hasta el techo nos llegó el agua. Eso pasó muy rápido todo. El río se creció de un momento para otro y la verdad nosotros creímos que había ocurrido una avalancha.

Aquí tenemos mucho estrés. Mucho miedo. Discúlpeme que le hable poco pero la verdad no estoy de muy buen ánimo. Entiendo que por redes han criticado nuestra actitud, porque en algunos vídeos hemos bailado. Pero esa es una de las pocas cosas que podemos hacer para animarnos. Sin embargo, aquí estamos demasiado tristes. Lo perdimos todo.

En el corregimiento en el que yo vivo tememos que ocurra una tragedia similar a la de Mocoa. Nosotros le estamos pidiendo una acción urgente al Gobierno, porque fácilmente esto puede convertirse en una nueva tragedia así como fue esa. El problema es que por acá, en nuestros pueblos, este tipo de eventos pasan constantemente y las atenciones del Gobierno siempre son insuficientes. Traen kits de ayuda, pero no hacen mucho más. Nosotros, por ejemplo, necesitamos que se reubique el corregimiento de Boraudo, porque en cualquier momento puede venir una avalancha que nos borre. Pero la verdad no vemos mucha disposición por parte del Gobierno.

Aquí estamos tristes. Muy tristes. Con la pandemia ya habíamos perdido, ahora terminamos de perder todo. Perdóneme que no le hable más pero no sabemos cómo llevar todo esto. Ya no quiero hablar más.

 

Cleydis Danesis.

Tendera y madre cabeza de hogar, Cartagena:

Yo ya lo había perdido todo. Yo fui desplazada desde el Urabá Antioqueño, de donde soy, por grupos paramilitares. Cuando ellos llegaron empezaron a atacarnos, a controlarnos, yo fui víctima de abuso sexual por parte de este grupo, hasta que nos ordenaron que teníamos que irnos de ahí. Nos dieron cuatro horas.

Llegamos a otro pueblo cercano, pero en esa época había una guerra muy fuerte entre la guerrilla, el Ejército y los paramilitares, entonces de ahí también nos tocó salir corriendo. Llegué en el 2002 aquí a Cartagena y desde esa época he vivido acá.

Hace unos ocho años tuvimos otra inundación. Esa estuvo peor que esta, porque no nos dio tiempo de nada. Lo perdimos absolutamente todo. Pero ahora al menos tuvimos tiempo de poner algunas cosas más alto, para que no se dañaran tanto.

Yo tenía un negocio aquí en mi casa. Es un negocio de comidas. Pero con la inundación se me dañó la nevera. Ahorita no sé muy bien qué voy a hacer, porque sin la nevera pues se me dañan las cosas del negocio. Eso me ha tenido muy estresada. Pero nada, toca seguir. Lo que sí no hemos terminado de entender es que, si esto pasa casi que cada año, por qué no se habían preparado ya ayudas, o por qué no se había prevenido nada. No entendemos. Fuimos muchas personas las que nos quedamos sin nada. La pandemia ya nos tenía bastante mal, este año lo habíamos dedicado a duras penas a sobrevivir, pero con estas inundaciones terminamos de perderlo todo.

Yo no puedo permitir que mis hijos me vean mal. Ayer hubo un momento en el que perdí todas mis fuerzas, pero me toca reponerme y seguir. Yo he pasado cosas más duras. He sobrevivido a cosas peores y de esto vamos a salir.

 

Claudia Mejía.

Gobernadora Cabildo indígena Huitoto, Usme:

Fue muy triste para nosotros ver nuestra Maloka destruída. Somos alrededor de 85 familias, unas cuatrocientos y pico de personas, que hemos terminado en este terreno, en la parte alta del parque Entre Nubes. Estamos reunidos indígenas de las comunidades Huitoto, Nasa, Andoque y Misak, y lo que hemos buscado es encontrar un refugio para nosotros.

Estas familias, en su mayoría, son víctimas del conflicto armado. Tuvieron que iniciar el asentamiento, más o menos, en mayo del 2018, porque fueron desplazados desde sus territorios y no recibieron ningún tipo de ayuda por parte del Estado. Por eso se tomó esta vía de hecho y hemos procurado negociar con la Alcaldía para que nos permitan quedarnos aquí, pero no ha sido posible.

En esta zona no tenemos buenas condiciones de vida. Las casas están construidas con polisombras, latones y materiales que hemos podido conseguir por ahí. A la Maloka, por ser nuestra casa de pensamiento, le habíamos puesto material, pero ahorita con las inundaciones todo quedó destruido. La Maloka también.

Nuestro pueblo se ve amenazado por el abuso de la autoridad, además de las redes de microtráfico y de tierreros que se mueven en la zona. Ahora, además, tenemos que sumarle la amenaza de las lluvias, que pueden terminar de quitarnos todo. Nos han querido antagonizar, diciendo que somos los indígenas los que estamos dañando el parque, pero nosotros lo único que queremos es que nos permitan estar aquí justamente para protegerlo.

Aquí tenemos niños, mujeres, ancianos, muchas personas muy vulnerables que por muchos motivos no están teniendo garantías de vida adecuadas. Necesitamos ayuda urgente por parte de las autoridades, para que esta tragedia no se haga más grave de lo que ya es.

 

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