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El tercero no fue el vencido para Peñalosa

Está a punto de terminar el tercer año del gobierno de Enrique Peñalosa que, en resumen, fue otro mal año para las medidas bandera del Alcalde. Estos son los principales golpes que recibió.

por

Laura Daicz


18.12.2018

Está a punto de terminar el tercer año del gobierno de Enrique Peñalosa que, en resumen, fue otro mal año para las medidas bandera del Alcalde. Aunque tuvo unas noticias positivas para él. Por un lado, la revocatoria en su contra que aunque no murió sí quedó herida de muerte porque se aprietan mucho los tiempos para hacerla. Y por otro, a pesar de las críticas, logró poner a andar la compra de nuevos buses de Transmilenio y la licitación para abrir troncal de Transmilenio en la séptima. Los golpes que recibió, sin embargo, fueron duros. Cerosetenta recogió los principales:

El bumerang de las basuras

En su intención de cambiarle el rumbo a Bogotá, el alcalde Enrique Peñalosa se propuso desmontar el modelo de basuras que aprobó su antecesor Gustavo Petro en 2012 y por el que fue sancionado por la Procuraduría. El 12 de febrero de este año debía entrar en funcionamiento el nuevo esquema de aseo en Bogotá que repartió la ciudad en cinco Áreas de Servicio Exclusivo y adjudicó cada una a un operador exclusivo mediante una licitación realizada a fines de 2017. Así, se quedó por fuera del negocio Aguas de Bogotá, la empresa pública que había creado el modelo de Petro y que era responsable de la recolección del 57 % de los residuos en 12 de las 20 localidades de la ciudad. Con esa decisión, además, quedaron en veremos los empleos de los 3.200 trabajadores de Aguas de Bogotá.

Los trabajadores decidieron entonces irse a paro. El sindicato de Aguas de Bogotá convocó a una huelga que paralizó la recolección en 12 de las 20 localidades. El 31 de enero, una vez más, la ciudad se volvió un caos de suciedad. La Alcaldía de Peñalosa se vio obligada a declarar la emergencia sanitaria. Aunque a mediados de febrero todavía no se había solucionado del todo la crisis, el alcalde Peñalosa salió a decir que “claramente hay un melodramatismo exagerado diciendo que la ciudad estaba inundada [de basura]».

El si pero no de la Van der Hammen

Desde que se posesionó, el alcalde Enrique Peñalosa ha querido revivir la idea de urbanizar el 90 % de la reserva Thomas Van der Hammen en el norte de Bogotá, un proyecto que propuso desde que fue alcalde por primera vez a principios de la década del 2000 y que, desde entonces, ha generado el rechazo masivo de los ambientalistas. En abril de este año, Peñalosa dio un paso certero en esa dirección: presentó una propuesta para modificar los límites de la reserva ante la CAR, la autoridad ambiental de Cundinamarca.

El 10 de octubre, considerando que había pasado demasiado tiempo sin respuesta, la magistrada Nelly Villamizar del Tribunal Administrativo de Cundinamarca ordenó al Consejo Directivo de la CAR adoptar la propuesta de Peñalosa. Al otro día, el Alcalde lo celebró con un trino: «Ahora será posible que la reserva Van Der Hammen pase del papel a la realidad. Y pasará de tener 535 hectáreas teóricas de terrenos públicos de bosques, a 1435 hectáreas de bosques de verdad: 14 veces el parque Simón Bolívar”.

Sin embargo, menos de dos semanas después, la magistrada reculó. Reconoció que, aunque habían transcurrido seis meses sin que la CAR le diera respuesta al Alcalde, éstos no fueron responsabilidad de la entidad sino del mismo Peñalosa, que, si bien había radicado la solicitud inicial el 2 de abril, no entregó la información completa sino hasta el 3 de septiembre. Y aunque la magistrada reversó su decisión dejó claro que si la CAR no acepta la propuesta del Alcalde, tendrá que darle cumplimiento al plan de manejo de la reserva que está en el tintero desde 2014, lo que le pone presión a la autoridad ambiental que por ahora, no ha avanzado sobre ese plan. 

En todo caso, y a pesar de la celebración momentánea, Peñalosa deberá esperar los 120 días hábiles (hasta los primeros meses del próximo año) que tiene la CAR para estudiar la propuesta de fondo antes de saber si una de las mayores peleas que emprendió su Alcaldía tiene futuro o no.

La elevada con las fechas del metro

Cuando Enrique Peñalosa fue elegido Alcalde de Bogotá en octubre de 2015, anunció que el proyecto de metro subterráneo que había dejado Gustavo Petro se reemplazaría por uno de estructura elevada. El cambio, anunció, lograría un ahorro significativo para las finanzas de Bogotá y solo retrasaría cuatro meses la apertura de la licitación, que prometió para febrero de 2017. Sin embargo, tres años después, todavía no hay una fecha certera para la apertura de la licitación. Y mientras tanto, el alcalde se ha enredado dando otros seis plazos distintos: finales de 2016 (intento 2); segundo semestre de 2017 (intento 3); finales de 2017 (intento 4); mayo de 2018 (intento 5); 6 agosto de 2018 (intento 6); y ese día anunció que se abriría “a más tardar en diciembre” (intento 7). Por ahora, la fecha de adjudicación parece que quedará en agosto.

“Fallamos por ser demasiado optimistas. Lo acepto con tranquilidad”, dijo el gerente del Metro, Andrés Escobar en agosto en entrevista con La Silla Vacía.

La Alcaldía, a través del Gerente del Metro Andrés Escobar, ha explicado que el proceso de selección que escogieron para la adjudicación del Metro tiene dos etapas. La primera, que arrancó el 6 de agosto de este año, busca hacer una especie de preselección entre las empresas que podrían desarrollar el proyecto. En la segunda, que supuestamente empezaba este mes, solo participarían las empresas habilitadas y a esas, la Alcaldía les entregaría unos pre-pliegos sobre cómo se va a escoger al ganador de la licitación y los diseños de la obra.

Es decir, este año tampoco se abrirá la licitación formal. Además, los estudios que justifican la nueva obra todavía no están listos. Esos cambios implicaron también que se corriera la fecha que anunció la Alcaldía sobre la entrega de la obra que comenzó en 2022 y ya va en 2024, como denunció el Concejal Juan Carlos Florez.

El descalabro final de la venta de la ETB

Desde que llegó al cargo, Peñalosa anunció que quería vender el 88.4% de las acciones de la Alcaldía en la Empresa de Telefonía de Bogotá, ETB, para recaudar dos billones de pesos con los que quería construir colegios, hospitales y centros de discapacidad. En abril de 2016, la Alcaldía incluyó esa venta como un artículo del Plan de Desarrollo que pasó a discusión del Concejo de la ciudad. El Concejo aprobó la venta en mayo de ese año, a pesar de las advertencias tanto de sus opositores, sus aliados y de la Contraloría. El artículo fue demandado bajo el argumento de que una decisión de ese calibre debía ser discutida por aparte en el Concejo. El 10 de julio de 2017, un juez administrativo de Bogotá tumbó la venta en primera instancia, dándole así la razón a los contradictores del Alcalde. Aunque la Alcaldía apeló, en diciembre de este año el Tribunal Administrativo de Cundinamarca le dio la razón al juez y descalabró del todo la venta de la ETB.  

Mientras tanto, la empresa que ya estaba mal en 2016 no ha dejado de desvalorizarse. En agosto de este año, el precio de las acciones cayeron desde su máximo de $ 653 a $ 380, con consecuencias en la recaudación que tendría el Distrito en caso de venderla: de los 2 billones que se esperaban, ahora serían apenas 1,2.

Perdido en su mala imagen

Este año, la imagen negativa de Peñalosa llegó a su pico más alto en febrero cuando la Gallup registró un 80 % de desaprobación a su gestión. Aunque durante el año se recuperó un poco y por ejemplo, la última Gallup publicada este mes mostró que el 69 % de los encuestados desaprueba su gestión, sigue siendo el alcalde con la peor imagen entre los que mide la encuesta.

Se debe, en parte, a los errores en su estrategia de comunicación. Frases como “hay un melodramatismo”, refiriéndose a la crisis de las basuras; o “a uno le dicen por qué no fusionar Soacha con Bogotá, yo respondo: a mí no me van a dar solo el hueso, con todo respeto, no” en un evento de Pro Bogotá; o su memorable tweet de las licuadoras luminosas.

Y como si eso no fuera suficiente, a esto se suman uno que otro evento desafortunado. Este año, Peñalosa y algunos de sus funcionarios se perdieron durante ocho horas en los cerros de Bogotá. Aunque al otro día el Alcalde dijo que no se habían perdido sino que “se desorientaron” y que en todo caso, disfrutaron de la naturaleza, Peñalosa se convirtió en comidilla de las redes sociales.

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Laura Daicz


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