Los periodistas no siempre publicamos lo que sabemos. Nos callan las amenazas, los poderosos y las presiones políticas. La censura existe.
Javier Osuna, periodista y autor del libro Me hablarás del fuego, denunció la existencia de hornos crematorios en el Catatumbo y tuvo que salir del país luego de recibir amenazas contra él y su familia. En Pitalito, Huila, la periodista Flor Alba Núñez Vargas recibió dos disparos que le causaron la muerte mientras entraba a la emisora en que trabajaba. En el Tarra, Norte de Santander, Salud Hernández-Mora y tres reporteros más fueron secuestrados por la guerrilla del ELN. El año pasado, 262 periodistas fueron víctimas de amenazas, agresiones y estigmatizaciones a causa de sus investigaciones.
Es por eso que la Fundación para la libertad de presa -FLIP- y varios medios independientes, entre los que se encuentra Cerosetenta, nos hemos unidos en La Liga Contra el Silencio, una iniciativa en la que trabajaremos por contar esas historias censuradas en las salas de redacción y autocensuradas por nosotros mismos, los periodistas.
Si usted conoce una historia silenciada o puede darnos pistas para encontrarla, avísenos por aquí.
