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Periodismo, Netflix & Chill

¿Es periodista o le gusta el periodismo? ¿Tiene plan de Netflix ‘n Chill? ¿Quiere estar preparado por si el plan no resulta y le toca en serio ver algo bueno? La redacción de 070 le tiene cinco recomendados que no fallarán.

por

cerosetenta


18.03.2017

1. Dos fotógrafos

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En Netflix hay un par de documentales sobre dos de los fotoreporteros más importantes de la historia del periodismo. Uno es Donald McCullin, fotógrafo británico que capturó con su cámara algunos de los escenarios de guerra más desoladores del siglo XX. En McCullin (2012), el reportero habla de sus primeros disparos del obturador en las duras calles de Finsbury Park, barrio londinense en el que creció entre obreros y pandilleros. Ahí comienza un recorrido que lleva al espectador a la desolación de los campos de batalla de los de Biafra, Vietnam e Irlanda del Norte.

El otro es el brasilero Sebastiao Salgado que ha recorrido el mundo con su cámara. Algunas de las fotos más impactantes que ha tomado son escenas latinoamericanas como las de los mineros de Serra Pelada al norte de Brasil, los cultivadores de café en Guatemala y los campesinos de México y Perú. El documental La Sal de la Tierra (2014), dirigido por Wim Wenders y Juliano Ribeiro Salgado, cubre 40 años de carrera del fotógrafo. El mismo Salgado comenta decenas de imágenes de guerras, hambrunas y éxodos pero también lleva al espectador a algunos de los escenarios más bellos del planeta.

 

2. The True Cost (2015)

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En el 2011, encontraron 51 menores de edad trabajando en condiciones de explotación para Zara, la marca de ropa fundada por el español Amancio Ortega en 1985. Un año más tarde, Forever 21 fue acusado de tener inmigrantes cosiendo camisas y pantalones, por cuatro dólares la hora en talleres californianos, y H&M de reclutar niñas indias de 14 años, pagarles 0,88 Euros al día y obligarlas a trabajar 72 horas a la semana. Denuncias parecidas han caído sobre Nike, Tommy Hilfiger, Levi Staruss y Zara otra vez. La explotación laboral parece ser el motor del fast fashion, esa moda de producción masiva y precios bajos que llevamos todos. 

The True Cost es un documental de 92 minutos en el que Andrew Morgan, su director, cuestiona las empresas de moda de producción acelerada y los hábitos de consumo de sus compradores, sus efectos sobre el ambiente y su responsabilidad en la perpetuación de la pobreza, la opresión y la esclavitud moderna. “Cada vez hay más gente incómoda con un sistema que hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. Lo que se necesita hoy es un debate real sobre las alternativas, porque el sistema es contra natura y el planeta y sus habitantes están pagando el precio”, dice Morgan.

 

3. Cooked (2016)

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Todos deberían leer The Omnivore’s Dilemma de Michael Pollan. Es un libro grandioso (y, claro, grande: 451 páginas). Pero debía serlo. Como lo explica su subtítulo, este libro es una historia natural de cuatro comidas. Pollan se sienta a comer: come una hamburguesa de McDonlad’s, come un cerdo salvaje que él mismo cazó, come carne de una granja sostenible. Pollan come y escribe. Escribe sobre cómo esa hamburguesa de McDonald’s –si bien pan, carne, vegetales y salsas– no es otra cosa que un gran plato de maíz: maíz sembrado en cantidades y con métodos industriales, maíz convertido en sirope, maíz con el que alimentan a vacas que deberían estar comiendo pasto. Pollan come el cerdo que cazó él mismo y escribe sobre cómo la comida nos hizo humanos, de cómo el fuego y la caza y la carne nos hizo dar brincos evolutivos.

Pollan come y escribe y es tal vez uno de los autores que mejor lo hace.

Pero el trabajo de Pollan no sólo está en sus libros (que son ocho y que, lo dicho, todo el mundo debería leer). Netflix estrenó Cooked en el 2016, una miniserie documental basada en el libro del mismo nombre de Pollan en el que habla del fuego, el aire, el agua y la tierra y su relación con ese acto –tan humano– de cocinar. Y es emocionante: es emocionante ver a Pollan –apasionado, reportero riguroso, glotón insaciable– hablar de comida. No sólo eso. En Cooked, Pollan convierte al acto de cocinar –de plantar, de criar, de comer– en un lente para entendernos como especie. Son cuatro capítulos que se devoran en un binge digno del peor ataque de hambre. Cuatro capítulos sobre pan, sobre carne, sobre vegetales. Cuatro capítulos con una producción impecable que lo deberían dejar saciado.

 

 

4. Lo And Behold: Reveries of the Connected World (2016)

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Una mujer, rubia y de aspecto hermitaño, recuerda los 27 kilos que perdió y las tres veces que casi muere por exposición a ondas inalámbricas.

Un hombre celebra haber recorrido 13 kilómetros en un auto que diseñó y que se conduce solo.

Una familia cuenta el dolor y la indignación que sufrieron cuando fotos del cuerpo de su hija, muerta en un accidente de tránsito, se filtraron en redes sociales y millones de personas le dieron clic.

Una adolescente, en medio de su síndrome de abstinencia, recuerda cómo comenzó a perder su vida por estar conectada 18 horas diarias creando una vida virtual dentro de un juego en red.

Una astrónoma celebra cómo a través del estudio de las estrellas puede predecir el comportamiento de nuestro sol y evitar posibles futuras catástrofes.

“Estamos entrando a un lugar sagrado” asegura un hombre canoso, de entradas pronunciadas, blazer negro y camisa desabotonada. Mientras traspasa la puerta de entrada a la reconstrucción del espacio de trabajo de un grupo de científicos de la computación, que en los años sesenta, crearon los programas tatarabuelos de lo que hoy llamamos internet. El hombre canoso mira todos los objetos del salón y agrega: “es el lugar donde se creó el internet”. Este hombre es Leonard Kleinrock uno de los más importantes científicos del siglo xx, uno al que le debemos que hoy podamos pedir domicilio, taxis, hacer trabajos en línea y chatear con amigos en nuestros computadores o dispositivos móviles. Uno al que también le debemos que haya gente que asegure que las ondas inalámbricas les generan dolor, que haya gente que prefiere una vida virtual que una real, que haya gente que odie las redes sociales por el matoneo y acoso al que se han visto expuestos.

Bum, bum, bum. ¡Bum! Cuatro golpes. Kleinrock golpea fuertemente a una caja blanca de 180 centímetros de alto. “Es indestructible”, dice. “Es la primera computadora por la que se transfirió información”. El 29 de octubre de 1969 a las 10:30 p. m. el envío de dos letras –L y O, entre dos universidades de California– cambió la forma en la que nos comunicamos e interactuamos entre nosotros y con nuestro entorno.

Y esto es Lo and Behold: Reveries of the Connected World (2016) uno de los más recientes documentales del cineasta alemán Werner Herzog, en el cual cuenta la historia del internet como plataforma de comunicación, red de interconexión y espacio social. Un documental que en poco más de noventa minutos, y con un sin fin de entrevistas, explora la más grande revolución del siglo xx. Un documental que podría ser una serie entera, pero que sin quedarse corto, nos cuenta los puntos a favor y en contra de la red que permite que yo escriba este texto y usted lo lea desde su computador o celular, mientras toma café, sube en un ascensor o va en un bus camino a casa.

 

5. The Eye Has To Travel (2012)

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Desde sus inicios en Harper’s Bazaar, su entrada triunfal en Vogue, y sus últimos días como consultante en el Costume Institute del Met, Diana Vreeland tuvo como misión cambiar la manera como se hacía periodismo de moda. Habiendo sido desde su juventud el epítome de una mujer vanguardista y retadora, Vreeland ignoró haber sido considerada el “patito feo” por su mamá, para entregarse al disfrute del jazz y de la Nueva York en la primera mitad de siglo xx. Cuando encontró el amor, Vreeland proyectó su vida como la socialité perfecta: codeándose con grandes como Coco Chanel, o su gran amigo Cecil Beaton, entre galas y viajes de extravagancia. Y fue así, en una fiesta y por su elegante estilo al vestir, que fue descubierta por una de las editoras de Harper’s Bazaar, quien la contrató casi en el acto. Así fue como empezó la historia de la leyenda que fue y es todavía Diana Vreeland. Con una columna en una de las revistas de moda más importante, dando consejos de excesiva –pero irónica– banalidad en plena era de recesión en Estados Unidos.

Why don’t you… Paint a map of the world on all four walls of your boys’ nursery so they won’t grow up with a provincial point of view?” Anotaba en la última página de Harper’s Bazaar.

En su recorrido por el mundo de la moda, entre colores, escenografías, viajes y flashes, Vreeland catapultó la carrera de nombres como Twiggy, Verushka y Richard Avedon. The Eye Has To Travel es un documental obligatorio para entender la moda y la cultura de la celebridad del siglo xx, pues fue Diana quien construyó lo que hoy son las revistas de moda, e incluso la moda como arte en el museo, el Met Ball, y todo lo que llamamos icónico en el imaginario fashionista.

Su influencia nunca cesará.

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