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Narcotráfico: el principal responsable de la censura en Latinoamérica

De todas las amenazas al derecho a la comunicación en Latinoamérica, el narcotráfico, según el investigador argentino Guillermo Mastrini es la más fuerte. Dice que hablar de censura es exagerado y que no es el peor momento para ser periodista en la región.

por

Juan Camilo Chaves


21.09.2015

Foto: Keneth Cruz @ Flickr

Guillermo Mastrini es un investigador y docente argentino especializado en temas de derecho a la información y políticas de medios masivos. Actualmente es profesor de la Universidad Nacional de Quilmes, en donde dirige la maestría en Industrias Culturales.

070 habló con él sobre la libertad de prensa en Argentina y América Latina.

 

¿Cuál es su opinión sobre el panorama de la libertad de prensa en América Latina?

En América Latina la concepción que ha predominado sobre la libertad de prensa es aquella en la que los dueños de los grandes medios de comunicación consideran que el Estado no puede intervenir y, por tanto, son ellos quienes ejercen la libertad de prensa. Pero desde hace varios años, la sociedad civil y otros estamentos plantean que esa concepción de la libertad de prensa tiene como problema que el ejercicio real de dicha libertad queda acotado a sectores muy pequeños de la sociedad que son los que tienen la capacidad económica para crear y manejar los medios de comunicación.

Es en este sentido que cuestiono el concepto propio de libertad de prensa y prefiero hablar de derecho a la comunicación porque entiendo que la comunicación es un derecho colectivo y no individual. Deben predominar los beneficios socioculturales del conjunto de la sociedad y no los individuales de quienes ejercen la libertad de expresión.

En América del Sur hay un nuevo criterio donde se entiende la libertad de expresión de manera más compleja y donde el Estado ha asumido una política activa para garantizar estos derechos. Hay países que lo han hecho de manera moderada, mientras que otros lo han hecho con algunas interferencias, por ejemplo, en términos de control de contenidos.

Ahora, efectivamente creo que, en general, si pensamos en la historia de América Latina —en quiénes concentraron los medios, en qué tan concentrados han estado y en la actualidad cuál es la situación— no considero que este sea el peor momento de la libertad de prensa ni del derecho a la comunicación en la región.

Cuando uno ejerce libertad de expresión también tiene que aceptar que otros la ejerzan en contra de uno

Y entonces, ¿cuáles cree que son las características actuales de la región en torno al tema?

Por lo pronto destaco que el propio problema de la libertad de prensa es uno de los debates centrales en la sociedad. Si se está debatiendo qué es la libertad de expresión, no se puede hablar de que en la región no hay dicha libertad. El propio ejercicio del debate ya es interesante, me parece que como nunca se ha problematizado socialmente y se ha extendido la discusión, obviamente no a toda la sociedad, pero mucho más allá del acotado campo académico y empresarial en el que estuvo hace 40 años.

Eso lo veo como un logro. Lo cual, como en todo proceso de cambio, no quiere decir que no haya conflictos, problemas y errores. Veo un panorama de libertad de expresión rico que se debate y veo medidas que, en algunos países, han favorecido y promovido un mayor pluralismo.

¿Cree que la censura es una constante en la región?

Si entendemos censura como la restricción de la opinión de otro por parte de alguna institución, yo no veo que haya actualmente en la región capacidad de censura. Diría que el principal censor en este momento en América Latina es el narcotráfico que sí tiene capacidad de impedir que otros se expresen libremente y lo hace a través del asesinato de periodistas. Creo que más allá de eso hablar de censura es exagerado; sin negar que haya presiones y conflictos. He estado en Venezuela y ahí he leído diarios que llamaban a matar a Chávez y no veía que fueran censurados. En Argentina veo todos los días periódicos y canales de televisión que opinan de forma constante en contra del gobierno y no veo que tengan ninguna restricción a sus opiniones. Pero efectivamente sí hay una confrontación de ideas muy fuertes y esa neutralidad que proclamaban los medios, ya no está; sin embargo, eso no es censura.

Lo que percibo es algo paradójico. Cuando alguien dice que no es cierto lo que dice El Clarín, eso hace parte del mismo ejercicio de libertad de expresión. En la región este concepto es bastante restringido, se refiere a que: la libertad de expresión es solo para mi y no me pueden criticar. Pero en realidad, la libertad de expresión es libertad y cualquiera puede expresar lo que quiera.

Cuando uno ejerce libertad de expresión también tiene que aceptar que otros la ejerzan en contra de uno. Porque sino es una libertad de expresión bastante compleja.

¿Y cuál es la situación en Argentina?

En Argentina no observo mayores amenazas. Efectivamente hay algunos problemas: la concentración de la propiedad de los medios es muy alta y para el periodista eso se convierte en un mercado restringido. Otro problema económico es la dependencia de la publicidad oficial. En Buenos Aires donde hay un mercado amplio y diversidad de medios es muy distinto a lo que pasa en el resto del país en donde los mercados publicitarios son pequeños y por lo tanto los medios depende absolutamente de la publicadad oficial. El gobierno es el único anunciante significativo y de éste depende la existencia de estos medios. Ante este panorama es muy difícil realizar una crítica abierta al proveedor económico. Creo que aquí se debe buscar la manera de promover una mayor igualdad de los mercados culturales. A parte de esto no veo más problemas.

Pero sí creo que hay algunos países como Venezuela y Ecuador en los que hay algunas legislaciones que permiten cierto control de contenidos. La regulación de la radio y la televisión e incluso de la prensa, que le permiten al gobierno un control, pienso que debería ser rechazada.

El informe de Freedom House sobre libertad de prensa en la región para 2014 posiciona a Argentina como «parcialmente libre». Como académico argentino experto en el tema, ¿comparte usted esta categorización?

Yo no confió en Freedom House. Es una organización conservadora de Estados Unidos. Si EE.UU. es la referencia de la prensa libre, pues yo puedo asegurar que en Argentina hay mucha más libertad. No porque Argentina sea el paraíso de la libertad de expresión, pues tiene muchos problemas como todos los países del mundo. Hace poco a una radio comunitaria le fueron secuestrados sus equipos y eso es un ejemplo de un episodio complejo.

Sin embargo, si la amenaza es porque los gobiernos regulan, discrepo de esas caracterizaciones pues creo que la regulación es algo indispensable y básico para garantizar el derecho de libertad de expresión. El problema es cuando se limita. Pero salvo los casos de Venezuela y Ecuador, tenemos leyes en la región que son ejemplo de regulación como en Uruguay; aunque los dueños de los medios uruguayos consideren que dichas leyes se comparan con las restricciones que se imponen en Venezuela.

Lo que realmente hay que analizar con estos informes es quién las hace y el criterio que utilizan.

¿Cuál es su opinión sobre el cierre de Fundamentos en Ecuador?

Fundamedios fue una fundación que en sus orígenes me parece que tenía una idea de libertad de expresión cercana a la mía. Después se transformó en un actor político de oposición al gobierno. Yo desconozco los motivos que han llevado al cierre de Fundamendios. Si es por una presión gubernamental que ha limitado su actuar, me parece muy triste que eso haya ocurrido.

¿Cuál cree que es la mayor amenaza para la libertad de prensa en la región?

Si entendemos por censura el acto de coacción física que impide la libre expresión de las ideas, quien ejerce concretamente esa censura es el narcotráfico. Es un fenómeno que se ha extendido a toda América Latina con mayor o menor intensidad en algunos casos. En Argentina también hay una fuerte presión del narcotráfico, no es un fenómeno acotado a México y Colombia. Pero más allá de eso, no veo acciones estatales de coacción física significativas.

El narcotráfico ejerce el asesinato de periodistas que es sin duda la censura más brutal, pero también entra la intimidación que muchas veces lleva a un fenómeno que es casi lo mismo que la censura: la autocensura, la idea de que el riesgo de publicar algunas cosas es tan alto que corre peligro la integridad física. El narcotráfico lo veo como una amenaza seria porque además tiene un poder creciente a nivel político.

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