Dónde quedaron las mujeres de ‘La negociación’

El documental La negociación pasará a la historia como uno de los relatos más completos que recopila el proceso de paz entre el Gobierno y las Farc. Sin embargo, las mujeres que negociaron la paz no tuvieron el micrófono en el largometraje. Sobre esto hablamos con Margarita Martínez, su directora; Elena Ambrosi, negociadora del Gobierno y Victoria Sandino, negociadora de las Farc.

“Fue una decisión difícil. Sabía que la crítica venía”. Margarita Martínez, directora de La negociación, dice que tiene una deuda personal con la mujeres que negociaron la paz en La Habana y que se quedaron por fuera del documental que lanzó la semana pasada.

La negociación cuenta una historia de seis años: desde la fase secreta de los diálogos hasta la posesión del presidente actual, Iván Duque. La cuenta a través de la voz de personajes del gobierno, de las Farc, de la oposición, de ciudadanos y ciudadanas, de las víctimas. Pero ahí pareciera que quienes negociaron la paz fueron sólo los hombres. Las mujeres están ausentes: están en cámara, pero no en el micrófono.

“Me pareció que estaba haciendo falta algo”, dice Elena Ambrosi, negociadora del Gobierno en La Habana, mientras habla de su primera impresión del documental. Es cierto que las mujeres no estuvieron desde el principio. Ni en la fase secreta, ni en la fase exploratoria. Su entrada como negociadoras fue posterior y fue, dice Ambrosi, un esfuerzo y un logro de las organizaciones de mujeres y de la comunidad internacional, que insistió en la necesidad y en la importancia de que las mujeres participaran en la negociación y en la construcción de paz. “Esa participación activa de las mujeres en el proceso y ese enfoque de género en el Acuerdo, lo hacen único a nivel mundial”, explica.

¿Entonces por qué ellas no aparecieron en pantalla?

En un documental, como en un artículo, hay que decidir quién habla y quién no. Margarita Martínez conversó con las negociadoras, las grabó. Las incluyó en una primera versión del documental. Pero al final las sacó. “Todo el mundo que estaba en la negociación sabe que ellas eran el soporte básico de eso”, dice Martínez. Pero explica que cuando metió tantas voces, la narración se enredó demasiado. “Es tanto material (de seis años de grabación), hay tantos protagonistas que yo decidí que nada más hablaran los principales”.

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Definitivamente, en cualquier narrativa que se haga del Acuerdo y del proceso de paz tienen que estar las voces de las mujeres, comenta Victoria Sandino, negociadora de las Farc en los diálogos. “Porque ahí estuvimos y como protagonistas principales”, afirma.

No meterlas a ellas es injusto, pero hubo muchas cosas que tuve que dejar por fuera en edición. Cuando edito hago lo mejor que puedo. Y mi objetivo es que se entienda

Para Margarita Martínez dejar por fuera personajes como De La Calle, o como Sergio Jaramillo, por ejemplo, no era una opción. No meterlas a ellas es injusto, explica Martínez, “pero hubo muchas cosas que tuve que dejar por fuera en edición”. “Cuando edito hago lo mejor que puedo. Y mi objetivo es que se entienda. Cuando había tantos personajes y la gente no entendía tuve que parar y pensar mejor lo que estaba haciendo”, explica Martínez.  

Esta no es la primera pieza sobre el proceso de paz, ni será la última. “Ninguna de las que yo he visto hasta ahora ha reconocido la participación de las mujeres como negociadoras y del enfoque de género en los acuerdos”, explica Ambrosi.  Agrega también que de lo que ha salido, nada realmente ha tratado sobre el contenido mismo de los acuerdos: “Creo que quienes están documentando el proceso tienen una deuda con reconocer la participación de las mujeres y el enfoque de género”.

Pero Ambrosi reconoce que el problema con el enfoque de género vino desde la pedagogía del Acuerdo. Desde ahí hubo una falla en explicar qué es el enfoque de género, cómo está concebido y a qué responde. No es otra cosa, dice Ambrosi, que entender la necesidad de la participación activa de las mujeres en la construcción de paz, reconocer la victimización que sufrieron las mujeres en el conflicto y la necesidad de tener medidas específicas y diferenciadas que atiendan esas particularidades de los efectos de la guerra en las mujeres colombianas.

El tema transversal del enfoque de género en el Acuerdo nunca hizo parte del guión del documental. Eso explica Martínez. No estuvo, nuevamente, porque era demasiado y había que sacrificar. No hizo parte del documental ni siquiera cuando se tergiversó, para el Plebiscito, en la campaña del No. “¿Cómo simplificas la parte en que explicas Plebiscito?”, se pregunta Martínez. La campaña del No tenía tres variables: el castrochavismo, la ideología de género y el odio a Santos, dice. “Si yo me meto en cada una de ellas no logro que se siga un hilo en una narración de seis años. Eso fue difícil”.

El riesgo de esto, dice Victoria Sandino, es el de no contar la historia completa: “Seguimos repitiendo la historia que ha brillado por la ausencia de las mujeres en los hechos históricos, a pesar de que hayamos sido protagonistas”.

Fuimos seres anónimos. Hace parte de la cultura patriarcal colombiana. En La Habana, las voces nuestras, las de las mujeres, no fueron lo suficientemente taquilleras

El objetivo de mostrar a las mujeres no ha estado, dice Sandino. Por eso recalca la necesidad de que otras voces se sumen a reivindicar y hacer justicia a las mujeres que han contribuido en la construcción de paz. Porque para ella esa ausencia de las mujeres no es de ahora, es de siempre. Recuerda que pasó en La Habana con los medios, con los periodistas, incluso con las mismas mujeres que estaban ahí. “Fuimos seres anónimos. Hace parte de la cultura patriarcal colombiana. En La Habana, las voces nuestras, las de las mujeres, no fueron lo suficientemente taquilleras”, dice.  

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“Lo que hicimos fue reducir personajes, pero con el tiempo todos aparecerán”, explica Margarita Martínez. La negociación,  el largometraje, no es lo único que se realizará con las más de 300 horas de grabación. Habrá tres cortos documentales, cada uno dedicado a temas fundamentales del proceso: víctimas, militares y mujeres. “Para hacer justicia a cada uno de esos temas, que fueron y son fundamentales y que no quedaron contados en la cronología del documental, cada uno necesitan un espacio. Su propio espacio”.

Para Elena Ambrosi esto sería lo esperado, lo que debería pasar. Para Victoria Sandino, esto no es suficiente. Ambrosi dice que con ese corto lograría visibilizar la participación de las mujeres y reconocer el papel que tuvieron en el proceso. Sandino dice que la parte que ya está en cartelera es la historia que va a quedar registrada, la que las personas van a recordar. “En esa no aparecemos las mujeres”.  

 

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