Misión imposible: Sentencia final. La historia del último gran héroe
Pocas personas pueden llevar al público a las salas de cine solo con su nombre: Leo DiCaprio, The Rock, Brad Pitt, Tom Hanks. Pero, por encima de todos ellos, hay que admitir que Tom Cruise tiene un aura especial que lo separa del resto. ¿Es la última gran estrella de Hollywood? La más reciente entrega de Misión Imposible pone a prueba esa teoría.
por
Álvaro Serje Tuirán
Crítico de cine y TV
06.06.2025
Tom Cruise tiene una misión. No se trata de desactivar una bomba, ni robar un valioso artefacto, ni capturar un violento criminal. Esta vez, su objetivo es mucho más ambicioso: salvar las salas de cine. Desde que las plataformas de streaming comenzaron a consolidarse como una amenaza real para el modelo tradicional de exhibición, Cruise se ha nombrado a sí mismo como el último guardián de la experiencia cinematográfica. Lo ha hecho de manera pública en sus redes sociales, recalcando la importancia de ver la película en salas, posteando fotografías con su boleta de cine, publicando mensajes de agradecimiento a los fans por asistir a los teatros o, incluso, en algunas proyecciones, agregando un saludo personal al inicio de la película, donde le da las gracias a los espectadores por estar allí.
“Sinners” de Ryan Coogler: sangre, blues y libertad
Sinners es la película del momento y desde ya se posiciona como una de las mejores del año. Un audaz relato que combina gangsters, música y terror en el Sur profundo de EEUU. Una historia de supervivencia y redención, donde la sangre corre y el alma se eleva con el sonido del blues.
Su misión lo llevó a ser una de las primeras grandes estrellas de Hollywood en retomar los rodajes luego de la pandemia y lo ha hecho uno de los pocos que aún no ha producido ni actuado en contenido hecho directamente para plataformas. También lo ha llevado a ponerse constantemente en riesgo al no usar dobles en sus complicadas secuencias de acción y crear escenas e imágenes que, desde su punto de vista, sólo pueden disfrutarse en la gran pantalla. Steven Spielberg no exageraba cuando en 2022 le agradeció públicamente por salvar a Hollywood, tras el estreno de Top Gun: Maverick, un éxito que revivió la taquilla global cuando aún no estaba claro si el público volvería a llenar las salas. Cruise ha ayudado a sostener la industria con pura determinación y carisma, película tras película, salto tras salto, golpe tras golpe. Todo ese impulso lo ha llevado a consolidarse, a sus 62 años, como una de las últimas grandes estrellas de Hollywood y, sin duda, uno de los pocos actores que sólo con su nombre aún puede llenar butacas.
Precisamente, su saga Misión Imposible, en la que también hace las veces de productor, se ha convertido en la punta de lanza de esa cruzada personal: un espectáculo cinematográfico a gran escala que invita al espectador a regresar a los teatros, no solo por nostalgia o fidelidad, sino por una promesa de emoción auténtica. Y hasta el momento, Cruise lo ha hecho muy bien, entregando grandes películas de acción, cada una con un nuevo episodio en las aventuras del agente Ethan Hunt y su equipo. Aunque la entrega anterior, estrenada en 2023, sufrió un duro revés en taquilla producto del fenómeno de Barbienheimer, Cruise no cede terreno y vuelve al campo de batalla con Misión Imposible: Sentencia final, que se anuncia como la última aventura de Hunt. En esta ocasión, el agente se enfrenta a una IA rebelde, omnipotente y omnipresente conocida solamente como «la Entidad» y a un enemigo del pasado que quiere apoderarse de este “ser” para su beneficio personal. Quien controle la IA será capaz de controlar, no sólo los sistemas de defensa del mundo, sino toda la información que circula en el ciberespacio.
La cinta cumple con todo a lo que Cruise nos tiene acostumbrados: persecuciones frenéticas, acción trepidante y el vértigo de ver al propio actor exponerse en peligrosas secuencias acrobáticas. Sin embargo, como en toda guerra, cuando se ha luchado ya por mucho tiempo, es muy probable terminar volviéndose aquello contra lo que uno se ha rebelado. En su intento por enfrentarse a las películas diseñadas por algoritmos, Misión Imposible termina pareciéndose demasiado a ellas. Se siente calculada, casi programada para activar ciertas emociones y replicar fórmulas probadas. Hay secuencias espectaculares, sí, pero también una evidente necesidad de que todo sea más dramático, más emocionante y más potente, lo que termina generando una sensación de repetición y cansancio. Por momentos, es como si Tom Cruise compitiera contra su propia sombra.
La historia, incluso, parece hacer referencia al papel del actor en la industria, cuando dice, por ejemplo, que “Ethan Hunt es el único al que la IA puede temer”. Dejando claro que la cinta hace eco del contexto real: Cruise, el defensor de lo humano (el cine como experiencia colectiva, el cuerpo real en escena, el riesgo físico), se enfrenta a la IA y la abstracción implacable de los algoritmos, un ser digital que amenaza con destruir al mundo como lo conocemos. La metáfora es potente, pero también hace que la película muchas veces pierda su frescura y capacidad de sorprender.
Además, en un modelo parecido al de las plataformas, donde todo tiene que ser desglosado y verbalizado para que el espectador pueda seguir las historias mientras mira el celular, la cinta cae en la terrible necesidad de explicarlo y justificarlo todo. Hay voces en off y monólogos reiterativos, diálogos que recalcan lo que ya hemos visto y alusiones constantes al pasado de la saga para justificar lo que ocurre. Justo allí se deja ver otro gran pecado de la película, caer en la autorreferencialidad. Una y otra vez se nos recuerdan eventos de filmes anteriores, se insertan flashbacks, se subraya que esto es parte de un universo mayor, que no es solo una película más, sino un “evento cinematográfico” de proporciones épicas. Y en esa insistencia por autolegitimarse, la película da más de una vuelta innecesaria.
Sin embargo, a pesar de las sobre explicaciones del guión y la insistencia de la cinta en ser más grande que la vida misma, Cruise tiene razón en algo, nada reemplaza la experiencia clásica del cine. Películas como Misión Imposible siguen siendo un espectáculo que se disfruta mejor en la pantalla grande. Tal vez, las nuevas generaciones, que crecieron en la era del streaming, no lo entiendan de la misma manera, pero, vale la pena darse la oportunidad de disfrutar de esta cinta en un teatro. Aunque sea sólo por el privilegio de ver en acción a la última gran estrella de Hollywood. Algunos dirán que Cruise no es el elegido para llevar ese título, pero en su defensa, hay que decir que ni DiCaprio ni Clooney ni Hanks son capaces de colgarse de cabeza en un avión o lanzarse en motocicleta por un acantilado, para mantener vivas las películas tal como lo conocemos. Y eso, sin duda, merece ser aplaudido desde la oscuridad de una sala de cine.