Mario Laserna, Albert Einstein y las ondas gravitacionales
Mario Laserna conoció a Albert Einstein mientras estudiaba la Maestría de Filosofía en Princeton. Lo invitó a hacer parte de la Junta Consultiva Internacional de la Universidad de los Andes. Se hicieron amigos, intercambiaron correspondencia. En febrero se anunció la detección de las ondas gravitacionales que Einstein predijo cien años atrás. Un acercamiento a este descubrimiento y a la amistad del fundador de la Universidad de los Andes con el autor de la Teoría de la Relatividad.
Mario Laserna Pinzón fundó la Universidad de los Andes en noviembre de 1948. Tenía 25 años y a esa edad, además, había obtenido pregrados en matemáticas, física y humanidades de la Universidad de Columbia en Nueva York. Mario Laserna, fundador distinguido de la universidad, era un hombre disciplinado y con un gran talento. En 1949, viajó a Nueva Jersey para estudiar la Maestría en Filosofía y allí, en la Universidad de Princeton, entre otras personas notables, se hizo amigo de Albert Einstein.
Para ese entonces, Albert Einstein era investigador y profesor en la Universidad de Princeton, tenía 70 años, le habían dado el Premio Nobel de Física (1921), la Medalla Copley (1925) y la Medalla Max Planck (1929); galardones que respaldaban una carrera fulgurante en la que había publicado, entre otros trabajos: “Una nueva determinación de las dimensiones moleculares” (1905), “Teoría de la relatividad espacial” (1905), “Un punto de vista heurístico sobre la producción y transformación de la luz” (1905) y la célebre “Teoría general de la relatividad” (1915), en la cual reformularía por completo el concepto de gravedad.
Mario Laserna invitó al célebre físico a hacer parte de la Junta Consultiva Internacional de la Universidad de los Andes. Einstein se entusiasmó con la idea que promovía Laserna: una universidad independiente del Estado y de la Iglesia. El genio que cambió la percepción del universo, hizo parte del comité, junto a otros notables como el padre de la computación moderna, John von Neumann; el matemático Solomon Lefschetz; el dramaturgo y novelista, Thornton Wilder y el filósofo de la ciencia Ernest Nagel.
Mario Laserna y Albert Einstein se reunieron para intercambiar ideas sobre teorías científicas y educación. Los encuentros en el Campus de Princeton y una breve relación epistolar terminaron con la muerte de Einstein, en 1955. Las discusiones que tuvieron, se refirieron a la educación, a la necesidad de un ambiente laico, desprovisto de influencias religiosas y políticas. En una de las cartas escritas por Mario Laserna, fechada el 14 de diciembre de 1954, el matemático y filósofo le preguntó a Einstein si era posible construir teorías físicas a partir de la información captada por cualquiera de nuestros sentidos: vista, gusto, tacto, olfato u oído. Einstein le respondió, en carta fechada el 8 de enero de 1955, que para él era esencial asumir la existencia de un mundo independiente de nuestras percepciones, un mundo que funciona independiente de lo que nuestros sentidos informan. De ahí que fuera tan importante la imaginación en la exploración del universo.
En 1916, hace cien años, Einstein predijo la existencia de ondas gravitacionales como parte de la Teoría general de la relatividad. Según la Teoría de Einstein todos los objetos en movimiento producen minúsculas ondas gravitacionales. Por ejemplo, usted cuando camina o corre, se mueve en el interior de su casa, conduce un auto o toma el bus, produce ondas gravitacionales alrededor suyo, parecidas a las de un lago cuando se le arrojan piedras. El asunto es que las ondas que emitimos son extremadamente difíciles de detectar. Y sin las pruebas de que estas existen, lo planteado por Einstein permanecía en el terreno de lo imaginario. Hasta el 11 de febrero de este año.
Los científicos se dieron a la tarea de detectar las ondas gravitacionales en el cosmos, estudiando cuerpos inmensos, como agujeros negros o supernovas. Para ello se valieron de equipos hipersensibles, dos ubicados en Estados Unidos y uno en Italia. Detectores compuestos de láseres, espejos y túneles de hasta tres kilómetros, con los cuales estudiaron los movimientos celestes. Así lograron detectar, un siglo después, las ondas predichas por Einstein, el miembro notable de la Junta Consultiva Internacional de la Universidad de los Andes.
Mario Laserna Pinzón fue un visionario por sentar las bases de la mejor universidad del país, por integrar en el origen de la misma a Albert Einstein, el personaje y la mente más grande del siglo XX, según la Revista Time. Einstein aportó a la construcción de la Universidad de los Andes, pocos años antes de su muerte. Pero también dejó planteada la existencia de las ondas gravitacionales, las cuales fueron comprobadas este año, confirmando que el científico tenía razón y abriendo una nueva era en la astronomía. Hasta el momento sólo habíamos podido ver el espacio, el universo observable; con este descubrimiento lo podremos escuchar. Y a partir de la información que los sonidos de las ondas gravitacionales nos remitan –de los agujeros negros, por ejemplo– exploraremos de manera inédita ese universo inabarcable en el que vivimos.