El primer mes fue muy estresante, llamaba (a mi familia en Wuhan) tres veces al día. Los hospitales estaban llenos de gente, las personas se caían en la calle. No sabíamos si era algo que sería mucho más grande de lo que veíamos, había tanta incertidumbre. A juzgar por la información que estábamos recibiendo, por primera vez sentí que las cosas podrían colapsar por completo. En un contexto en el cual nadie realmente confía en el medio oficial de noticias, nadie sabía qué creer.
Antes del 26 de enero, el gobierno no se había reunido y puesto de acuerdo para censurar internet y había muchas voces disidentes, en ese período de tres días, había una gran ira sobre la situación real.
Todos pudimos ver en tiempo real como tanto el contenido como todos los periodistas ciudadanos estaban siendo eliminados. La mayor parte de la información salió en el Twitter chino [Weibo]. Ellos borraron esas publicaciones y contrataron gente para realizar comentarios positivos, a veces se podían vislumbrar reacciones reales, pero luego las reemplazaban por otras de contenido positivo.
Probablemente, todos a mi alrededor estarían de acuerdo en que la gente realmente perdió la fe.
Hay que pagar un precio muy alto para ejercer el periodismo ciudadano en China. Leí sobre un hombre que recopiló información sobre las protestas y ahora ha sido sentenciado a cuatro años de prisión. La censura se ha vuelto más draconiana después del Covid. Hemos vivido bajo una estricta censura. Algunos chinos recopilaron todos los informes de noticias, eliminaron información sobre el Covid, la compartieron en github.com y finalmente fueron arrestados. Realmente hoy no sabemos qué está pasando con ellos.
Pienso que no tenemos un espacio público gratuito para que la gente pueda intercambiar sus ideas y pensamientos, por lo que no existe una reflexión pública [sobre la pandemia]. Quizá exista en lugares muy limitados, en el marco de una comunidad pequeña, pero no diría que como sociedad hoy se esté produciendo una conversación.
Podemos hablar de ello personalmente, pero incluso cuando dialogamos uno a uno en WeChat reemplazamos las palabras que podrían ser detectadas por la IA. Tenemos que pensar en lo que no podemos decir en caso de que nos comprometa, no es un gran lugar en línea para poder hablar de este tipo de temas.
Todos pudimos ver en tiempo real como tanto el contenido como todos los periodistas ciudadanos estaban siendo eliminados.
La historia de Gao Lingyuan
En la actualidad, vivo en Hefei, provincia de Anhui (este) en China. Actualmente, en Hefei no hemos visto ningún caso nuevo desde finales de marzo. Muchas compañías han regresado al trabajo y están tomando precauciones, garantizando que se siga tomando la temperatura de sus estudiantes y su personal. La situación no es absolutamente normal, pero estamos llegando a ese punto. A causa del brote de Beijing, ahora hemos incrementado la seguridad en las comunidades para asegurarnos que las personas puedan ser monitoreadas de cerca.
Soy profesor de inglés y trabajo en un departamento internacional en un instituto. Económicamente, fui cauteloso porque estaba nervioso sobre la posibilidad de que la empresa cerrara. Pude ahorrar tres cuartos de mi sueldo por mes. He tomado una mayor conciencia sobre mis hábitos de gastos y después del confinamiento analizaré si realmente necesito comprar ciertos artículos.
En lo relacionado con la comida y la salud, también me he vuelto más cauteloso, especialmente cuando se trata de comer en pequeñas tiendas y comprar comida callejera vinculada a comestibles, antes no me importaba si estaba empaquetada o no, pero ahora compro más alimentos envasados que no han estado expuestos a espacios abiertos, donde la gente puede respirarlos o tocarlos.
Para tener una vida más viable durante el confinamiento, ya sea que hayas estado trabajando desde casa o haciendo tareas domésticas, el objetivo es mantenerse ocupado. Hay muchos días para holgazanear, pero hay que tratar de fijar una rutina y ceñirse a ella, aunque siempre se pueden hacer algunos ajustes para no aburrirse. Lo más importante es vestirse todos los días.
Si tuviera que hacer todo esto de nuevo, definitivamente ordenaría más alimentos desde casa, compraría una máquina de coser y aprendería a hacer mi propia ropa. Pero lo más importante es que iniciaría un pequeño club para que los jóvenes tengan un mayor compromiso social con otras culturas y con las diferentes experiencias que han atravesado durante el Covid. Sería un espacio seguro para que los jóvenes interactúen con otras personas de todo el mundo.
También aprendí que si el medio ambiente está enfermo o no se desarrolla de manera óptima, tampoco podrán hacerlo las personas a su alrededor. Debemos mejorar el reciclaje y asegurarnos de cuidar nuestro entorno natural si queremos mantener una buena salud. También les grito a las personas cuando las veo sin sus máscaras o escupiendo y les digo que podrían hacerlo mucho mejor. No creo que otras personas en China sean tan audaces para decirles a otros que practiquen buenos hábitos, pero espero que todo esto mejore.