[BLOG] Las Uniandinas abortamos, porque el aborto Sí es normal
8M, 2020. Desde la colectiva feminista No es Normal lanzamos la campaña #LasUniandinasAbortamos, un espacio para visibilizar, normalizar y desmitificar el aborto desde nuestras experiencias para entender que #ElAbortoSíEsNormal.
Por Mariana Cuberos Arboleda y Camila Castellanos Forero
El debate sobre la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo (IVE) volvió a ser el centro de atención en el país tras la demanda de la abogada Natalia Bernal a la Corte Constitucional, que buscaba la penalización total del aborto sin distinción de causales. Aprovechando esta coyuntura y en el marco del 8 de marzo, desde No es Normal, colectiva de género de la Universidad de los Andes, decidimos lanzar una campaña que abordara el tema. Llevamos cinco años trabajando dentro de la Universidad para visibilizar y desnormalizar la violencia de género y el machismo en espacios educativos. Nos habíamos dedicado, hasta ahora, a denunciar y nombrar aquello que no era normal que sucediera en los salones de clase, en los pasillos, en las fiestas universitarias, etc. No obstante, le dimos un vuelco al lema de la colectiva y pensamos en cómo hacer una campaña que mostrara que el aborto sí era normal.
La idea, entonces, fue crear un espacio de micrófono abierto, a través de una encuesta anónima en redes sociales, en donde las personas pudieran contar sus historias de aborto, buscando así normalizar estas experiencias y visibilizar las vivencias de primera mano, que nos parecen mucho más dicientes que los simples datos. Quisimos que fuera un espacio seguro para hablar del aborto desde nuestras experiencias (entendiendo nuestras como de la comunidad Uniandina, en toda la pluralidad que esto implica).
Decidimos nombrar la campaña #LasUniandinasAbortamos, haciendo eco de #LasTrabajadorasAbortamos, lema establecido desde la Coordinadora Feminista de Bogotá para este 8M con el fin de visibilizar las diversas luchas de las trabajadoras (dado que el 8M surgió como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora). El nombre generó mucha polémica: había quienes decían que era una generalización, porque no todas las Uniandinas abortamos. A nosotras esta polémica nos gusta: muestra que es un tema que despierta sensibilidades, que la sociedad no está preparada para normalizar y aceptar, que es percibido como algo marginal. El fin de esta campaña fue, por lo tanto, evidenciar que esto no es así, que recibimos y difundimos testimonios de personas que en efecto son Uniandinas y que en efecto abortaron y que, además, no son pocas (recibimos 38 testimonios completos, pero en total 55 respuestas).
Al tener estos relatos, decidimos hacer un panel. La idea era invitar personas expertas en el tema de aborto para discutir los testimonios que habíamos recolectado y así entender mejor los temas recurrentes que había en ellos. En ese sentido, la fachada de moderadoras la ejercimos nosotras, ya que, en realidad, fue moderado y guiado por las voces anónimas de las historias que recibimos y se desarrolló según los temas que estas plantearon. Entonces, reunimos a Viviana Bohórquez, cocreadora de Las Igualadas, que ha dedicado gran parte de su vida y sus estudios, incluida una tesis de posgrado, a investigar sobre el aborto en Colombia; Juan Carlos Vargas, médico y asesor científico de Profamilia, quien podía hablarnos sobre los aspectos más técnicos de estos procedimientos; Angélica Cocomá, abogada de Women’s Link Worldwide, organización que ha jugado un papel clave en la investigación, defensa y difusión de los temas de aborto en Colombia; Paola Uribe, profesional de la Salud en Oriéntame, para que nos hablara de cómo llevan a cabo estos procedimientos en dicha organización, desde el acompañamiento a quienes se lo practican o los métodos que usan, a lo largo de todo el proceso; y Stephanie Salazar, comunicadora de Católicas por el Derecho a Decidir, para que nos ayudara a entender el papel que juegan la moral y la religión en el estigma sobre el aborto en Colombia. Titulamos el panel “El aborto Sí es normal”, porque esperábamos, con las perspectivas de estas personas expertas y los testimonios, lograr entender, normalizar y visibilizar distintas experiencias de aborto, así como hablar de las luchas que se están dando para legitimarlo como derecho y de las barreras que persisten para garantizarlo.
Paralelamente, publicamos en redes todos los testimonios y comenzamos a pegar los testimonios, en forma de stickers, en las puertas de los baños de mujeres y neutros de la universidad. Recurrimos a este método como forma de resistencia, debido a que la Universidad no nos permitió usar otro espacio, por la oposición que esto podría generar. Entonces, pegarlos en forma de stickers aseguraba que fueran más difíciles de arrancar si sí encontrábamos esa oposición. Además, los pegamos en los baños, un lugar íntimo, donde las personas pueden verse más tocadas por este tipo de historias y pueden tomarse el tiempo de leerlas; y los pusimos en los baños en los que es donde es más probable que los vean personas gestantes, que son en quienes principalmente queríamos enfocar la campaña.
Para concluir la campaña elaboramos este artículo, en el cual queremos compartir algunos de nuestros aprendizajes tras este proceso. Para esto, nos guiaremos por los testimonios (como lo hicimos en el panel), con el fin de hablar de algunos mitos que circulan sobre los temas de aborto y que desmontamos a través de esta campaña.
El aborto y la religión
El primer mito que queremos mencionar aquí tiene que ver con la religión. Varias de las mujeres que nos enviaron sus testimonios afirmaron que tuvieron muchos conflictos morales y emocionales al momento de abortar debido a sus creencias religiosas o las que les ha inculcado la sociedad:
Desde esta perspectiva, es fácil creer que el catolicismo se opone al aborto, que Dios no lo acepta ni lo perdona. Sin embargo, Stephanie, en el panel, nos aclaró que esto es un mito, aunque esté muy arraigado en el imaginario social. En realidad, la oposición religiosa al aborto surge desde sectores eclesiales que son patriarcales y tienen un interés en mantener el control sobre el cuerpo de las mujeres, pero no está relacionado con la doctrina católica. Por ejemplo, si bien el Código de Derecho Canónico contempla el aborto como pecado, contempla también muchos atenuantes que lo “despenalizan”, que incluyen prácticamente todas las razones por las cuales las mujeres suelen abortar. Además, en dos pasajes de la Biblia se evidencia que la vida de un feto no vale lo mismo que la vida de quien lo gesta, por lo cual, desde la misma doctrina, no sería equiparable a una vida humana. De esta manera concluimos que, contrario a lo que se cree, no hay razones religiosas de peso para rechazar el aborto ni para culpabilizar a quienes abortan.
La sanción social
Pensábamos que al superar la sanción religiosa liberaríamos a las personas gestantes del castigo llamado pecado que la sociedad les impone por abortar. Y no nos malentiendan, aterrizar la religión a un terreno feminista fue esperanzador, pero aún persistía la sanción social que se le da al aborto en un “Estado laico”. ¿No es suficiente prueba de una moral anti-derechos el hecho de que el aborto sea un delito? Pero este argumento abstracto se concretó cuando nos dimos cuenta, en los testimonios, de que no se necesitó la potestad punitiva del Estado para sancionar a estas mujeres: la sanción social se impartió desde sus núcleos más cercanos, con juicios y afirmaciones que generaron miedos infundados y dudas, llevando, incluso, a algunas mujeres a hacerse el procedimiento a escondidas y poniendo su vida en riesgo, para que “nadie se diera cuenta”.
Pero ahí no se quedan las consecuencias de la sanción social; esta desemboca también en violencias ejercidas por lxs profesionales de la salud, como las que vimos en algunos testimonios:
Aunque Juan Carlos nos precisó que la Universidad de los Andes está educando a una generación de profesionales de salud que no ejerza tales actos, y Paola nos contó que el acompañamiento en Oriéntame dista de esas prácticas, Viviana nos aterrizó en otra realidad, recordándonos que en la mayoría de centros de salud en Colombia todavía son comunes esas violencias.
Sobre la causal salud
También quisimos discutir en el panel que un par de semanas antes, el grupo feminista conocido como Las Viejas Verdes había publicado una imagen que decía “En Colombia todo embarazo no deseado se puede interrumpir legalmente por causal *salud mental*”. En muchos testimonios tal causal es leída como un nicho legal del que siempre se puede abusar para buscar un aborto, lo cual genera conflicto ya que se equipara con una manera de “saltarse la ley”.
Y es que tiene todo el sentido del mundo que, en un país tan tradicionalista y ortodoxo, no se entiendan de manera acertada los alcances de la salud mental; incluso para nosotras resultaba difícil. Viviana, desde la perspectiva del derecho, nos aclaró que
“salud mental” no significa únicamente tener una enfermedad; parte desde el riesgo de desarrollarla, y es aterrizado al riesgo de arrasar con el proyecto de vida, es decir, el riesgo de alterar el bienestar de la persona gestante.
Pero ¿qué pasa detrás del escritorio de lxs médicxs? Juan Carlos nos contó que la certificación de la causal salud es muy sencilla, ya que ellxs deben escribir lo que la persona gestante les cuente, mas no interpretarlo. Entonces, entendimos que no se trata de un “oscuro nicho legal”, sino de ampliar nuestras barreras de conocimiento frente a la palabra salud, y de entender el bienestar de manera subjetiva e integral.
Los procedimientos médicos para abortar
Pero ahí no se acababan nuestras dudas: ¿no han escuchado los rumores de lxs anti-derechos que narran cómo en un aborto se corta miembro tras miembro del feto ingeniero mientras este llora? ¿O que los procedimientos son crudos y dolorosos tanto para la persona gestante como para el feto? Incluso, en algunos de los testimonios vimos historias supremamente dolorosas:
Juan Carlos nos explicó que un aborto seguro necesita (i) que lo haga alguien que lo sepa hacer y (ii) que lo haga en un sitio seguro. Precisó que en el primer trimestre hay dos técnicas para realizarlo: por medio de medicamentos y por la técnica de AMEU (Aspiración Manual Endo Uterina). En el segundo trimestre también se debe sacar el contenido uterino, pero con una preparación del cuello uterino distinta; y en las edades gestacionales avanzadas se debe sacar el contenido por parto natural o cesárea. Viviana precisó que, estadísticamente, las mujeres que desean abortar lo hacen en el primer trimestre de embarazo, por lo que, según cuenta el Doctor, se debería seguir la técnica de medicamentos o de AMEU.
Pero esto no nos cuadraba; ¿por qué teníamos tantos testimonios de aborto en el primer trimestre que usaban la técnica de legrado?
Pues bien, este es un anticuado y doloroso procedimiento de raspado del útero que hoy en día es innecesario en la práctica de un aborto. Viviana nos aclaró estos datos: resulta que, excepcionalmente, hay lugares como Profamilia y Oriéntame, que son respetuosos con los derechos de las personas gestantes. No obstante, ir a otros lugares (especialmente los clandestinos) hace que el aborto se convierta en una pesadilla. Una hipótesis para este fenómeno es que en este tipo de lugares lxs médicxs son tan machistas que realizan el legrado para que las personas gestantes sufran de manera innecesaria, a modo de castigo. Otra razón, bajo la cual se justifican, es que fueron a la universidad hace mucho tiempo y dicen no estar entrenadxs en otros métodos, pero acá, nuevamente, el machismo es una barrera, pues hace que tampoco les interese entrenarse. Finalmente, nos topamos con una barrera institucional, ya que muchos hospitales no están abastecidos con los medicamentos para el proceso abortivo, por lo que recurren al legrado.
Barreras: económicas e institucionales
Hablando de barreras institucionales, estas fueron una de las razones principales por las que muchas de las mujeres a quienes leímos recurrieron a abortos clandestinos:
No obstante, en sus relatos pudimos ver que, además de las barreras institucionales, a la hora de realizarse un aborto están también las barreras económicas, que pueden llegar a ser igualmente duras:
Desde el panel quisimos entender y desmitificar estas barreras. Se los contamos aquí con la esperanza de que, si seguimos difundiendo información veraz, nadie más tendrá que vivir situaciones tan difíciles como las anteriores.
Las EPS tienen la obligación de brindar el servicio de IVE, con un plazo máximo de respuesta a la solicitud de 5 días calendario. Este procedimiento se debe brindar sin costo siempre que la persona se acoja a alguna de las causales. Sin embargo, los prestadores de salud más expertos y capacitados en todo el país para brindar este servicio son Oriéntame y Profamilia, como lo aclaró Viviana, quienes suelen cobrar precios elevados por el procedimiento porque, como nos explicaron, tienen medicamentos y equipos que son aún difíciles de conseguir en Colombia. Sin embargo, queremos resaltar que estas dos organizaciones tienen muchos convenios que pueden ayudar a financiar el procedimiento. Oriéntame tiene un sistema de costo según los ingresos de quien solicita la IVE (con descuentos para estudiantes) y, además, tiene convenio con cuatro EPS. Profamilia tiene convenio con todas o casi todas las EPS. Además, cualquier persona puede acercarse a estos dos centros, como Juan Carlos y Paola nos explican, sin necesidad de permiso de padre(s), madre(s) o acudientes (ni siquiera siendo menor de edad), ni de la pareja. Las dos organizaciones están comprometidas a brindar un trato digno y respetuoso, de acompañamiento en todo el proceso, incluso si no quieres una IVE.
¿Es traumático abortar?
Otro tema muy importante que abordamos fue el impacto emocional que sufren quienes abortan. Hay dos mitos que circulan en este sentido: el primero, que el aborto es una experiencia sumamente traumática que deja marcas de por vida en la salud emocional de quienes se lo practican; y el segundo, paradójicamente, que si se legaliza el aborto las personas gestantes lo tomarán como una solución fácil a los embarazos no planeados y que, en vez de utilizar métodos anticonceptivos, van a abortar rutinariamente. ¿A ustedes también les dijeron que con la legalización “vamos a abortar por deporte”? Pues bien, ninguna de las dos cosas es del todo cierta. Por un lado, el 95% de quienes dieron su testimonio afirman no arrepentirse de su decisión:
Sobre el restante 5%, este arrepentimiento suele ser el resultado del estigma social alrededor el aborto, pero también de la dificultad que tienen las personas gestantes ante la decisión sobre sus cuerpos; de ahí que la culpa surja no por el hecho de abortar en sí mismo sino por haber decidido sobre sus cuerpos (suele ocurrir, por ejemplo, en víctimas de violación o violencia psicológica):
Por otro lado, así como muchas afirmaron no arrepentirse, también la gran mayoría tuvieron algún tipo de impacto emocional tras el proceso:
Aunque, en general, quienes tuvieron los efectos psicológicos más graves fueron quienes se enfrentaron a barreras, violencias o procedimientos difíciles:
Como vemos, estos son problemas que se solucionan o disminuyen al garantizar el acceso al aborto legal, seguro y gratuito, así como a información veraz, educación sexual y apoyo psicológico. Sin embargo, también vemos que, incluso en las mejores condiciones, el aborto es una experiencia difícil, es una decisión dura de tomar y es un procedimiento médico delicado, como cualquier otro.
Esto nos dejó claro que no, el aborto no es un procedimiento que las personas gestantes “vayan a coger por deporte”, ni que “les pasa por no cuidarse”, pero tampoco algo que nunca se supere y sea traumático en todos los casos. Tiene muchos matices, como todo en la vida: es normal.
Sobre nuestro proceso
Desde el nombre de la campaña hasta el día de hoy encontramos oposición, como lo hicieron quienes nos contaron sus historias; pero creemos que esto solo demuestra que es importante seguir impulsando y creando estos espacios. Queremos agradecer a quienes nos compartieron sus testimonios: como ven, no están solas y no lo estarán nunca más. Esperamos que este proceso de visibilización sirva como un primer paso para normalizar y desmitificar las experiencias de las personas gestantes que deciden interrumpir su embarazo voluntariamente. No vamos a parar hasta que el aborto no solo sea libre y seguro, sino un derecho en vez de un privilegio, y hasta que se entienda, por fin, que el aborto SÍ es normal.