A mediados de mayo, un grupo de más de 50 senadores presentó en plenaria del Congreso de la República una propuesta de Renta Básica Universal, con la que buscan contrarrestar los efectos económicos críticos que ha provocado la pandemia del Covid-19 en el país. La iniciativa consiste en crear un programa del Gobierno que destinaría cerca de $40,5 billones para beneficiar a unos 34,5 millones de colombianos afectados por la crisis económica, a través de un giro monetario periódico de recursos a los ciudadanos, que lo recibirían sin contraprestación alguna.
Sorprende que la propuesta haya nacido en el Congreso y no en la rama ejecutiva, particularmente el Ministerio de Hacienda, que es la cartera que usualmente se ocupa de estos temas y que tiene la capacidad técnica para promover políticas de este corte. Hasta ahora, el Congreso había funcionado más como la notaría del Ministerio de Hacienda que como su contrapeso. Por eso, es histórico que sea el Congreso quien propone una medida de este calibre con grandes implicaciones sociales, fiscales y redistributivas.
"Implementar una política como ésta llevaría a construir una Colombia mucho más justa".
Esta semana, el Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla les respondió a los congresistas:
“No me parece que se trate de una media coyuntural sino más estructural, donde se reemplazarían nuestra actual política de gasto focalizado, tal vez muy restringido en términos de esa focalización, por un enfoque más universal donde tendríamos unas destinaciones y tendríamos que tener una enorme capacidad de procesar y generar datos”, dijo ante la Comisión Cuarta de la Cámara de Representantes. Agregó, además, que es una medida compleja y de largo plazo y que implica “un cambio muy fuerte” para la economía nacional que requeriría, por ejemplo, que la economía fuera más formal y que la mayoría de la población declarara renta.
Sin embargo, implementar una política como ésta llevaría a construir una Colombia mucho más justa. En uno de los países más desiguales del mundo, las cuentas dan para crear una Renta Básica que permita fácilmente acabar con la pobreza extrema, y con cierto esfuerzo para acabar con la pobreza. Es cierto que una renta mucho más alta que esto requeriría enormes cambios estructurales, y una economía que no tenemos. Pero las cuentas dan para la propuesta que impulsan los congresistas.
Por ejemplo, para tener una renta básica que saque de la pobreza monetaria extrema a todos quienes, según el DANE, se encuentran en ella, se necesitaría una cantidad de dinero equivalente o cercana a la cantidad de personas que actualmente están en la pobreza, multiplicado por el dinero que se necesita para sobrepasar esa línea. Es decir, unos 5 billones de pesos anuales, 4 billones de pesos menos que los recortes de impuestos a las empresas que otorgó el Gobierno Iván Duque en su última reforma tributaria. El fin de la pobreza extrema en Colombia se puede lograr con holgura.
Este es el cálculo:
Cuentas #RentaBásica para acabar
con la pobreza monetaria extrema
Pobreza extrema: $0,12 millones al mes -> $1,44 millones al año
Colombianos en pobreza extrema: 50 millones*7,2% = 3,6 millones
Costo anual = (1,44*3,6) millones = 5,2 billones.
Ventajas de la Renta Básica
Una preocupación legítima frente a la Renta Básica es que hace que las personas que la reciben dependan del Estado. Sin embargo, hay mecanismos para que esto no ocurra.
Por ejemplo, se puede diseñar un sistema de transferencias para apoyo en ingresos a las familias donde, por cada peso que la gente se gane trabajando, se disminuya un poco el ingreso que recibe del Gobierno, sin por eso eliminar el subsidio de golpe. Es decir, un diseño en el que trabajar y ganar más siempre sea buen negocio.
¿Cómo funcionan las cosas hoy en día, y cómo se pueden mejorar? Actualmente, los programas de transferencias monetarias del Gobierno tienen un mal diseño. A las personas que están por debajo de una línea de corte en el Sisbén se les dan subsidios, y a quienes están así sea un punto por encima de la línea de corte, se les quitan. Esto hace que trabajar para ganar más dinero sea, potencialmente, mal negocio: hacerlo puede llevar a un puntaje más alto en el Sisbén, lo cual conlleva la pérdida del subsidio.
"Trabajar más para ganar más siempre sería buen negocio".
Para que trabajar siempre sea buen negocio, el subsidio se podría desmontar gradualmente y no de tajo. Por ejemplo, dado que la pobreza monetaria consiste en tener ingresos mensuales de menos de aproximadamente 300 mil pesos, el gobierno podría darles un subsidio de 300 mil pesos a quienes no tengan trabajo. Pero en vez de quitarles el subsidio cuando consigan empleo, se podría desmontar el subsidio gradualmente, pidiéndoles que por cada 100 mil pesos de ingresos laborales que obtuvieran, devolvieran 20 mil pesos del subsidio, en vez de devolver todo de golpe. Así, si con un trabajo por horas (como el que se aprobó en el Plan Nacional de Desarrollo y está por ser reglamentado) ganan 500 mil pesos al mes, siguen recibiendo un subsidio, pero ya no de 300 mil pesos, sino de 200 mil; si trabajan de tiempo completo y ganan 1 millón, el subsidio se reduciría a 100 mil pesos; y si ganan 1 millón 500 mil pesos, o más, ya no recibirían ningún subsidio. Con un programa así, los incentivos para ocultar los ingresos (o para aparentar ser pobre, que es algo que, desafortunadamente, incentiva el Sisbén) serían mucho menores, y trabajar más para ganar más siempre sería buen negocio. Un programa exactamente como el descrito tendría un costo anual de 61,4 billones de pesos al año, según cálculos de un estudio próximo a publicarse, el cual hemos realizado en el Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana con base en microdatos del DANE. Este es un monto que puede conseguirse alineandonos un poco más de cerca con los niveles de recaudo tributario de la OCDE.
Otra de las ventajas de la Renta Básica, y que la hacen una medida peculiar, es que cuenta con el apoyo de pensadores tanto de izquierda como de derecha. Y, si algo es claro, es que estos extremos casi nunca se ponen de acuerdo.
Para sus proponentes de izquierda, el principal atractivo es que la Renta Básica Universal disminuye la desigualdad, mientras que para los de derecha es una manera de consolidar burocracias que dan distintos tipos de apoyo monetario y en especie en un solo programa, sencillo y eficiente, que distorsiona lo menos posible el libre mercado. Así, por ejemplo, en vez de tener un programa que financie vivienda de interés social de calidad cuestionable, otro de alimentación escolar costosa y poco nutritiva, y otros más en los cuales se da dinero a quienes estén por debajo de algún puntaje en el Sisbén, se puede confiar en que es la gente la que mejor conoce sus necesidades y quiénes son los proveedores que pueden suplirlas con buena calidad y a costos razonables, por lo cual lo mejor es otorgarles una sola transferencia que, además, como se describió anteriormente, no desincentiva el trabajo. El debate entre derecha e izquierda tiende a centrarse sobre qué programas desmontar – o qué impuestos subir – para financiar una renta básica, pero la renta básica como tal tiene proponentes de ambos bandos.
¿Por qué no tenemos Renta Básica?
Es importante recordar que son factores políticos y no económicos los que explican que hoy no haya una Renta Básica en Colombia, al menos para eliminar la pobreza extrema. Como ya hemos visto, el país tiene los recursos para lograrlo, aunque probablemente se requeriría una reforma tributaria.
Sin embargo, este Gobierno ya anunció que no hará otra reforma tributaria, y por eso, seguramente, el Presidente le va a dejar la discusión de la Renta Básica – como muchas otras – a su sucesor. Su política económica se ha enfocado en promover recortes de impuestos a las empresas, incluso a costa de abrir un hueco fiscal; y sería sorprendente que echara para atrás la política en la que invirtió todo su capital político, por loables que sean las razones para hacerlo.