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La FilBo celebra la diferencia

En el marco de los 30 años de la Feria Internacional del libro de Bogotá (FilBo) se abrieron dos espacios para celebrar el orgullo de la comunidad LGBTI. Dos espacios que, sobre todo, buscaron desestructurar prejuicios y visibilizar a la comunidad trans.

por

Juan Camilo Chaves


04.05.2017

Imagen: Wikicommons

1.

“¿Ustedes creen que hoy, acá en Colombia, se puede hablar de una comunidad LGBT?”

Boom.

Un silencio momentáneo invade la sala. Los ojos se blanquean, las bocas se tuercen, una ceja se levanta, alguien toma agua, nadie quiere responder.

Con esa pregunta la escritora uruguaya Fernanda Trías abre el conversatorio Celebración del Orgullo y la diferencia en la Feria Internacional del Libro 2017. Es sábado y son las 6:00 p. m. “Pues a veces. Yo creo que hay que problematizar la idea de lo trans dentro de la comunidad porque incluso ahí no hay acceso, hay exclusión”, dice Mati González, abogada manizalita y primera mujer trans en trabajar en la Relatoría sobre derechos de personas LGBTI de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. “Es que siguen existiendo los que no caben”, asegura Andrea Salgado, escritora y periodista colombiana. “Yo no creo. Hay mucho clasismo y mucho machismo”, afirma Amalia Andrade, ilustradora y escritora, autora de Uno siempre cambia el amor de su vida [por otro amor o por otra vida] (2015). “Yo necesito más tiempo para pensar esta respuesta”, confiesa Alejandro Lanz, abogado y director de la ONG  Parces.

Y es que no es fácil. No es fácil saber que incluso dentro de la propia comunidad LGBT hay machismo y transfobia. Que algunos gais se burlan de las lesbianas masculinas o de los gais afeminados; que algunas lesbianas le hace bullying a los hombres trans; que los bisexuales no quepan ‘por no decidirse’; que se reproducen los mismos sesgos heteronormativos, clasistas y sexistas.

Pero, ¿ustedes creen que las cosas sí han cambiado? Al menos desde que ‘salieron del clóset’, les contrapregunta Trías

‘Yo creo que sí han cambiado las cosas. Antes una mujer como yo no hubiera podido salir a decir en voz alta que es lesbiana’, dice Amalia.

‘Que hoy haya más visibilidad para la comunidad trans no significa que en realidad haya habido cambios estructurales en la sociedad. A la gente todavía le da pena decir que salen con alguien trans. Si no hay cambios de fondo y no creamos comunidades eso no va a cambiar’, asegura Mati.

‘Yo creo que sí hay un cambio. Pero eso del clóset no debería existir. Yo simplemente un día me dí cuenta que también me podía gustar una mujer y me enamoré de ella. A mí no me gustan las etiquetas’, concluye Andrea.

‘A nivel legal yo sí creo que ha habido muchos avances. Lo importante es que las personas se apropien de esto, que sea un proceso desde abajo”, asegura Alejandro.


Existe un porcentaje muy reducido de personas trans que pueden acceder a escenarios como la educación superior

2.

“Hagamos un ejercicio: ¿quiénes de los que estamos aquí saben qué es una persona trans? Mmmm… OK, OK, y ¿cuántos de ustedes tienen un amigo, un familiar o un conocido trans? Levanten la mano, quiero ver cuántos son. ¡¿En serio tan poquitos?!”. Sólo unas 15 personas levantaron sus manos. Son las cinco de la tarde, es domingo y el auditorio E de la FilBo está a reventar. En la tarima, Daniela Maldonado modera una mesa que se llama Tomando el té con personas trans.   

– Hola. Gracias por venir. El espacio no se presta para tomar té, de hecho no hay té, pero los que quieran tomar algo a la salida nos vemos.

Daniela es directora de la Red Comunitaria Trans, una organización de educación popular comunitaria que busca consolidar la unión entre personas trans –desde la calle, la academia, las organizaciones sociales y el distrito–, con el fin de lograr el reconocimiento jurídico a nivel nacional. “Celebro que la feria del libro abra este tipo de espacios. En la medida que más gente tenga contacto con la comunidad trans se van a ir desestructurando todos los imaginarios  y prejuicios que hay alrededor de nosotros”, dice Daniela. Y es que acá hay que decir que hoy una de las preocupaciones más grandes de la comunidad trans es que no hacen parte de la mayoría de los espacios en la sociedad: “Siempre nos dicen que tenemos que ser putas o peluqueras. ¿O díganme cuántos de ustedes han tenido profesoras trans o han sido atendidos por un médico trans?”, asegura Yoko, una activista que ha representado a las trabajadoras sexuales de la mano de organizaciones como Parces. Yoko agrega: “a mí me toca usar Transmilenio todos los días y aguantarme las burlas, los cuchicheos y los comentarios de la gente por el simple hecho de ser trans”.

Yoko y Daniela no están solas. A su lado están Camilo Lozada, miembro de la Hombres en desorden – Red Distrital de Hombres Trans,  y Máximo Castellanos, de Todes, dos hombres trans que dicen cosas como estas:

– ¡Ser trans es una chimba parce! Nací otra vez porque se me dio la gana.

– Soy un hombre con tetas y vagina. ¡Y me encanta!

– Eso de que nací en el cuerpo equivocado… los equivocados son los que dicen eso.

– Yo quiero decidir todos los días quién quiero ser.

3.

 

– ¿Alguien en el público tiene alguna pregunta?, dice Fernanda Trías. Tenemos un par de minutos.

– Sí, yo. Por acá.

Una mujer joven, de unos veinte años,  se levanta en la parte de atrás del auditorio y camina hacía el frente de la tarima. Toma el micrófono y pregunta:

– Sí, bueno, yo quisiera saber ¿por qué no hay una persona heterosexual en el panel? ¿No sería más enriquecedor?

Hay un silencio generalizado y los panelistas quieren responder al tiempo.

– Amiga. ¿Le respondes tú o le respondo yo? Le pregunta Amalia a Mati.

– Pues yo creo que la pregunta debería ser más bien ¿por qué no hay una persona afro, un indígena o un discapacitado en esta panel?, responde Mati.

– Es que este es un sólo espacio de otros cientos de eventos en una feria como esta. ¿Acaso cuantos eventos en este momento están siendo liderados por alguien trans o por personas afro?, añade Amalia.

– Los heterosexuales blancos han tenido la voz siempre. Ya es hora de escuchar a otros, agrega Mati.

 

***

¿Ustedes en serio creen que en Bogotá se puede ser transgénero?, pregunta Daniela Maldonado. “Yo creo que es más bien pensar en qué condiciones se puede ser trans en Bogotá. ¿O es que hay espacios en la ciudad en los que no puede existir una corporalidad trans?”, contrapregunta Camilo. Algo aparentemente tan simple como ser es algo que históricamente se le ha negado a la comunidad trans en los espacios públicos y privados de nuestra ciudad.

– «Es que ser es nuestro primer punto de agenda», afirma Máximo.

Ser. Así de directo, así de sencillo.

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