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Django Unchained: la D es silenciosa

Ya se puede ver en Colombia la nueva película de Quentin Tarantino. Una cinta que deslumbrará a los cinéfilos, despelucará a los moralistas y aburrirá a unos cuantos.

por

Juan Carlos Rincón


07.02.2013

Nacionalidad: Estados Unidos
Fecha de estreno: 1 de febrero
Director: Quentin Tarantino
Guión: Quentin Tarantino
Reparto: Jamie Foxx, Christoph Waltz, Leonardo DiCaprio, Samuel L. Jackson

Tarantino está escribiendo y filmando con angustia. Su Django Sin Cadenas es un homenaje pasional, no sólo a los westerns, sino al cine como forma de arte. Hecha en 35mm, un formato que agoniza pero que el director ha prometido defender hasta la muerte, la cinta es una melodía sangrienta de excelentes actuaciones, música provocadora, escritura tajante, fotografía cautivante y, sobre todo, divertida historia.

Django (Jamie Foxx) es un esclavo en la Texas de dos años antes de la guerra civil norteamericana. El doctor King Schultz (Christoph Waltz) es un cazarrecompensas que detesta la esclavitud, pero necesita del esclavo para encontrar a unos forajidos, así que lo busca, lo encuentra, lo libera de los traficantes a quienes pertenecía y le propone un trato: si Django lo ayuda en su labor, le dará la libertad. Les va tan bien en la caza que deciden trabajar juntos. Cuando Django le toma confianza a su particular amigo, le pide ayuda para encontrar a su esposa, también esclava. En su búsqueda dan con Calvin Candie (Leonardo DiCaprio), uno de los dueños de esclavos más reconocidos, y con Stephen (Samuel L. Jackson), negro encargado de administrar a los esclavos en la plantación donde está la amada de Django.

La historia se toma su tiempo (son casi tres horas de película) para desarrollar a los personajes principales y el mundo que los rodea. El sur norteamericano racista es retratado desde la particular óptica de Tarantino con una cinematografía bellísima. El universo vibra: no hay persona en pantalla que no parezca real, necesaria, con su propio relato silencioso para contar. Foxx, Waltz, DiCaprio y Jackson interpretan sus papeles con una habilidad admirable. Cuando los cuatro están en escena, es difícil elegir a quién mirar. Tarantino (quien debió haber sido nominado al Oscar como mejor director por su manejo de actores) sabe cómo lograr que actores experimentados den lo mejor de sí y se diviertan haciéndolo. Hay que ver a Samuel L. Jackson (también olvidado por los Oscar) como Stephen. Hay que odiarlo, sentirlo.

Django Sin Cadenas triunfa en todos los niveles. Es, en lo más básico, una película llena de humor ácido, violencia necesaria y buena música. Es, también, un punto medio entre sátira y homenaje a todas las películas del lejano oeste y la tradición cowboy de Estados Unidos. Puede verse también como la reivindicación de la historia afroamericana y un crudo retrato de la esclavitud a través de la ficción. La cinta es una clase en cómo crear diálogos, personajes y una historia sólida. En últimas, Django puede verse como el producto de un amante de las películas que ya se ha ganado la licencia de darle rienda suelta a su brillante creatividad.

Cabe aclarar, eso sí, que esta es una película de Tarantino. Eso significa que es larga (quizá demasiado para la paciencia de algunos), con violencia muy visual (y, argumentarían algunos, excesiva) y con un tema que puede no ser el indicado para ciertos gustos. El director ofende sensibilidades sin pedir perdón. Están advertidos.

Tarantino ha estado hablando de retirarse. Le molesta filmar en formato digital y le preocupa que, con los años, su capacidad de crear buenas películas se diluya, tal y como le ha pasado a los grandes que él admira. Su angustia se ve en Django: cada toma busca ser una justificación de lo que se puede hacer en 35mm, cada combinación de música y acción es una afirmación sobre el propósito del cine (entretener, y luego lo demás), cada escena es un argumento para crear historias bien estructuradas, su aparición como actor en la película es para su propia diversión. Tarantino es un genio y Django Sin Cadenas una obra maestra producto de su pasión sin restricciones. No es su despedida (vienen, por lo menos, dos películas en el futuro), pero si es el reflejo de una larga carrera que parece acercarse a su final. En cualquier caso, hay que verla. Para películas como esta se inventó el cine.

*Juan Carlos Rincón es estudiante de derecho, hizo la Opción en periodismo, y además es asistente editorial y administrador de redes de 070.

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