Iván Duque lo ha intentado.
Ha buscado, de varias formas, subir en las encuestas, pero nada le ha funcionado. En agosto de 2018, cuando empezó su mandato, la aprobación de su gestión fue del 40 %. Según la última encuesta de Gallup, para junio, era del 29 %. Ni con el Proceso 8000 encima Ernesto Samper tuvo números tan bajos.
Uno de sus primeros actos como presidente fue firmar el Decreto que le permitía a la Policía confiscar la dosis mínima y prohibía el consumo de alcohol en espacios públicos. Según Gallup, más del 90 % de sus encuestados está en desacuerdo con ambas conductas. Sin duda, era un tiro certero y le funcionó, pues en octubre de 2018 su aprobación había subido al 47 %.
Desde entonces no hay muy buenas noticias y solo ha habido un momento de crecimiento en la popularidad del presidente: luego de anunciar la muerte de alias ‘Guacho’. Entre diciembre de 2018 y febrero de 2019, su aprobación pasó del 29 % al 42 %. De resto, solo ha caído.
Además, ha buscado ganar aprobación haciendo objeciones a la JEP, proponiendo cadena perpetua para violadores y asesinos de niños y mostrándose fuerte frente al caso Santrich. Pero nada le sirve, a pesar de que gran parte de la población –sobre todo quienes votaron por él teniendo de presente su oposición al Acuerdo de Paz– está de acuerdo con sus posturas. Las coincidencias ideológicas no son suficientes para conseguirle popularidad entre los colombianos.
Lo que sí ha conseguido es medios de comunicación y parte de la opinión pública lo tilden de populista. Pero, ¿realmente lo es?
Luciana Cadahia, doctora en Filosofía y autora del libro El círculo Mágico del Estado: feminismo, populismo y antagonismo, está en total desacuerdo. Para ella, hay que partir del hecho de que el populismo es “una lógica de lo político que busca ampliar derechos a los históricamente excluidos”. En ese sentido, Duque no podría estar más alejado de este concepto. Para Cadahia, lo de Duque es fascismo puro.
Para Felipe Botero, profesor asociado de la Universidad de Los Andes y director de Congreso Visible, Duque sí ha hecho uso del ‘populismo punitivo’, pues busca “mostrar una posición de cero tolerancia frente a ciertas conductas para ganar favorabilidad en las encuestas”. Sin embargo, asegura que no es este el enfoque de su gobierno, pues ha estado más centrado en agitar a la opinión pública que en resolver problemas.
Por otro lado, Jorge Enrique Forero, magister en Ciencias Políticas de la FLACSO y candidato a doctor en Ciencias Sociales y Económicas, entiende el populismo como “un intento de construcción de identidad política en torno al concepto de “pueblo” que se contrapone a la oligarquía”. Para él, este gobierno se mueve entre el autoritarismo y el neofascismo.
Le pedimos a los tres académicos que nos ayudaran a entender las posiciones de Duque. Estas fueron sus respuestas:
1. Duque y el fascismo neoliberal, por Luciana Cadahia
2. Duque y el autoritarismo, por Jorge Enrique Forero
3. Duque y la agitación, por Felipe Botero