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En Medellín, la protesta 2.0 se hace desde el balcón

#LaNuevaBandaDeLaTerraza, proyectando en diferentes edificios de Medellín, convoca a una manifestación social de resistencia en medio de una cuarentena que, otra vez, se extiende.


Fotografía: @miguel_dot

Un día de cuarentena, mientras el percusionista y productor de música Sergio Parsons tomaba el sol en Medellín y veía cómo al valle llegaban nuevos aires, se le ocurrió subir un andamiaje a su terraza. En su insistencia por tomarse un espacio que impactara lo público en tiempos de “encierro”, el líder de la banda Boom Alakrán –que tiene un evidente contenido político–, reactivó una pizca de la resistencia que tiempo atrás inundaba las calles.

Con la parcería de Felipe Tabares que facilitó el primer proyector, y al son del timbal de Parsons, la cineasta Laura Mora fue proyectando en un muro contiguo frases sueltas. Frases que “apelaban el sentimiento de la crisis actual”, expresa. Hay una sensibilidad hacia lo que está pasando, dice Mora, pero también hacia el país que se puede invisibilizar. “Esto tiene la importancia de no callar y no perder ese impulso bonito de protesta”.

Así, en la noche del 12 de abril, sobre una masa de adobe se alzaban imponentes mensajes desde el occidente de la ciudad, en Laureles.

Desde esa noche, como dominó la iniciativa tocó a diferentes artistas, activistas y periodistas de la ciudad que cayeron al parche denominado de facto #LaNuevaBandaDeLaTerraza. Primero se sumaron Estefanía Henao, Maria Paulina Álvarez y Maria Isabel Naranjo, quien explica la autogestión como una suma de voluntades inquietas con proyectores en la casa. Una semana después de la primera proyección, en otros sectores de Medellín se encendieron los reflectores. Michael González y Mariana López Ospina son otres de sus poderoses integrantes en la actualidad. 

“Nos estamos preguntando cómo podemos aportar en esta época y pensamos en una juntanza llamada ‘balcones combativos de luz’. Creemos que hay cosas que son importantes seguir sosteniendo en la conversación pública”, dice Naranjo. 

Otra de las camaradas abordo es Juan Cañola, montajista de cine. Se ha interesado por las imágenes en movimiento en espacios no convencionales, sobre todo públicos, y su trabajo ha consistido en buscar nuevas pantallas y alternativas de exposición callejera. 

“Cuando vi lo que estaba haciendo Laura, Boom Alakrán y Tabares me pareció poético y parchado, pero lo entendí como una movida con capacidad de trascender, ya que es otro modo de expresión en momentos de repensarnos como sociedad”. 

Para Cañola en Colombia, Latinoamérica y el mundo, las protestas estaban tomando fuerza en el momento en que empezó la cuarentena. Muchas voces se silenciaron con el aislamiento que #LaNuevaBandaDeLaTerraza ve oportuno reivindicar. #AisaldosPeroNoCallados, dicen.

Otro de los pasajeros en este barco piensa en la misma sintonía. Es el artista Pablo Melguizo, más conocido como Choneto, quien encontró oportuno el movimiento en vista de que éste enfatiza mensajes que van desde la denuncia (de feminicidios o crímenes en contra de líderes sociales, por ejemplo) hasta la verdadera composición de un cartelismo gráfico: precisamente uno de sus fuertes. Todo coincidió con un proyecto que traía entre manos.

El Choneto, inspirado en el libro Sopa de Wuhan creado por el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), una iniciativa editorial de La Plata que reunió a quince pensadores para escribir sobre la pandemia de Coronavirus, propuso la revista La Ración, cuyo primer volumen se estrenó con la toma de las pantallas callejeras. La publicación, que hace en compañía del curador de arte urbano Juan David Quintero –también involucrado en procesos de memoria y contracultura–, en las primeras diez horas llegó a más de 300 descargas.

“Cañola me llegó con la idea de #LaNuevaBandaDeLaTerraza y me pareció excelente para proyectar lo contenido en la revista en la fachada del Teatro Lido (donde actualmente funciona la cinemateca). Sabíamos que el cartelismo ayudaba a reforzar los contenidos que estaban siendo propuestos precisamente porque lo que nos interesa es ver cómo se reinterpreta el espacio público, cómo se hace contrapublicidad y cómo se informa a la gente a la vez que ésta busca reinventarse”. 

En el editorial de La Ración, de hecho, manifiestan que en este momento es cuando más desprotegidos están los líderes sociales, excombatientes, periodistas, gestores, procesos comunitarios, presos, entre otros”, lo que definen como el punto de partida de la revista. Y complementan: “Sabemos que a través de las imágenes y la producción gráfica se están contando las historias no oficiales porque son testimonios que hablan desde la experiencia”. 

Mora cree, justamente, que es preciso darse cuenta de que el virus puede ser aún más grave por un montón de políticas que han creado una sociedad desigual, unos sistemas de salud precarios y unas instituciones débiles. “Pero también por esta falsa sensación de que ahora todos apoyan y defienden la vida cuando han apoyado proyectos políticos que promueven la violencia de manera explícita”, dice. 

Esta gestión colectiva que denominan como un llamado sin llamado, para el Choneto más que dar una respuesta hace parte de las búsquedas que como actores culturales tienen para adaptarse al cambio y buscar una manera de poder seguir haciendo lo que hacen. 

El artista refiere el libro Música para camaleones de Pedro Soler para denominar este momento como una grieta. Pensada la cultura como un bien privado y no un bien común, como dice, #LaNuevaBandaDeLaTerraza y La Ración ofrecen algo con qué llenar el vacío. Y cita, el Choneto, a Soler: Las estructuras de vigilancia y de control son antinómicas al contexto de libertad necesario para la investigación y el desarrollo artístico. Es en esta relación contra natura en el que se debaten los centros de arte y las instituciones culturales.

Ambas iniciativas, pues, están abiertas a todxs. A Mora y a Boom Alakrán les han escrito varias personas que quieren proyectar y tomarse la ciudad. “Eso lo deseamos para seguir extendiendo el pensamiento crítico pero también extendiendo los afectos, que son otra manera de revolución”, dice Mora.

Por eso, y como invita la cineasta, si hay más textos, más ilustraciones y más pensamientos que se pueda proyectar en esos medianeros edificios aledaños, bienvenidos. “Esto no es de nadie, esto es de todos. Copie y distribuya. Hazlo tú mismo: fue el mejor lema que nos dejó el punk”. 

La iniciativa va a seguir hasta que el malestar lo permita.

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