El mundo vio el poder del fútbol brasileño en el Mundial de clubes

Algunos apuntes sobre cómo la liga del gigante sudamericano se sienta en la mesa de las mejores competiciones del mundo.

por

Santiago Núñez


11.07.2025

El pasaje a octavos de final de los cuatro equipos brasileños en este Mundial de Clubes contrasta con el tropiezo de los dos argentinos (River y Boca) en la primera ronda. El dato se complementa, además, con dos equipos en cuartos, uno en semis y con grandes actuaciones de los equipos del país más grande de Sudamérica contra escuadras europeas: Botafogo ante el PSG campeón de Europa, Flamengo contra Chelsea, Fluminense frente a Inter. 

¿Qué es lo que hace que los equipos de una liga superen por tanto al resto del continente? ¿Cómo hace el Brasileirao para  hegemonizar las competencias continentales y competir en las mundiales? Sin una única respuesta, desmenuzar algunos elementos reviste interés.

“Es la economía, estúpido”

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La famosa frase del ex presidente estadounidense Bill Clinton sirve para arrancar cualquier análisis: la primera fortaleza del fútbol brasileño está en la economía. 

No hablamos solamente de balompié: el país verdeamarelo es ubicado por el Fondo Monetario Internacional como el décimo Estado más rico del mundo, mientras que ningún otro país sudamericano se encuentra entre los veinte. Hace tiempo se insertó en los famosos “BRICS” y tiene un PBI de más de 2.100 billones USD (según el Banco Mundial). 

Algo no menor en este análisis es la sostenibilidad de la moneda en patrones internacionales. Hasta mediados de los noventa no existía la “Ley Bosman”, que hizo avanzar la posibilidad de adquirir los servicios de jugadores de otros países. Ahora desde el siglo XXI, en un mercado internacional que se ordena por los dólares, los avatares devaluatorios pueden ser demoledores. La economía argentina, histórica competidora de la brasileña en el Cono Sur, sufre severos embates con su inestabilidad cambiaria desde 2018. 

Esto influye en que la liga brasileña sea la que cuenta con mayores recursos en América Latina. Según el sitio web Transfermarkt, el valor de mercado del torneo brasileño es de  1.840 millones €, mientras que ligas como la Argentina (1.040 millones €) están muy por debajo. Ni hablar la colombiana (198 millones €) uruguaya (149 millones €). El Brasileirao se encuentra a una diferencia de menos de 1 a 3 con La Liga española (5.110 millones €). 

Es muy común pensar que el poderío económico brasileño tiene que ver con la intromisión del capital privado en los clubes. Los famosos“clubes-empresas”, o Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), que tienen dueños que toman decisiones por encima de cualquier organismo de socios o hinchas. Pero ese pensamiento omite los datos centrales: catorce de los veinte equipos del actual Brasileirao 2025 son sociedades civiles sin fines de lucro. Sólo Atlético Mineiro, Bahía, Botafogo, Cruzeiro y Vasco representan el clásico modelo de las SAD, mientras que Fortaleza es un “club-empresa” pero sin venta de acciones a terceros. Todo el resto son Sociedades Civiles sin fines de lucro, sin dueños. Como se ve: ni Palmeiras, ni Flamengo, ni Fluminense, que brillaron a los ojos del mundo, pertenecen al capital privado. 

Los derechos televisivos de una economía preponderante en el continente encuentran curso en un mercado masivo: son 210 millones de habitantes y estamos hablando del  deporte más popular del país. En 2023, Flamengo recibió 55 millones de dólares por derechos de transmisión, más que todo el fútbol argentino de conjunto. El presidente de Talleres de Córdoba (Argentina), Andrés Fassi, reveló el año pasado que, en conversaciones con sus pares de San Pablo, le explicaron que en Brasil el que menos cobra de la Primera División factura por treinta millones, mientras que Talleres, que jugaba Copa Libertadores, sólo había embolsado dos.

Los buenos resultados generan mayores desembolsos que permiten una reinversión: Botafogo ganó la Copa Libertadores y obtuvo de premio 23 millones USD en 2024. El Brasileirao le dio, además, 10 millones de premios, más del doble de cualquier otra liga (la Argentina da medio millón). A su vez, la Copa de Brasil otorgó el equivalente a 14 millones. El Fluminense se hizo de 60 millones por haber llegado a las semifinales del Mundial de Clubes.

La posibilidad de tener mejores contratos implica cláusulas más caras y, por ende, mejores ventas. Ese poderío económico es el que justifica la repatriación de estrellas como Neymar (Santos) o Thiago Silva (Fluminense) o la llegada de Jorginho (Flamengo), entre otros casos de traspasos millonarios, con jugadores que hasta hace poco brillaban en Europa. 

Ritmo

“En Brasil hay diez o doce equipos muy buenos. Eso no pasa en ningún otro lugar del mundo”, la frase es del técnico argentino Gabriel Milito, que el año pasado llevó al Atlético Mineiro a la final de la Copa LIbertadores. La solidez económica sirvió para estructurar un torneo con muchas prolijidades. 

Los resultados están a la vista: los últimos seis campeones de la Copa Libertadores son brasileños. También lo son diez de los últimos doce finalistas. 

En Brasil hace más de 20 años que se juega de la misma manera. Sin cambios. Se arranca en enero con los torneos estaduales, para prepararse para el plato principal: el Brasileirao, liga de 20 equipos con 38 fechas (todos contra todos ida y vuelta).  Esto contrasta, por ejemplo, con la argentina, que cambia sistemáticamente sus formatos: por ejemplo, este año anuló el formato de Liga (todos contra todos) para tener dos certámenes con instancias de eliminación directa. 

A su vez, el formato permite que todos los clubes peleen por algo. Tomando el ejemplo del 2024, a excepción de Juventude y Bragantino (15° y 16° respectivamente), todos los equipos ganaron o perdieron en el certamen. De veinte equipos, ocho ganaron su pase a la Libertadores, seis a la Sudamericana y cuatro perdieron la categoría, lo que además anima a los de abajo a subir y desdramatiza los descensos. 

Como decía un slogan del fútbol brasileño antes de la Copa del Mundo del 2014. “Todos al mismo ritmo”. 

Las definiciones de los periodistas Lucas Jiménez (Lástima a Nadie, Maestro) y de Andrés Burgo (TyC Sports) sumaron mucho al desarrollo de este artículo. Dejamos abajo los links pertinentes.

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