Alicia Kopf dibuja, baila y escribe. Es catalana y está en Bogotá presentando Hermano de hielo (2016), su primera novela, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FilBo). Kopf usa el hielo como una metáfora de su vida. Esta novela mezcla relatos autobiográficos, con una investigación profunda sobre los glaciares, los polos, la geografía y un viaje exploratorio a Islandia. Cuenta, a través de textos y dibujos, momentos en los que todo en su vida parecía estar congelado: las oportunidades, la familia, la emoción, su hermano. Y es este último a quién Kopf muestra como «congelado en sí mismo», como una fuerte y sincera metáfora de su autismo, del personaje alrededor del cual se construyen las relaciones familiares en la novela.

La tarde en que nos conocimos ella vestía de negro. Pudo ser su atuendo, sus ojos entre verde y gris, su voz, la fuerza de sus palabras a la hora de hablar y de escribir, pudo ser su hexis corporal… lo que fuera, me hizo sentir frío.

Partiendo de la riqueza y el impacto que se puede generar desde el arte visual, ¿por qué recurrir a lo escrito?

Siempre he trabajado con lo escrito y con lo visual, pero llegó un momento en que lo visual no era suficiente para llegar a cierto concepto de voz narrativa que a mí me interesaba.

¿Tiene en mente otros proyectos que mezclen estos formatos?

Sí, de hecho este proyecto de la novela forma parte de un ciclo más amplio que se llama Articantártic, en el que hice tres exposiciones. Es decir, mientras escribía iba creando imágenes que a la vez retroalimentaban la novela y de algún modo creo que las artes visuales se pueden acercar muy rápido a las ideas en forma de metáforas o de imágenes. Pero la escritura es una herramienta muy potente de investigación interior en relación a la propia subjetividad y para mí lo más interesante es que se combinen.

Durante el conversatorio de lanzamiento, Alicia hizo énfasis en la desigualdad de condiciones que enfrentan las autoras en relación con los autores. La diferencia entre las libertades sociales y familiares que gozan los hombres a la hora de producir una obra literaria o artística resulta ser un factor que le preocupa, pues considera que el arte requiere unos espacios y unas libertades que, según el rol de género, se ven relegadas y, en algunos casos, anuladas.

¿Cuál es el mayor reto de ser mujer, artista y escritora?

Yo creo que la escritura requiere una gran libertad a la hora de explorar el yo. En ese sentido, creo que las mujeres y la escritura de las mujeres ha llevado como lastre la autocensura, eso nos hace tener que generar una imagen para mostrar, para agradar; nos miramos siempre a través de la mirada de los hombres y eso nos hace menos libres, menos valientes a la hora de explorar zonas de nuestro interior.

¿Cuándo se ha sentido censurada, ya sea por ser mujer o por ser artista?

Yo creo que no pasa de un modo directo, creo que en general cualquier artista encuentra dificultades para desarrollar sus proyectos y además tiene que pagar sus facturas, etc. Creo que la dificultad viene más por el nivel de comprensión que puede encontrar un artista masculino que uno femenino, además del nivel de apoyo familiar, que no siempre se da en la misma medida.

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Con su novela Alicia recibió sorpresas. Ya acumula tres premios que no esperaba, y seguramente el destino le tiene preparados algunos más, pues la crítica ha reconocido con especial valor la forma en que cuenta su historia, en que se entrelaza la narrativa con su investigación y por último con su proyecto artístico personal.

No teme ocultar la emoción vivida, su pasado, su presente, su libro es el principal testigo. Es como si ella misma se hubiera apropiado del hielo descrito y lo hubiera aprendido a esculpir en su vida.

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el libro "Hermano de hielo" de Alicia Kopf, que la hizo ganadora de los premios Llibreter, Documenta y El Ojo Crítico de Narrativa 2016

Durante el proceso de escritura, ¿cuáles eran las recompensas que la animaban a seguir?

Creo que lo que me animaba a continuar era, primero, el goce mismo de escribir, que seguramente para cualquier escritor no deja de existir, si no, no escribirías. Aunque es muy duro, la escritura es una mezcla entre sufrimiento y placer. A la vez creo que soy muy testaruda y me gusta acabar las cosas, tengo como una determinación que me supera a mí misma, entonces yo creo que la recompensa no existía en mi mente, solamente la determinación por acabar aquello —y ni tan siquiera cuando me presenté al premio, que de hecho me dio la oportunidad de publicar, ni tan siquiera esperaba ganarlo—, simplemente esperaba presentar eso y acabarlo, y ya.  No veía un más allá de eso, luego vinieron los premios y eso me satisface mucho.

La representación alegórica de su hermano es el hielo, ¿cuál es la suya?

En el libro soy esa voz narrativa que tiene mucho de mí. Intento representarme con los más y los menos, digamos que no sabría decir. Yo creo que el lector debe decidir sobre esa representación. En el libro, al final, esa representación de lo que soy se ve en forma de aquello que encuentro en Islandia, lo que ocurre en los paisajes con muchos glaciares es que hay muchas cascadas, ese es el elemento que creo me define, que a la vez representa el fluir, la voz.

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Luego de escucharla, de verla sonreír, el hielo se derrite, su calidez hace fluir el agua, las cascadas, la voz.

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