Esta historia fue producida en el Taller Audiovisual de la maestría del Centro de Estudios en Periodismo, CEPER, de la Universidad de los Andes.

Youtuber, poeta, músico, actor, novelista, guionista. De cualquier manera, Godbort es un artista. Su contenido en redes se caracteriza por su rareza: desde videos de 10 horas enteras donde repite únicamente la palabra “Rubius” mientras desfila por los pasillos oscuros de una casa abandonada, hasta sketchs en los que salta en un carro en movimiento o camina sin camisa por lugares emblemáticos de la ciudad abordando a personas con un paródico saludo nazi al son de una canción gospel. 

En eso lleva más de 13 años, una trayectoria con la que ha consolidado un sello particular como creador y que como único lineamiento tiene el concepto de “la abortez”, una especie de regla existencial a la que se ciñe con devoción. “La abortez es una chambonada… algo que sale de uno mismo y que nutre el arte justamente con esa visceralidad ramplona”, explica. Bajo la idea de la “abortez” y de la chambonada se ha metido “en la piel de Taylor Swift” para hacer un cover de I knew you were trouble, o ha hecho una versión de la banda sonora de la telenovela argentina Floricienta al estilo de Cannibal Corpse porque “los agudos le quedan mejor”, dice. 

Entre su repertorio de creaciones y oficios, Godbort también se dedica a esperar por otros: desde filas de conciertos y de eventos, hasta pequeñas esperas más cotidianas (como un banco), el artista pasa parte de su tiempo, y se gana la vida (como él mismo dice), guardando puesto en filas para gente que lo contrata.

El artista de la fila es un documental en el que se explora la perspectiva más insólita de la informalidad laboral. El perfil de un hombre con una concepción radical y extravagante del arte, su relación con el mundo y su manera de sobrevivir en él.

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