“El arte en el Catatumbo ha dado mucha lucha”: Motilonas Rap 

Denis Cáceres Cabarico y Sol Ortega Cabarico son dos raperas de Tibú, en el Catatumbo. Juntas conformaron hace años la agrupación Motilonas Rap. Desde su hogar, nos hablan de la zozobra que se vive y cómo seguir cambiando el estigma de la guerra a través del arte. Entrevista.

por

Gabriela Herrera


26.01.2025

arte por Nefazta

Esta semana el rap fue un bálsamo para silenciar las balas que retumbaron en el Catatumbo. Denis Cáceres y Sol Ortega, el dúo de la agrupación Motilonas Rap, permanecen en su hogar junto a su familia, en Tibú, haciendo arte. 

Desde el 2009, le cantan a su territorio para recordarle al resto del país que allí, en la Casa del Trueno –el significado original de Catatumbo en la lengua del pueblo Motilón-Barí–, también resuena el clamor de los ríos, la tierra, las iguanas y su pueblo, a causa de una guerra brutal que no les atañe. “Soñamos con paz y por paz estábamos luchando pero es triste que nos quiten lo que estábamos logrando”, recuerda Sol en la letra de su canción Cosechas ll (2019).

Cruzar el río: Davi Kopenawa

Davi Kopenawa describe el «pueblo de las mercancías», que también se puede traducir como el pueblo que se concentró en acumular cachivaches. Esta gente tiene un gran afán por explotar y apropiarse de la vida humana y más-que-humana. Este es el último episodio de esta temporada

Pero estas mujeres que nacieron y crecieron juntas entre el conflicto no tienen miedo. Siguen creando junto a su productor Carlos Enrique Macero –conocido como Zerox 276– con un propósito: que la gente de Colombia deje de mirar al Catatumbo como una zona de guerra y que su pueblo se enorgullezca de pertenecer a la región. Ese fue el mensaje de su primer sencillo Aquí nací, parte de su primer EP Ishtana (2017). En 2020 lanzaron su primer LP denominado El canto de la flecha. Recientemente fue el lanzamiento del sencillo Relampaguea

Se han presentado en múltiples escenarios alrededor de Colombia y el mundo. Fueron parte de La Legión del Afecto, una iniciativa de las comunas de Medellín que las llevó a zonas de conflicto alrededor del país entre 2013 y 2015; de la Caravana Humanitaria por la Vida organizada por la Organización Nacional Indigena de Colombia (ONIC) que las llevó al Bajo Atrato en el Chocó, y se han presentado en diversos festivales: Hip Hop al Parque, Día Paiz en alianza con  la Maestría en Construcción de Paz de la Universidad de los Andes, en el Festival Bougnat Sound en Francia, y recientemente realizaron la gira Hijas de la piña por Colombia, en homenaje a líderes y lideresas sociales.

Es una guerra que simplemente se recicla. Entonces, a través de nuestro arte queremos evitar que nuestra gente decaiga y pierda la voluntad de volver al territorio.

El Catatumbo ha sido una zona históricamente en conflicto por actores armados que se disputan el control de los cultivos de coca y las rutas del narcotráfico. El pasado miércoles 15 de enero se escalaron abruptamente los combates entre la guerrilla del ELN y el Frente 33 de las disidencias de las FARC. Esta escalada de violencia ha dejado más de 40.000 desplazados y 80 muertos, según datos de la Defensoría del Pueblo. En la zozobra en la que vive su hogar, hablamos con ellas.

¿Cómo están viviendo este momento de encierro en Tibú en medio de la crisis que vive su región? ¿Cómo lo viven como artistas?

Denis: Nosotras hemos entendido a lo largo del tiempo que las crisis tienen sus etapas.  Y lo más importante en cada una de las etapas es que la gente mantenga la esperanza de que si nos mantenemos juntos las cosas no van a durar para siempre y pueden cambiar. Yo puedo ser muy artista y escribir muchas canciones dando esperanza, pero a mí también me da miedo, a mí también me da intriga y  nervios. Me atacan los nervios, me desestabilizan emocionalmente. Ya soy una mujer adulta, pero yo vengo también de secuelas de una niñez que vivió lo mismo… entonces lo que nos mantiene a nosotras en ese momento desde la creación es mantener la esperanza. Cómo a través de nuestra música generamos en la gente esperanza. No la esperanza falsa, no una esperanza tibia. Yo pienso que decir que la violencia se ha transformado no es real. Para nosotras es lo mismo, es igualito. Es una guerra que simplemente se recicla. Entonces, a través de nuestro arte queremos evitar que nuestra gente decaiga y pierda la voluntad de volver al territorio. 

¿Cuál fue la sensación colectiva en esos primeros días? ¿Lo veían venir?

Sol:  La verdad todo eso que está pasando nadie se lo esperaba. De verdad eso fue como un balde de agua fría de la noche a la mañana. Veníamos de un proceso de sentarnos a dialogar, entonces eso genera un poco de confianza para nosotros que vivimos acá en el territorio. Y que de la noche a la mañana así sin previo aviso tengamos que salir del territorio, no. Yo prefiero no salir y esperar que todo se calme, estar ahí y que una bala perdida me quite la vida. Pero es muy triste. Yo de verdad jamás pensé que iba a tener que vivir esto, o sea, yo estaba confiada que cada día íbamos a mejorar. Es un sentimiento difícil de expresar, o sea, yo no puedo decirle a usted cómo me siento porque es triste. Muchas veces lloro en la noche viendo que yo no puedo hacer nada, o sea la impotencia de que lo único que puedo aportar a la sociedad es estar acá en la casa sin salir y ver esas caravanas de las personas que van llegando de la zona rural, niños, niñas, señores ancianos, adultos con la bandera blanca. Luego ver camiones y preguntarse: nadie quiso eso. Nos tocó salir como un perro o quedarnos exponiendo la vida a ver si mañana nos tocan las balas. Es demasiado. Son 20.000 personas que han tenido que salir desplazadas, personas que nunca han salido a la ciudad, personas que se van a encontrar con las dinámicas de la ciudad y que no tienen una garantía para recibir ayuda humanitaria.

El año pasado lanzaron el sencillo Relampaguea, donde invitaban a la gente a conocer el Catatumbo más allá del estigma de la guerra. ¿Cómo seguir hablando de esto cuando están viviendo nuevamente el conflicto?

Sol: Es triste porque el Catatumbo se está conociendo nuevamente por la guerra, no por el arte. Cuando hay un artista acá, los medios de comunicación no lo sacan a flote, solo se escucha en las noticias “lluvia de sangre” y cosas así. Es triste para la gente del Catatumbo tener que vivir todo eso nuevamente.

Denis: Antes de que sucediera todo eso, siempre se le hizo un llamado al Estado de que respondiera los diálogos porque se hicieron muchas mesas. Muchas veces el gobierno no le importó llegar a esas mesas que se estaban pactando para dialogar. Me siento agradecida de que muchos colombianos nos están dando la mano a nuestra gente del Catatumbo, que al menos su acompañamiento va a ayudar mucho, desde las ayudas humanitarias a estar allá todos los días acompañándolos. Eso nos da como un alivio a nosotras, pero que la gente se dé cuenta que nos debemos responsabilizar de lo que pasa en cada región de Colombia.

Cuando escribieron su primera canción en 2008 Aquí nací, la idea era fomentar el orgullo de los tibuyanos por hacer parte del territorio. ¿Creen que su apuesta por el arte y el fomento por la cultura del Catatumbo ha contribuido a transformar la visión de la gente? 

Denis: Bueno, es una pregunta que nos hacemos todos los días. Nosotras empezamos haciendo rap, porque de alguna manera nos ayudaba a canalizar sentimientos y situaciones, pero siempre lo vimos también como una herramienta de comunicación. Y al principio esta herramienta  se convirtió en la palabra de muchos y muchas. Y si lo vemos desde ese punto, hemos visto realmente que la gente toma la música y que entienden que el rap que nace aquí en el Catatumbo es como una forma de manifestar las dinámicas del territorio, buenas y malas. Eso ya es un paso es un paso gigante que encuentra en el rap una forma de expresar lo que pasa. Pero el arte en el Catatumbo ha dado mucha lucha para que sea invitado a los espacios y sea tomado de manera responsable, sobre todo que en la institucionalidad se entienda que en el Catatumbo el arte puede acabar con todas esas situaciones de violencia que no se ha podido resolver con las armas. Nosotras lo hemos venido gritando en nuestras canciones, haciendo posturas en espacios nacionales e internacionales.

Ustedes han señalado en otras entrevistas que hechos como la masacre de La Gabarra afectó la confianza de la gente. ¿Creen que hoy la gente percibe la guerra desde otra visión? ¿El arte ha cambiado el territorio desde la última vez que fueron atravesados tan brutalmente por la violencia?

Denis: Todavía no podemos hablar de que el arte aquí se ha apoderado de las comunidades. Lastimosamente nuestros jóvenes, nuestros niños, ven más posible otras vías que no son buenas y que no le han garantizado la vida incluso, pero es algo  nosotros no perdemos la esperanza. No nos da mucha alegría. Por lo menos nosotras estuvimos trabajando con los artistas de Tibú y las agrupaciones de El Tarra en un proyecto que ejecutamos con el Ministerio de las Culturas en una convocatoria que ganamos. Ese proyecto lo que hacía era capacitar a los artistas y darles herramientas para poder exponer su proyecto a nivel nacional y nos dimos cuenta que sí tenemos mucho talento. Hay artistas que tienen muchos años dándole y no pierden la esperanza, entonces nos da alegría que eso se mantenga, pero necesitamos entender que el arte sí es la solución. 

¿Se puede decir que hay apoyo desde la institucionalidad a la cultura en el Catatumbo?

Sol: Aquí muchas veces en el territorio no le dan importancia al arte. Nosotras estamos desde el 2010 trabajando, ciegamente y confiando de que podemos transformar por medio del rap, que podemos llegar a transmitir esos mensajes positivos. Las personas muchas veces reconocen el trabajo, pero no le apuestan. Entonces están esperando que otros jóvenes tengan que recorrer todo lo que nos ha tocado a nosotras y es que desde nuestras uñas, desde la autogestión, nos ha tocado duro. Si le apostaran un poco al arte acá en el territorio para el desarrollo de los jóvenes, yo sé que podría verse un cambio real. 

¿Pero a partir de ustedes han nacido otros artistas? ¿Han marcado el camino como pioneras para cambiar el paradigma?

Denis: Nosotras terminamos siendo referentes para muchos jóvenes en el territorio que ven en la música una posibilidad. Y hemos dejado muy claro que sí se vale soñar, sí se vale luchar por los sueños, y que las dinámicas del territorio no tienen que hacerme abandonar mi sueño. No nos pueden moldear, al contrario. Nosotros tenemos que saltar eso, romper ese molde y decir, cómo hago que mi vida sea diferente a través de la música y de las diferentes expresiones artísticas, pero algunos se cansan, sienten abandono y algunos dicen: ‘¿saben qué? yo mejor no me dedico más a eso’… porque se resignan a que no es posible 

¿Cómo ha funcionado  la comunidad cultural en la región?

Sol: Nosotros tenemos un colectivo que se llama Oro negro que  nació en el 2014. Éramos diferentes expresiones. Éramos rap, breaking, graffiti y el colectivo permitió que otras expresiones se juntaran. Y al final pues cada uno decidió hacer su propio colectivo. Entonces aquí hay un colectivo de rap que se llama Faros del Catatumbo. Hay otro colectivo de un chico que hacía escuelas de Breaking y sí han salido muchas expresiones… incluso habrá unas que no conocemos, pero seguimos insistiendo en que sufrir, luchar y guerrear tampoco es una opción porque los jóvenes se cansan. En el Centro Cultural hay pintores, hay músicos, hay chicos que tocan instrumentos desde muy pequeños, raperos, hay un montón de bailarines. Sí, pero que encuentren en el arte un estilo para vivir, no. 

¿Cómo enviar un mensaje de que el Catatumbo es más que una zona de conflicto?

Denis: Dar un mensaje en medio del conflicto es muy difícil, pero yo siempre le he apostado desde lo personal y es que invito a la gente a que venga al Catatumbo. Échese un viajecito de vacaciones para acá, disfrute del río, de la gente. Compré lo que se vende aquí y viva la experiencia usted mismo. Los pueblos cargan con estigmas que vuelven más víctima al territorio, o sea lo victimiza al punto que lo vuelve una presa fácil, ¿sabes? Porque claro, si allá nadie entra, pues hagamos con ellos lo que podamos. Algunos quieren venir pero tienen  el miedo de que lo van a secuestrar, pero al final vienen siendo tan ideas, entonces ese es el mensaje que yo daría. La población de Catatumbo es hermosa, es rica en todas las formas que usted quiera entender, tanto en agricultura como en valores, entonces vale la pena tener esa experiencia.

Su discografía habla del legado de la región desde lo ancestral: las motilones de Bari. ¿Cuál es ese legado que quizá aportaría mejor a esa comprensión y relación con el territorio?

Denis: Yo creo que los barinos han dicho siempre que valoremos y respetemos el territorio donde estamos. Sí, entender que donde estamos merece respeto, amor, armonía. Y en medio de las crisis, si nos juntamos como pueblo, podemos superarlas. Ese es el mensaje que nos dejan los barinos. El Catatumbo es otra vez noticia nacional e internacional y no merecemos eso. Juntemonos en medio de la crisis y apoyemos a nuestras familias, a todas las personas que están viendo, pasando muy mal. 

Sol: Principalmente nuestras comunidades Bari nos han enseñado sobre la defensa de la vida desde el territorio, de nosotros mismos y a sentirnos orgullosos de donde somos. Ese sería su legado.

Si tuvieran que cantarle una canción a Colombia frente a lo que pasa en el Catatumbo, ¿cuál elegirían? 

Sol: Cantaría Cosechas ll, porque es un sentimiento que estoy volviendo a  vivir, porque ya esto pasó hace como 4 años o más.  Hace tiempo  vivimos esto, pero no fue  tan extenso. Siento como esa impotencia de una guerra tan absurda que no es responsabilidad de nosotros.

Denis:  Yo creo que dedicaría una canción que se llama Catatumberas. A mí me parece que tiene como dos sentimientos, como de darle fortaleza a las mujeres de aquí de la región como que si nosotros nos organizamos y nos ponemos al frente de esto, podemos cambiar las cosas. Es como el sentimiento de fortaleza, somos todas ellas y miles luchando y recordando la historia.

 

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