Disparos, intimidaciones y zozobra. Lo que ha pasado en Bosa Porvenir después del asesinato de dos líderes sociales
Los amigos y familiares de María Camila Ospitia y Camilo Sánchez –líderes asesinados en Bosa hace un mes– señalan la responsabilidad de un Estado al que han exigido protección desde el 2022 contra el microtráfico y el abuso policial en los CAI Porvenir y Brasilia. Este sábado 14 de septiembre se convocó una ‘Marcha de Antorchas’ ante “el silencio institucional”. ¿Quién amenaza la vida de los colectivos en Bosa?
Cerosetenta habló con distintos líderes de los colectivos juveniles y familiares de las víctimas. Con el fin de proteger su identidad, no revelaremos los nombres de ninguna de las personas que dieron su testimonio sobre el caso.
Este 15 de septiembre se cumple un mes desde el brutal asesinato de María Camila Ospitia (25 años) y Camilo Sánchez (27 años), dos líderes de la comunidad de El Bicho, un grupo de colectivos del barrio Bosa Porvenir.
Desde entonces, muchos de sus compañeros han denunciado una constante persecución por miembros de las bandas de microtráfico que controlan la zona. Han reclamado haber sido interceptados por agentes de la Policía Nacional de manera violenta, como ocurrió el martes 3 de septiembre. Han señalado ser intimidados por dichos agentes, como se vio este viernes 6 de septiembre tras un presunto acto de sicariato que dejó un muerto cerca del Parque Los Girasoles. El martes 10 de septiembre, uno de los miembros de la comunidad nos relató a través de mensajes de Whatsapp que se escuchan disparos todas las noches. “Estamos escandalizados. Es terrorífico”.
Pero esta tensión no es reciente: ha sido denunciada desde el 2022.
Las alertas las habían hecho en distintas mesas de diálogo desde ese año con varias entidades: Secretaría de Gobierno y de Seguridad, IDARTES, IDRD, la Alcaldía Local de Bosa y la Policía. Según información de los colectivos juveniles que integraron esos espacios de discusión, se dieron un total de 14 reuniones (31 horas y 45 minutos) para denunciar el abuso policial y contar las reiteradas amenazas a los líderes de su grupo, la comunidad del Bicho.
Camilo Sánchez, una de las víctimas, estuvo presente en tres de esos espacios. Pese a ello, no hubo ninguna protección para él o para María Camila, quienes el pasado 15 de agosto fueron asesinados a tiros por un hombre cerca de la Universidad Distrital de Bosa, en el Parque Metropolitano El Porvenir. “Pero nadie hace nada. ¿Por qué? Porque estamos lejos, porque hay que coger Transmilenio para llegar, porque aquí no hay votos para [el alcalde] Galán”, reclama uno de los familiares de las víctimas.
Si bien algunas entidades oficiales han hecho declaraciones contra el homicidio de los líderes en redes sociales (el presidente Gustavo Petro, el alcalde Carlos Fernando Galán –quien se pronunció ocho días después del asesinato– y otras organizaciones internacionales como la ONU), esto no ha tenido ningún impacto en la situación en el barrio. Al contrario, la situación se ha recrudecido cada vez más. “Sí ha habido pronunciamientos pero mínimos. El alcalde dijo que iba a seguir trayendo presencia institucional. Eso es mentira, nunca ha pasado”, señalan miembros del colectivo Distreestyle, el principal grupo al que pertenecían las víctimas. “Nos dicen que nos van a acompañar y el acompañamiento han sido las tanquetas del ESMAD (ahora UNDMO)”, denuncian otros.
"El alcalde se pronuncia diciendo, ‘vamos a seguir llevando oportunidades'. Cuando acá nunca han venido. Aquí no hay votos para Galán y por eso él no viene acá”
¿Quiénes eran María Camila y Camilo?
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La familia de María Camila la vio esa tarde del 15 de agosto salir de su habitación por última vez. No cruzaron palabras. “Ella era muy reservada con sus cosas. Nos enteramos de su trabajo e impacto como líder social después”, relata uno de sus familiares. Pasadas las once de la noche, timbraron en la casa. Un amigo de ella les alertó que había recibido un disparo en el parque y la estaban trasladando al hospital de la ciudadela El Recreo. La encontraron en una camilla y su madre alcanzó a verla con vida durante unos minutos.
María Camila Ospitia era miembro del colectivo Distreestyle y una de las líderes de la iniciativa de la huerta. Fue estudiante de trabajo social hasta quinto semestre en la Universidad Minuto de Dios y luego se trasladó a la Universidad Mayor de Cundinamarca. “Era apasionada a las ciencias naturales, amaba los animales y el arte”, señala un familiar. “Camila era muy determinada. Al principio se ponía una barrera pero creo que es normal porque al ser una mujer joven en estos barrios te toca ser así”, comentan sus compañeros.
Por su parte, Camilo Sánchez o como lo llamaban en el barrio ‘MC CUB’ era cantante de rap, compositor y había sido líder y brigadista durante el estallido social de 2021. “Le decían el CamiCamillero”, recuerda una de sus compañeras. “Integraba brigadas médicas, animalistas. Si uno escucha las entrevistas, no te hacen falta más de cinco minutos para darte cuenta de la vocación de servicio que tenía. Era una persona calmada y prudente”.
Ambos líderes hicieron parte de Distreestyle, un colectivo creado en 2019 cuando se inauguró el Parque Metropolitano El Recreo. En sus raíces, se trata de un espacio alrededor de la cultura hip hop promovido por estudiantes de la Universidad Distrital Sede Bosa que empezó a incluir otras actividades culturales y a articular a otros “parches de la zona” como Ashanti Malena, Grito Histórico, Drum Enigma, Huerta Chisas, entre otros. Juntos mantienen una agenda activa de cineforos, talleres de cuidado ambiental, batallas de freestyle, y hasta encuentros de discusión política en el parque.
Poco a poco la zona empezó a convertirse en un espacio de convergencia juvenil. Durante el paro nacional, si bien muchos líderes salieron a las calles de manera individual, el grupo “estuvo resistiendo en el barrio”, según explican los líderes de Distreestyle. “Esta articulación también respondió a que después de la pandemia se había dado un bajón del encuentro en el espacio público”, señala un integrante del colectivo Arquitectura Expandida, el cual se integraría a la comunidad para la construcción del Bicho.
“A partir de la construcción de ‘El Bicho’ empezó un hostigamiento por parte de la policía y las bandas de microtráfico hacia los que ocupábamos el espacio público”
‘El Bicho es el punto de resistencia juvenil’
En 2021, los colectivos fueron seleccionados como ganadores de la beca Es cultura local – Localidad Bosa. De allí surgió el Festival Aguante el Barrio la Lucha y la Cucha que vinculó a varias iniciativas. “Era casi un laboratorio de creación a través de las relaciones del hip hop”, señala uno de los líderes. Así surgió el Bicho.
Para los miembros del colectivo Distreestyle, el Bicho fue inicialmente una plataforma para divulgar mejor las ideas que tenían y también un lugar que les daba refugio para resguardarse de la lluvia y el sol. “En todo el parque no hay un solo techo. Es el punto de resistencia juvenil y también de creación. De ahí salen las ideas del para qué se piensa el barrio”, explican. “Uno lo ve desde el aire y es un pequeño bichito a través de todas esas arquitecturas como la Universidad Distrital, como los Centros Comerciales, los Conjuntos”.
El Bicho es una estructura de guadua de planta triangular con ruedas en dos de sus tres partes. “Es la construcción de una tarima móvil. El Bicho reivindica simbólicamente ese derecho de estar. Fue esa forma de resistencia ‘makia’ para poder habitar el espacio”. Así lo explicó Camilo Sánchez, en una entrevista publicada póstumamente por el colectivo.
El 3 de abril de 2022 se erigió. “Eso fue un ‘estamos aquí’, es decir, una disputa clara tanto con las bandas como la misma policía. A partir de su construcción, empieza un hostigamiento más directo a quienes habitamos el espacio”, sigue diciendo uno de los líderes de Distreestyle. “Nosotros estamos ahí de lunes a domingo. Y luego nace la huerta. También llega la Antena, que es otra forma de decir ‘este es un territorio de paz. Aquí no queremos más violencia’. El Bicho es un claro ejemplo de que el barrio es de quien lo camella”.
La Antena Polinizadora es otra de las plataformas autoconstruidas que cobijan las iniciativas de cuidado ambiental como la huerta. Según señalan los líderes, esta surge en enero después de que las bandas asesinaran en esta zona a un joven que vendía droga para otro grupo. La huerta se convirtió en un mensaje de los colectivos para declarar el espacio como un territorio de paz. Entre sus proyectos, los jóvenes han trabajado con la delegación de la Unión Europea junto a más de 30 colectivos urbano-rurales de Bogotá en un proyecto llamado Comunidad de la Pala.
“Yo creo que la problemática es que hayan hecho el Bicho. Es un espacio donde pueden reunirse, poner música, hacer sus actividades, pero también compartir y hacer charlas de conciencia y de ‘autocultivo’. Y acá las bandas venden un montón de bazuco”, opina uno de los familiares. A través de la Antena Polinizadora y los colectivos asociados, los jóvenes también organizan una agenda de iniciativas para el aprendizaje y cuidado ambiental: jornadas de riego, mantenimiento de zonas de cultivo, charlas sobre soberanía alimentaria.
¿Qué cultivan? “La huerta la Chiza cultiva lechuga, hortalizas, hierbas medicinales, quinoa, entre otras cosas”, explica uno de los familiares que ha empezado a conocer el proceso de los colectivos a partir de la tragedia. Para uno de los integrantes del colectivo Arquitectura Expandida, el autocultivo tiene el propósito de enseñar a cuidar. “Es un ejercicio de concentrarte en algo. Pero también de pensar ‘cuidado con no comprar en la calle’ y lo que conlleva detrás’”.
"El CAI Porvenir en Bosa no está constituido legalmente. No responde a ninguna estación ni tiene comandante ni número de referencia"
Un CAI huérfano
De acuerdo con miembros de las agrupaciones y habitantes del barrio, desde que empezaron a habitar el espacio, creció una tensión con otros actores: vendedores de bandas de microtráfico y –según enfatizan muchos de los líderes juveniles que Cerosetenta entrevistó– con agentes de la policía del CAI Brasilia y CAI Porvenir. Según denuncia una vocera de Distreestyle, este último “ni siquiera está constituido legalmente. No responde a ninguna estación ni tiene comandante ni número de referencia”.
El CAI Porvenir fue entregado a la Policía Nacional desde el 2 de mayo de 2017. Su apertura fue anunciada en en este boletín del 2017 de la Secretaría de Seguridad, Convivencia y Justicia. Sin embargo, a la fecha, no ha sido entregado a la comunidad de manera oficial. Esta nota de Blu Radio registra la incomodidad de la ciudadanía en 2018. Igualmente este Informe de Auditoría a los CAI de esta entidad de 2019 reclama que para entonces no se había entregado a la comunidad. El informe señala que fue entregado a la Oficina Comando Metropolitana de Bogotá (MEBOG) con toda la dotación de mobiliario. Sin embargo, según esta lista pública en el portal de la misma entidad, en la actualidad la localidad de Bosa cuenta con nueve CAI pero el de Porvenir no figura en este documento.
Hablamos con la Estación de Policía de Bosa donde confirmaron que el CAI no ha sido constituido pero, en sus palabras, tiene la misma operatividad y legitimidad que cualquier otro.
De acuerdo con el Manual para el Comando de Atención Inmediata (CAI), la instalación y activación de un CAI debe contar con un acto administrativo correspondiente y una entrega oficial a la comunidad en ceremonia especial con la participación de las autoridades locales, asistencia de medios de comunicación y “con la suscripción de un acuerdo de cooperación entre las tres partes para su funcionamiento. Lo anterior implica que haya una verificación periódica de gestión e impacto y sean evaluados con indicadores definidos de acuerdo a los planes de acción”.
Para Alejandro Rodríguez de la Organización Temblores “que no aparezca el código del CAI dificulta a la sociedad civil hacer un seguimiento sobre la operatividad de la policía. Tiene unas consecuencias de poco acceso a la información y no solo para la sociedad civil sino para la misma policía de no poder leer la operatividad suya en algunos puntos que se sabe que son complicados, con presencia de grupos criminales como en El Porvenir”.
A la fecha ninguna oficina de la Policía dio una razón clara sobre por qué no ha sido inaugurado oficialmente dicho CAI. “Lo de la inauguración son actos protocolarios pero tiene legitimidad desde que haya estación. Tiene toda la autoridad”, le dijo a Cerosetenta un agente de la oficina de prensa de la Estación de Policía de Bosa.
Actualmente el CAI Porvenir y el CAI Brasilia comparten el mismo comandante: el capitán Carlos Padilla. En conversación con Cerosetenta, el capitán señaló que había tomado el cargo hacía pocos días y que al llegar solicitó el cambio del 70% del personal. Se le preguntó al funcionario y a otras fuentes de la Policía por el motivo de este cambio y si tenía que ver con las denuncias por parte de los habitantes del barrio hacia los policías de estos CAI pero no hubo una respuesta clara. “No conozco el contexto de lo que pasó antes de que yo llegara”, respondió Padilla.
Por su parte, Andrés Preciado, director de Conflicto y Seguridad en la Fundación Ideas para la Paz (FIP), señala que un mismo policía no puede tener dos CAI a su cargo a menos que sea un encargo temporal. “Es cuestionante que haya una infraestructura pero no funcione normalmente si hay plata asignada. Si los policías son los mismos de otro CAI, hay una ineficiencia del servicio, está dobletiada y eso va a hacer que no preste bien sus servicios. Igualmente si después de cinco años no se usa como debe ser un CAI, hay un detrimento patrimonial”.
Según este documento de Rendición de Cuentas Sector Seguridad, Convivencia y Justicia, la ciudadanía del sector preguntó por la razón por la cual el CAI Porvenir no había sido independizado del CAI Brasilia, lo que da cuenta que este no ha sido un encargo temporal sino que los dos Comandos han operado juntos desde hace años. “El CAI El Porvenir que fue construido en el año 2017, pero que nunca lo han puesto en marcha como tal, o sea la estructura orgánica de la DIPON, por tal motivo no ha sido independizado del CAI Brasilia…”, reclama un ciudadano en dicho documento.
Para Preciado, la importancia de la inauguración de un CAI responde al espíritu del Modelo Nacional de Vigilancia Comunitaria por Cuadrantes, esto es, “que haya cercanía con la comunidad, es una forma de visibilizar el servicio y tener un acercamiento a la comunidad”. Sobre el cambio del 70% del personal en las últimas semanas, Preciado reconoce que este puede ser un procedimiento normal y sobre todo en esta época del año por tema de la COP y las fiestas. “Si ese CAI tiene muchas denuncias, lo sano es rotarlo”.
Denuncias de connivencia
El sábado 24 de agosto tuvo lugar un homenaje público en la Plazoleta de la Universidad Distrital. En las graderías, en los muros, en las sillas y en los postes, había carteles con los rostros de María Camila y Camilo con diversas consignas. “Por nuestrxs muertxs ni un minuto de silencio”. “Camila no murió. A Camila la mataron los de la olla”. “Camila y CUB no son cifras. Son una comunidad que pide justicia”. “Cuando te fumas un bareto de la olla, te estás fumando a tus socios”. Uno de los familiares llevaba en sus manos otro cartel: “Cami vive x siempre”.
Tal como han denunciado los colectivos desde hace tres años, la localidad de Bosa está asolada constantemente por grupos al margen de la ley, entre los cuales se incluyen principalmente bandas de microtráfico. En diciembre de 2023, el concejal Rolando González denunció que cerca de 79 mil viviendas en Bosa estarían rodeadas de una olla de microtráfico (en toda la ciudad son 600 mil). Según cifras de la Secretaría de Seguridad, Convivencia y Justicia, en lo que va del año se han cometido 63 homicidios en la localidad, ubicándola en la tercera con números más altos después de Ciudad Bolívar (118) y Kennedy (99). Camila y Camilo son los primeros líderes de la zona asesinados en este año. No obstante, de acuerdo con cifras de Indepaz, son los líderes 106 y 107 asesinados a nivel nacional en el 2024.
De acuerdo con la Fundación Paz y Reconciliación, en la capital hay más de 50 organizaciones “en los mercados de la criminalidad y el control social”. De estos, tres corresponden a las GAO (Grupos Armados Organizados) como el EMC y el ELN, el Clan del Golfo –identificado a través de alianzas con grupos locales–; 11 GDO (Grupos delincuenciales organizados) y 41 GDCO (Grupos de Delincuencia Común Organizados), esto es, bandas o pandillas que desarrollan actividades delictivas a nivel barrial especialmente relacionadas con el hurto y el microtráfico.
Miembros de los colectivos denuncian una connivencia entre la Policía de los CAI Brasilia y Porvenir, y las bandas de microtráfico. “Nosotros hemos visto que las Fuerzas Armadas, tanto policía como militares, son parte de las bandas criminales. Las bandas de microtráfico, los policías, para nosotros es ‘presuntamente’ la misma mierda”.
Para los miembros de los colectivos no hay una explicación de la cantidad de policía que ven a diario y, simultáneamente, del incremento de inseguridad. “Todo el tiempo pasan cinco requisas, diez en moto. Pero no pasa nada. Tenemos razones para pensar que hay una complicidad de la policía con el tema del microtráfico en el parque. La gente ve a los que venden y la policía no los coge”, denuncia uno de los miembros del colectivo de Arquitectura Expandida. “En la cámara pueden ver perfectamente que estás haciendo un porro pero no van a ver si hay un tiroteo”.
Incluso, los colectivos reclaman que la Secretaría de Seguridad ha publicado recientemente en sus redes sociales videos antiguos de las cámaras del parque que muestran el lugar donde está ubicada la olla, como se puede veracá. “A ese chico del video lo capturaron y lo soltaron ese mismo día por problemas con el procedimiento. Y ese video es de hace tres meses. Además, la alcaldía nos ha dicho que las cámaras del parque no funcionan, pero sí esa que tiene el marco de esa esquina donde se ponía la olla. Cómo es posible que no puedan ver toda la venta y los muertos”.
Cerosetenta le preguntó al Capitán Padilla sobre estas denuncias. “Lo de los paramilitares es en toda Colombia las mismas denuncias. Yo no las tengo identificadas hasta el momento. Yo vengo de Kennedy y serán las mismas, el Tren de Aragua y todas esas”. Y agrega: “Yo soy nuevo. Escuché en las noticias lo de los dos líderes. Me han dicho que en el Parque Metropolitano hay un colectivo y tiene algo de fuerza. No conozco a los muchachos pero me han dicho que es un tema delicado. Me preocupa mucho. Mi función como comandante es brindar apoyo a los muchachos así que cuenten conmigo como un servidor más para la comunidad del Bicho”.
Según señalan algunos voceros del colectivo Distreestyle, cuando un policía los aborda en el parque, desenfundan su arma, les obligan a levantar las manos y les gritan de manera violenta. “En octubre del año pasado, los agentes llegaron al parque y empezaron a sacar a la gente. Entre ellos se encontraba María Camila. Se estaba fumando un cigarrillo y llega un policía y le pega una cachetada. Ella responde algo y le bota el cigarrillo al piso. Como entre tres la cogen, la botan al piso y se la llevan al CAI”. Los entrevistados fueron testigos del hecho.
Panfletos y zozobra
Desde el fin de semana del 8 de septiembre, los colectivos y grupos estudiantiles de la Universidad Distrital han denunciado a través de sus redes sociales la aparición de un panfleto que amenazaba con iniciar una campaña de “limpieza social” en el sector. No obstante, a través de búsquedas en la web, este mismo panfleto se puede rastrear en distintos portales de noticias desde 2009 en lugares de Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala y México. Incluso, ha sido desmentido por el Detector de Mentiras de La Silla Vacía. Si bien el panfleto es falso, su distribución ha generado desinformación y más temor en la comunidad.
Mientras tanto, los jóvenes siguen recogiendo denuncias contra estos actores. Le preguntamos al capitán Padilla por las nuevas acciones que tomaría frente al panorama en Porvenir. “Yo quiero cambiar esa percepción. Seguiré patrullando las calles. Pongo el CAI a disposición de todos los muchachos. Ellos dicen que es un centro de tortura que porque los agreden, que les vulneran los derechos. Pero yo me pongo a disposición las 24 horas. Que hablen primero con el Comandante”. Y agrega: “yo no tenía conocimiento de la banda de microtráfico que está en el parque. A mí me gustaría comenzar a desarticularla”.
A esto, se le preguntó al capitán cómo era posible que con tantas denuncias de estos jóvenes, la situación no cambiara para ellos. A lo que el capitán respondió: “Si ellos saben y no nos avisan, ellos tienen la respuesta en sus manos. Qué tan fácil es delegar a un muchacho para que venga al CAI. Qué bonito sería que los muchachos me visitaran. Si tienen miedo de salir, uno le pide a Dios. Por eso el emblema de la policía es Dios y Patria. Si los policías pensáramos en que nos van a matar, no saldríamos”. Finalmente, se le insistió al capitán por las preocupaciones de abuso policial que manifestaban. “Pues si ellos miran que la policía no les sirve, hagan un escrito y que quiten esos dos CAI. Si el problema es de los policías, llamen”, señala.
Desde la oficina de prensa de la Policía Nacional, se señaló que hay un grupo especial de investigación en SIJIN e inteligencia sobre el sector. En la Secretaría de Gobierno, declararon que desde sus funciones, habían estado manteniendo diálogos con la población de jóvenes, han abierto capacitaciones en derechos humanos y asesoramiento de abogados. No obstante, los grupos juveniles y familiares no han sentido dicho respaldo. “El alcalde se pronuncia diciendo, ‘vamos a seguir llevando oportunidades’. Cuando acá nunca han venido, nunca han traído oportunidades. Aquí no hay votos para Galán y por eso él no viene acá”, reclama otro de los miembros. “Nosotros lo que pedimos fue una comunicación que incluyese el perdón”.
Gareth Sella, viceministro de la Juventud, estuvo el día del homenaje del 24 de agosto en el Parque El Porvenir. Durante este evento, Cerosetenta le preguntó al viceministro si tenía conocimiento de las bandas de microtráfico que rodeaban a estas comunidades. “Frente a este caso puntual apenas me voy acercando. Hemos tenido un buen relacionamiento con la Secretaría de Gobierno, con el Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud (IDIPRON). Hemos buscado reuniones con el Alcalde pero no nos la ha querido dar”. Frente a la acción contra las bandas de microtráfico, este respondió: “Se sale de mi naturaleza pero creo que es un lugar que voy a empezar a ocupar porque precisamente están atentando con las juventudes”.
Mientras esperan las respuestas de la autoridad, los jóvenes de El Porvenir han seguido saliendo a pesar del miedo. Unas horas más tarde del día 16 de agosto, organizaron una velatón en la misma plazoleta y allí, públicamente, recibieron una amenaza. Según cuentan personas del colectivo, un hombre que hace parte de las bandas de microtráfico se acercó al grupo y les pasó un teléfono a tres de ellos. Era una advertencia para que dejaran sus actividades. También, según relatan los jóvenes, han estado buscando a gente de los colectivos con fotos en el barrio.
El 23 de agosto, cuando se iba a dar otro homenaje, algunos de los jóvenes de la Universidad Distrital y la localidad se alzaron en protesta por el silencio que para ese momento habían tenido las instituciones. Y sólo cuando hubo desmanes contra dos buses del SITP, finalmente llegó un pronunciamiento de condena contra los manifestantes. Los familiares estuvieron indignados con la situación pues consideran que en el caso del Secretario de Seguridad, César Restrepo, se tomó el tiempo de hacer un video para defender a los buses pero no hubo pronunciamiento por la muerte de María Camila y Camilo. “En vez de estar difundiendo la idea de los delincuentes, la entidad debería estar dando protección a mi familia”, dicen.
Los amigos y compañeros de María Camila y Camilo en ‘El Pedazo’, como le llaman al barrio, manifiestan frustración y miedo “pero también hay ganas de seguir adelante”, enfatizan. “Eso es lo que quieren. Implantar miedo y que nos vayamos pero se lo debemos a María Camila y a Camilo. Resistir hasta que tengamos una justicia verdadera, una reparación. No solo con el colectivo sino con las familias. Esto es una negligencia de las instituciones”, reclaman sus compañeros.
Los colectivos se han reunido con la Secretaría de Cultura periódicamente. A esta entidad, le piden el apoyo para activar un proyecto de gestión cultural con las condiciones y garantías mínimas de protección con los jóvenes. Con la Secretaría de Gobierno no ha sido fluida la conversación. Después de una reunión que tuvieron el 22 de agosto, no han recibido una respuesta clara de una de sus peticiones principales: la revisión de las actas de la Mesa del Bicho y las obligaciones del Estado con los colectivos.
La vida para la familia de María Camila Ospitia ha cambiado. Ahora viven con miedo de salir de su casa. Sus vecinos les cuentan que han visto motos sospechosas alrededor. A la fecha, no han recibido protección o alguna novedad del caso. “Quiero dejar en alto el nombre de Cami y que la gente vea todas las cosas buenas que hay en el Porvenir”, concluye uno de los familiares. “Entiendo que los muchachos están buscando algo mejor y que lamentablemente en este país siguen matando gente que hace el bien. Pero pues nada, la violencia le tocó esta vez a mi familia”.