Esas dos cosas son importantes en la vida erótica de una persona: la mesa del comedor y la cama. La mesa en la que tus padres te hicieron sufrir. Y la cama en la que yaces con tu marido, en la que tus hijos nacieron y tú morirás.
Pasemos de la mesa de comedor a la cama con Red Rooms [Habitaciones rojas], de 1994. No es un cambio tan grande, pues ya nos ha dicho que la cama y la mesa del comedor son lo mismo. La mesa del comedor en Confrontation es también una «camilla para transportar a alguien herido o muerto», y La destrucción del padre «representa las dos cosas, una mesa y una cama».
Cuando entras en una habitación, ves una mesa , pero también, en el piso de arriba, en la habitación de los padres, está la cama. Esas dos cosas son importantes en la vida erótica de una persona: la mesa del comedor y la cama. La mesa en la que tus padres te hicieron sufrir. Y la cama en la que yaces con tu marido, en la que tus hijos nacieron y tú morirás. Esencialmente, puesto que son más o menos del mismo tamaño, son el mismo objeto.
Red Rooms se inspiraba en el apartamento en que Bourgeois vivió de niña en el cuarto piso del número 172 del bulevar Saint Germain, encima del Café de Flore. El dormitorio de sus padres estaba decorado en el estilo Directorio, todo en rojo. «Las paredes estaban cubiertas por una toile de Jouy roja, y las cortinas tenían un motivo decorativo rojo con forro de seda roja. Las alfombras, que nunca estaban clavadas en el suelo para que se las pudiera sacudir fácilmente por la ventana, también eran rojas». Haciéndose eco del dormitorio de sus padres, en 1994 Bourgeois diseña dos habitaciones sangrientas: Red Room (Parents) [Habitación roja (Padres)] y Red Room (Child) [Habitación roja (Niño)].
Las dos son espacios laberínticos si no claustrofóbicos. En la habitación Parents se ingresa a través del estrecho pasillo entre dos paredes curvas hechas de puertas de vieja madera oscura hasta que uno se encuentra de repente ante una inesperada escena. El visitante es arrojado a un espacio doméstico. Una cama doble en el centro está cubierta con una dura superficie roja, que la convierte en una mesa. Suaves cojines rojos son interrumpidos por un pequeño cojín blanco bordado con letras rojas en cursi va que dicen «je t’aime». Sobre la cama/mesa, la caja de un instrumento musical de forma curiosa y el furgón de cola rojo de un tren de juguete sobre raíles son presencias siniestras, amenazadoras. Un gran espejo oval al pie de la cama es testigo de la desconcertante escena. La habitación Child es un conjunto similar dentro de una espiral hecha con puertas viejas, pero en una de ellas se ha recortado una ventana de modo que los visitantes puedan ver el interior de la habitación antes de entrar… En el cristal está escrita la palabra «privado». Dentro no hay nada que se pueda reconciliar con la escena doméstica tradicional. Y, sin embargo, el espacio está lleno de objetos del mundo doméstico de Bourgeois: carretes de hilo rojo y azul, velas rojas , guantes, lámparas de queroseno, manos de cera roja… Aquí una mano amputada es tan doméstica como un mueble típico.
En respuesta a la
traumática arquitectura de su juventud, Bourgeois sale con otra arquitectura.
No es una arquitectura terapéutica en el sentido de espacios limpios del
horror, sino más bien una arquitectura del trauma que reconstruye el horror, lo
expone. La mesa y la cama son escenas de matanza. La carne se desmiembra, la
sangre se derrama:
El rojo es el color de la sangre
El rojo es el color del dolor
El rojo es el color de la violencia
El rojo es el color del peligro
El rojo es el color de la vergüenza
El rojo es el color de los celos
El rojo es el color de los rencores
El rojo es el color de la culpa
Pero, más que nada, el rojo es normal. La sangre, el dolor, la violencia, el peligro, la vergüenza, los celos, los rencores, la culpa son hechos básicos de la vida cotidiana. Irritada con un entrevistador de televisión durante la filmación porque le dice que cortar «parece un acto de violencia en gran parte de su obra. Usted cercena brazos, cercena cabezas, desmiembra», le espeta como respuesta: «¿No corta usted la comida cuando se pone a comer? ¿Es eso un crimen? Yo soy vegetariana, pero usted no es vegetariano, no, usted come chuletas de cordero una y otra vez». El cortar, como el color rojo, está por todas partes.