Hoy siento más cosas que la última vez que escribí; tal vez sea porque llevo dos días sin hacerlo y tengo más cosas por decir. Empiezo y me quedo en blanco; no sé por dónde comenzar o en dónde terminar. Cada día siento que me ahogo un poquito más, que me enloquezco un poquito más […]
Hoy siento más cosas que la última vez que escribí; tal vez sea porque llevo dos días sin hacerlo y tengo más cosas por decir. Empiezo y me quedo en blanco; no sé por dónde comenzar o en dónde terminar. Cada día siento que me ahogo un poquito más, que me enloquezco un poquito más y encuentro más cosas que extraño de mi día a día. Hoy vi dos películas, intenté leer y, aún así, siento que las cobijas en las que duermo se convirtieron en algo diferente a unos pedazos de tela que me dan calor, son las 12:27 de la madrugada y no he tendido mi cama. Mis cobijas siguen desordenadas, así las dejé cuando me levanté, puede que tengan la forma de mis sueños, ser refugio de mis pesadillas.
¿Si ves Juliana? Te desordenaste mientras escribías. Ojalá fueras igual de organizada a como hace dos días cuando hablaste con tu ex y lograste decirle con pocas palabras cómo te sientes. Eso es el pasado. Hoy le tienes tanto miedo al futuro que no sabes por dónde empezar, ni dónde terminar.
―Juliana Suescún
14A.
«Durante siete días, ocho horas al día, Tilda Swinton realizó The Maybe, un trabajo enigmático y evocador que explora una serie de preguntas sin respuesta dentro de los límites de una vitrina. Las vitrinas de cristal alrededor de la galería contenían objetos relacionados con el paso del tiempo: reliquias de fascinación famosa, rastros de vidas vividas, objetos de resonancia histórica y curiosidad pruriente. Swinton, encerrada en su propio gabinete de vidrio, un ser vivo, que respira, silencioso, invitó preguntas sobre la mortalidad y el tiempo.»
«Durante 22 días, Burden vive en el espacio de una galería donde instala una cama sin poder hablar con nadie. La galería le proporcionaba alimentos, agua y lo necesario para ir al baño a lavarse. El artista estaba extremadamente cómodo en la cama a pesar de ser observado continuamente por los visitantes. En palabras del artista: “Al principio fue un aburrimiento pero a medida que encontraba el fin comenzaba a disfrutar allí… El cambio del principio al final fue bastante misterioso”
«Ulrichs ha estado activo desde 1959 cuando se autoproclamó como «artista total» cuando se exhibió en una caja de vidrio y se determinó a sí mismo como «la primera obra de arte viva». En ese año, fundó la Werbezentrale für Totalkunst, Banalismus und Extemporismus [Agencia de publicidad de arte total, banalismo y extemporismo] en Hannover, que debía servir a la propagación, desarrollo y producción de arte total. Bajo el lema «el arte es vida, la vida es arte», se llamó a sí mismo «la gesamtkunstwerk [la obra de arte total] perfecta».
«Donde el cuentista es leal, eterna e inquebrantablemente leal a la historia, allí, al final, hablará el silencio. Donde la historia ha sido traicionada, el silencio es tan sólo vacío. Pero nosotros, los fieles, cuando hayamos dicho nuestra última palabra , oiremos la voz del silencio…¿Quién, entonces, cuenta mejorescuentos que cualquiera de nosotros? El silencio. ¿Y dónde lee uno cuentos más profundos que en la página más perfectamente impresa del más precioso libro? En la página en blanco. Cuando una regia y valerosa pluma, en su momento de mayor inspiración, haya puesto por escrito su cuento con la tinta más rara de todas, ¿dónde , entonces, puede uno leer un cuento aún más profundo, más dulce, más alegre y más cruel que ése? En la página en blanco.»
El artista que cumple la cuarentena dentro de la galería
Al colombiano José Ruíz la pandemia lo encontró creando una obra sobre el presente y decidió continuarla en aislamiento. Su rutina es transmitida por una cámara de seguridad en la web.
Hoy incertidumbre. Hoy paciencia. Hoy desasosiego. Hoy la tierra gira.
Estas
frases impresas en tinta roja tapizan las paredes internas de la
galería Espacio El Dorado, donde el artista bogotano José Ruíz cumple su
cuarentena, a la vista de todos. En el centro de la escena hay una
prensa tipográfica, moldes de letras, una silla, miles de hojas de papel
y a un costado, una cama con un saco de dormir. Arriba de todo, una
cámara de seguridad.
Antes de que “toda esta locura comenzara” él había inaugurado una exposición llamada Impresiones sobre actualidad pero el presente detenido que comparten millones de personas en el mundo, esta actualidad llamada pandemia, encierro, lo
tomó por asalto. Ruíz decidió entonces continuar la cuarentena dentro
de la galería de arte e imprimir 7.000 carteles que comienzan siempre
con la palabra “hoy”. Lleva 17 días encerrado imprimiendo la actualidad y
convirtiéndose, sin querer, en parte de la obra. Está en cuarentena de
impresión.
Hablar con él supone entrar en un juego que solo es comprensible a la luz de estos días extraños. Mientras contesta preguntas por teléfono se lo puede ver a través de una cámara de seguridad que transmite su cuarentena día y noche. “Tengo un cuadernito donde anoto los enunciados. Lo voy a levantar para que lo veas aunque la transmisión te llegará unos segundos más tarde”, anuncia y mira a la cámara dirigiéndose a una espectadora invisible. A lo lejos se oye una sirena que llega antes que su imagen, como en otro juego del tiempo. “Uno de mis preferidos es HOY años después, porque es pensar que todo lo que estamos viviendo en estos días es una ficción que luego vamos a entender en otras circunstancias. Como el cine”, explica.
Ruíz es historiador del arte y durante dos años ha
recopilado archivos donde aparece la palabra hoy en periódicos o en
libros como La mujer de hoy o Anarquía de ayer y hoy para
jugar con la idea de que la actualidad no existe. “Hoy es una palabra
con vigencia horaria, pero al mismo tiempo puede referir a cualquier
momento y a realidades personales, colectivas o universales”, dice. Con
esa idea hizo una primera intervención en el Espacio Odeón, otra galería
de Bogotá, en la que convirtió los ventanales en letreros
intercambiables como anuncios de películas. Luego llegó Impresiones sobre la actualidad para
la que diseñó una prensa tipográfica especial y una tipografía basada
en anuncios populares del cine de los setenta. Originalmente, los
espectadores proponían un enunciado de 25 caracteres que iniciaba con la
palabra hoy. Él imprimía 10 copias en tiempo real y el público se
llevaba una. Pero la exposición, a la velocidad y fuerza de los
acontecimientos, se convirtió en virtual.
El anuncio de la cuarentena disparó en Ruiz una imagen y una pregunta. La primera, una fotografía del artista Joseph Beuys, que en 1974 se recluyó en una galería de Nueva York junto a un coyote, para la obra Me gusta América y a América le gusto yo. La pregunta: “Si propuse un proyecto que busca dar cuenta de la actualidad sea cual sea y la de ahora nos obliga a aislarnos, ¿no es lógico hacer cuarentena de impresión?”. Ruíz habló con la directora de la galería, que encontró una manera para que le permitieran el acceso al espacio artístico, compró comida para un mes y se llevó una cama y material de embalaje de las obras que estaban en la galería. Desde entonces no sale, pero con la extensión de la cuarentena en Colombia tendrá que hacerlo para conseguir víveres. Ruíz planea trabajar desde este sitio durante cuatro meses.
Ahora, cada dos días y a través de Instagram, recibe los
enunciados de los espectadores e imprime cientos de veces al día. Ellos
se llevan una foto con su visión del hoy, como su pedazo de actualidad. El colombiano no es el primer artista en encerrarse a vivir
y crear dentro de una galería o un museo; la diferencia es que en esta
oportunidad el público tampoco puede acceder al espacio. “Lo que hago no
pretende ser innovador sino un reflejo de lo que está haciendo todo el
mundo, es un registro de lo rutinario, de este momento extraño. La
vídeovigilancia es clave porque es una transmisión eterna de la
actualidad que es completamente aburrida y es como la cuarentena de
todos, predecible”.
Hay quienes observan sus movimientos incluso cuando no está imprimiendo. Lo ven dormir o leer, que es lo que hace los domingos cuando descansa del trabajo. Quizá por eso no ha sentido soledad. Por el contrario, dice, se siente rodeado de voces, de carteles con “letras capitales que gritan frases en tinta roja”. Para eso tiene su propio escape. Cada día a las 9 de la mañana se asoma a la vitrina de la galería de arte que da a la calle y pone su propio enunciado con letras metálicas grandes. El de este día dice: “HOY Silencio”.