De la paz y otros demonios Sí señores, ganó el “NO”. ¿Pero qué significa esta victoria? : Ganó la ambigüedad.
Sí señores, ganó el “NO”. ¿Pero qué significa esta victoria? : Ganó la ambigüedad.
Sí señores, ganó el “NO”. ¿Pero qué significa esta victoria? : Ganó la ambigüedad.
Por: Harry Ramos y Andrés Camilo Zea
La pregunta del plebiscito que contestamos los colombianos el domingo, no era la pregunta apropiada. Era una pregunta llena de ambigüedades, que permitía llenarse de preguntas:
Tal vez, la pregunta debió ser: ¿Está usted de acuerdo con los acuerdos discutidos en la Habana para terminar el conflicto armado con las FARC? Así, sin ambigüedades ni afirmaciones de paz. La paz se convirtió en la bandera del gobierno de Santos, utilizada de una manera errónea para polarizar a los colombianos. ¡Divide y vencerás!
Como siempre y muy a nuestro pesar Colombia otra vez fue dividida y polarizada a través de los medios. Que en vez de informar, desinforman, engañan y manipulan la opinión de las masas. Muy pocos Colombianos se tomaron el tiempo de leer los acuerdos y votar a conciencia, sin dejarse influenciar por los medios, mirando ambos puntos de vista y tratando de esclarecer la visión tergiversada que se nos ha estado vendiendo de ambos puntos de vista. Nos vendieron la idea de que votar por el “NO” era votar por la guerra y el “SÍ” por la paz. Nos vendieron la idea de que votar por el “SÍ” era vender el país y regalárselo a las FARC, y que votar por el “NO”, era negarse a la impunidad. Lo vimos en las redes sociales, en los medios de comunicación, en las discusiones de nuestras familias y amigos. Muy pocos se tomaron la política con objetividad y/o con una opinión propia. El “No” nos amenazó con que Colombia podría llegar a ser Venezuela, hoy con este nivel de polarización estamos muy cerca de parecernos a nuestro país vecino.
De las cosas más preocupantes es el nivel de absentismo. Sin embargo, lo que más nos entristece es la manera en que un plebiscito por la “paz” se ha convertido en la guerra de muchos; con opiniones sesgadas llenas de rencor y de odio desde ambos lados. Ni siquiera para discutir un proceso de paz lo hacemos en paz y respeto por el otro. Aún es más triste, que aquellos que dicen ser seguidores de Cristo (católicos o evangélicos), se llenen de odio hacia los guerrilleros, o hacia Santos, hacia los que votaron por el “Sí” o hacia los que votaron por el “NO”. Esos mismos cristianos homofobos y rencorosos a quienes se les olvidó que en el amor a Dios y el amor al prójimo, se resumen los diez mandamientos. Esos sujetos que parecen más nazis o fascistas que cristianos señalando la astilla en el ojo del otro, olvidando la viga en el ojo propio, olvidando el amor como máxima del cristianismo y el perdón como ejemplo de ello. Pero a esos Dios también los ama, así como ama al homosexual, al heterosexual, al laico, al creyente, al que votó por el “SÍ”, al que votó por el “NO” y al que no votó. Y sí, quienes escribimos este artículo somos cristianos.
Creemos en que las iglesias no deben tener ninguna influencia política en sus creyentes, no nos parece ético, así como creemos que las personas no deberían abstenerse de ejercer su derecho al voto. La democracia no puede servirles solo cuando ganan, es el sistema que hemos escogido y hay que aceptar el resultado, pero debemos participar todos en la construcción del mismo.
Hoy quisiéramos poder creer en los políticos de nuestro país. Tenemos la esperanza de que la victoria del “NO” es la oportunidad para llegar a un mejor acuerdo que acabe con el conflicto de una vez por todas. Soñamos con el día, ojalá sea pronto, en el que el “SÍ” gané de manera arrolladora respondiendo a un acuerdo justo, donde el centro de interés sea el bienestar de las víctimas del conflicto. Anhelamos poder construir una paz estable y duradera, no la de los políticos sino una del ciudadano normal; de nosotros.
Por último, como decía el cantante, debemos empezar por cambiarnos a nosotros mismos ya que es como traemos paz a nuestra tierra, porque es en el corazón es donde comienzan las guerras. Es hora de entender lo grande que es perdonar.