“Colombia tiene una manera violenta de hacer economía”: Patricia Tobón
Hablamos con la ex directora de la Unidad para las Víctimas, ex negociadora del capítulo étnico de los acuerdos de paz y ex comisionada de la verdad sobre la relación entre conflicto armado y medio ambiente a cuatro meses de que finalizara la COP16 en Cali.
por
Nathalia Guerrero
Editora de proyectos de 070
20.02.2025
arte por Nefazta
La estela de acuerdos y negociaciones provocada por la COP16 aún no termina. A pesar de que la ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Susana Muhamad, está de salida tras su renuncia luego del consejo de ministros, sigue en frente de las tuercas que deben terminar de ajustarse tras el inédito evento que tuvo lugar en Cali el año pasado.
Las discusiones finales sobre los pendientes de la COP16 se van a reanudar en Roma este 25 de febrero, y tocarán temas como el marco de indicadores de seguimiento, de planificación y de reporte, la estrategia de movilización de recursos, y el mecanismo financiero para la era 2030, entre otros, anunció Muhamad.
Simultáneo a lo que pasará en Roma, acá en Colombia seguimos decantando los acuerdos logrados en Cali en octubre pasado. ¿De qué sirvió eso que acordamos allí, qué tan significativo fue, y cómo cambia el futuro de ciertas comunidades y territorios en Colombia? Para seguir procesando el ánimo post COP16 hablamos con Patricia Tobón Yagarí, abogada constitucionalista, indígena embera chami, negociadora del capítulo étnico de los Acuerdos de Paz y la comisionada más joven de la Comisión de la Verdad, quien hasta abril pasado fue directora de la Unidad para las Víctimas.
Durante la COP16 Tobón, quien también es líder social de las comunidades afectadas por el conflicto, comenzando por su propio resguardo, Karmatarrúa, ubicado en Antioquia, participó en un panel sobre el reconocimiento de los derechos territoriales de los pueblos indígenas, en el cual habló de su rol con los bosques y la necesidad de titulación de tierras para esta población. Con ella hablamos sobre los logros de la COP16, la dimensión medioambiental que tiene el conflicto actual y sus víctimas en nuestro país, y qué lectura hace del panorama futuro, de cara a la COP30 la cual tendrá lugar en noviembre, en Brasil, y que tratará temas como la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, la financiación climática para países en desarrollo, la adaptación al cambio climático, la preservación de bosques y de biodiversidad y la justicia climática, entre otros.
Aquí la entrevista:
El lema ‘Paz con la Naturaleza’ de la COP16 no fue casual para un país que lleva décadas en conflicto, y que quizá no ha terminado de entender la relación de este con su impacto medioambiental. Tras tu experiencia en la Unidad para las Víctimas, como negociadora del capítulo étnico de los acuerdos, y en la Comisión de la Verdad, ¿qué lectura haces sobre la relación de la guerra con el medio ambiente en el país?
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Principalmente que la resolución de los conflictos tendrían que hacerse a escala territorial, porque gran parte de ellos derivan del uso, del control y la disputa de los recursos naturales y los territorios. No solo madera, modelos de ganadería, modelos económicos productivos, sino también modelos de economía en los territorios. Entonces desescalar los conflictos territoriales y ambientales a escala local es la construcción de la paz y de la transición: pasar de modelos económicos violentos a modelos de transición económica.
Nosotros tenemos territorios selváticos, la situación de Colombia a nivel geográfico quizá no la tienen muchos países, y eso hace muy compleja nuestra situación: no solamente la gran diversidad territorial que tenemos de ecosistemas, también la gran diversidad de poblaciones culturales que tenemos, una historia de violencias recicladas y una alta dependencia de las economías ilegales que han sido un motor de financiación de actores armados en los territorios. Esa situación está muy relacionada con los modelos económicos en los territorios y creo que resolver la paz en ellos requiere resolver a escala local territorial esos conflictos ambientales que tenemos en nuestro país.
¿Cuál sería la clave para hacerlo? Por ejemplo, ¿cómo desescalar a nivel local la situación de cultivos ilícitos en un lugar como el Catatumbo?
El Catatumbo requiere intervención en múltiples puntos. Y creo sin duda que la transición económica, no solo de las comunidades, sino de todos los sectores que dependen de la economía de la coca y del narcotráfico, requiere ser vista en cadena, con procesos de transición a la legalidad y económica, ligado a otros procesos económicos más viables.
Pero también es importante mencionar que nosotros tenemos (…) un negocio internacional del narcotráfico en esos territorios, capaz de financiar cuántas veces sea necesario los grupos (ilegales). Y por eso no solo debemos contar los grupos, sino una cantidad de cadenas y de actores alrededor de estas economías, puesto que se mueve en una lógica internacional. (…) Creo que eso es un factor de desventaja a la hora de hacer transiciones económicas en el caso colombiano, porque cuántos años llevamos intentando sustituir cultivos en esos territorios, y lo que vemos es un aumento cada día.
Y si habláramos de víctimas del conflicto y medio ambiente, ¿cómo dirías que se relaciona el concepto de víctima en Colombia, que es bien diverso, con la dimensión del impacto medioambiental en su territorio?
(…) Yo te quiero contar, por ejemplo, que algo que a mí me sorprendió fueron los más de 1.300 derrames de petróleo que se generaron sobre poblaciones enteras en Nariño, en el pueblo awá. Cómo arrasaron con los peces, pero también toda la afectación del agua. La comunidad no ha podido lograr la recuperación de esos ríos… ese tipo de impactos.
Además de eso, las repercusiones que ha tenido en la salud. Por ejemplo, la utilización de mercurio en la explotación de oro para todos los asuntos de economías ilegales, que no solamente se valen de grupos armados para entrar a los territorios, sino que financian gran parte de la presencia de estos actores armados.
Uno también puede percibir la salud de las comunidades. Había un estudio que hablaba por ejemplo cómo en la leche materna de las mujeres indígenas se había encontrado mercurio y metales, y creo que eso es poco conocido. Son muchos impactos relacionados al territorio que no solo afectan a las personas, sino también al medio ambiente.
Y quizá hay otro componente que no hemos comprendido en la narrativa del conflicto nacional, y es el del territorio como víctima del conflicto, un reconocimiento en el que los pueblos indígenas y afrodescendientes han sido claves…
A lo largo de la historia, los pueblos indígenas y los pueblos étnicos han defendido el territorio como víctima y sus afectaciones. Esta discusión empieza a ser reconocida en Colombia a través del Decreto de Víctimas de pueblos indígenas, el decreto 4633 del 2011, donde las comunidades lo exigen como parte de del reconocimiento de sus derechos, y posteriormente pasa a ser reconocido también por jueces de la Corte Constitucional en sentencias emblemáticas como el de la Amazonía, pero también como el del río Atrato.
También lo hicimos, por ejemplo, en la revisión de aspectos de afectaciones del conflicto al medio ambiente en la Comisión de la Verdad.
Aunque mencionaste la clave del desescalamiento local de la guerra, ¿dónde ves la conexión actual entre la paz y el medio ambiente en Colombia, de cara a la realidad que estamos viviendo? Me refiero a lo que está sucediendo con el ELN, por ejemplo, que parece insolucionable.
El desescalamiento del conflicto también tiene que tener oportunidades para las comunidades que están en estos territorios y para quienes han estado en la guerra y deben entregar las armas, personas de esos mismos territorios que entraron de manera individual a esos grupos, así como otros actores que han vivido de la usurpación, ocupación y explotación de sus territorios, que son sectores ilegales y legales.
También creo que debe haber otras alternativas para cambiar esos modelos económicos violentos, que tienen esas dinámicas y que se debe hacer un replanteamiento hacia la construcción de modelos económicos no solo legales, sino que den oportunidad de desarrollo a esas comunidades. Colombia está entre los modelos violentos que ha generado toda la economía de los cultivos de la coca y el narcotráfico, pero también uno ve cómo en Centroamérica, por ejemplo, las bandas se organizaban alrededor de economías como la venta de limones, que no deberían generar esa violencia. Hay tráficos y disputas de la venta de los limones y los aguacates.
Entonces son economías que si bien se desarrollan de manera lícita, la manera del mercado se vuelve violenta, y creo que Colombia tiene una manera violenta de hacer economía en los territorios. Pienso que eso también se tiene que revisar, porque realmente más que una disputa de poder de ideologías, es un asunto de disputa económica, de rentas de guerra y de ocupación violenta de los territorios. A este nivel no veo que sea un asunto ideológico por la defensa de los territorios.
Has mencionado en otras entrevistas una enseñanza embera que nos ayuda a salir de lo local a lo global, y es esto de ‘pensar en grande’ con quienes piensan distinto ¿Sientes que eso fue lo que vivimos en la COP16? ¿Logramos pensar en grande a una escala global?
Las COP en el mundo han tenido avances importantes en la inclusión del diálogo de diferentes sectores de la sociedad. Los gobiernos han avanzado en acuerdos y en darle apertura a comunidades que tienen derechos en los bosques.
Y esta COP16 tuvo algo muy destacable: aparte de que tenía una zona de Estados, también tuvo una zona verde con la sociedad, con más de 40.000 participantes. Allí se dio una especie de pedagogía y educación, en términos de lo que está pasando sobre los efectos del cambio climático, la conciencia ambiental tan importante que hay que hacer en el mundo y la propia conciencia ambiental de los ecosistemas que tenemos en Colombia.
En la COP16 hablaste sobre los derechos territoriales de los pueblos indígenas, y tocaste la necesidad de la titulación de tierras. ¿Qué recepción tuvo el tema en el evento y por qué ves que la conservación va de la mano con la titulación?
Yo estuve en uno de los foros en los que estaban diferentes voces de la región de Suramérica, comunidades indígenas y afros, donde hablamos sobre los desafíos de la participación indígena y afrodescendiente con bosques, en las negociaciones del clima, y en la mitigación de los efectos del cambio climático.
Lo primero es que gran parte de los territorios de áreas que aún conservan bosques traslapan en territorios de comunidades indígenas en el mundo, y algunas comunidades afros. También hablamos sobre la importancia de que si bien es necesario propiciar la participación de los pueblos indígenas en los bosques, sobre todo en la creación del órgano subsidiario para la participación de las comunidades, en temas como los beneficios compartidos, también es importante mirar que estos mecanismos fortalezcan la protección real de estos territorios, como la titulación, la demarcación o la protección efectiva de sus ecosistemas y de las poblaciones que habitan en él.
De esa conversación regional también salió algo clave: la importancia de esos beneficios compartidos ante una deuda pública que tienen los estados con las comunidades indígenas. Ojalá estos ayudaran realmente a los procesos de la titulación que están pendientes desde hace años, que son deudas históricas. Si se logra la titulación, estos territorios logran mayor protección para no ser devorados por economías ilegales extractivas en tierras de conservación que coinciden con zonas de territorios indígenas.
Es decir, debe haber participación de los pueblos indígenas, pero también mecanismos que garanticen la protección de sus territorios.
Sí, y el otro punto tiene que ver con que si bien se pueden hacer esfuerzos muy grandes por mantener la conservación en los bosques de los territorios indígenas, si no disminuyen las emisiones de gases de efecto invernadero, el problema del calentamiento global lo vamos a mantener de por vida, y eso es un problema de fondo. También creo que en el mundo urge una reflexión sobre la educación ambiental, esto también lo mencioné en la COP16. Los pueblos indígenas tienen plena conciencia de la importancia de los ecosistemas que habitan porque tienen una cosmovisión distinta, estrecha con la naturaleza, de mayor conservación y protección, donde los ecosistemas de la selva son seres vivientes que conviven y merecen respeto en los territorios. La humanidad no tiene la misma concepción sobre la selva y los bosques, y no se puede cuidar aquello que se ve por debajo del ser humano, no como algo del cual el ser humano depende.
¿Cómo lograr una educación ambiental efectiva, y que el mundo occidental deje de ver a la naturaleza como lo que dices, por encima del hombro?
Yo creo que algo muy importante que la COP16 pensó es cómo la educación ambiental debe pasar por un tema de acuerdos. Si esto no entra a hacer parte de prácticas estatales de manera seria para evaluar el estado de la biodiversidad, su valoración y protección, no podríamos asegurar una ciudadanía y una política conscientes, con medidas de desarrollo que ya involucren la protección a la biodiversidad. (…)Es un tema que sigue siendo marginal en las discusiones: así como quedaron temas pendientes de los modelos de financiación, el modelo de educación ambiental de los países también debería revisarse urgentemente.
Y aparte de los pendientes, de la COP16, ¿Cómo evaluarías lo que se logró en el evento, versus las expectativas que tenían los pueblos indígenas colombianos?
Creo que hay avances. Es muy importante la creación del órgano subsidiario del artículo 8J para que los pueblos indígenas y las comunidades locales participen de una manera justa y equitativa. Lo que hay que asegurar es que esas vocerías sí sean las legítimamente representativas de esa comunidad, y ese es un desafío en sí mismo.
También es muy importante el reconocimiento de las comunidades afrodescendientes, sobre todo aquellas que tienen bosques. El tema de beneficios compartidos, es decir a qué tendrían derecho, es un tema (…) enunciativo importante, pero creo que está pendiente definir cómo se materializaría todo eso. Por ejemplo la financiación, ¿cómo se mide realmente el monitoreo de los bosques? ¿cómo se mide con indicadores y cómo medimos en el tiempo el cumplimiento de los acuerdos que los estados suscriben para la conservación? También cómo vamos a lograr que las medidas de compensación sean efectivas para proteger territorios con bosques, en el caso de las comunidades indígenas. Por eso se planteaba que un indicador fuera el número de áreas tituladas, pues además de ser una deuda de hace años, se ha evidenciado que a mayor titulación, mayor protección de las áreas conservadas, más cuando los países tienen esas deudas pendientes y esas áreas están ocupadas por los pueblos indígenas. Ahí hay una oportunidad.
Y finalmente creo que hay que intentar que las otras COP mantengan las puertas abiertas para vincular a las comunidades y a la sociedad, en diferentes instancias, en esos diálogos. En Cali admiré mucho el esfuerzo que se hizo entre el sector público y el privado: todas las empresas intentando comprender de qué se trataba la COP, del diálogo, la ciudadanía, la administración municipal de Cali comprometida, la gobernación (…) cómo se organizaron todos alrededor del pabellón verde para dialogar y escuchar (…) el conocimiento sobre las áreas que requieren protección, o las áreas de mayor riqueza de conservación del país.
Este año tendrá lugar la COP30 sobre cambio climático en Brasil, en Belém, Pará. ¿Qué aprendizajes esperarías ver reflejados con base en las experiencias inéditas de la COP que vivimos en Colombia, por ejemplo la zona verde que mencionas?
Hay temas que quedaron por resolverse en este último diálogo de la COP. Los mecanismos de financiamiento, el monitoreo real, o indicadores para medir efectivamente el cumplimiento de los acuerdos en los estados. También hay retos enormes en materializar que haya una real protección de las áreas que ayudan a la conservación, a mitigar la degradación de los bosques afectados y disminuir los efectos del cambio climático en el mundo.
Esa disminución que mencionas va a ser un reto mayor ahora, pues Donald Trump volvió a retirar a Estados Unidos, el segundo país que más emite dióxido de carbono a la atmósfera, del Acuerdo de París. ¿Qué lectura haces del panorama medioambiental con Trump 2.0?
Los países que son conscientes de esta realidad tienen la responsabilidad de seguir avanzando en la COP 30. Obviamente se tendrá que revisar cuáles son los efectos de estas decisiones. Los efectos del cambio climático muy difícilmente podrán negarse, pues cada día están demostrados todos los problemas a nivel global: sequías, huracanes, aumento de enfermedades resistentes y epidemias relacionadas a efectos del cambio climático. Hoy en día ya es un tema que poco se puede eludir. Sus efectos están ahí palpables, y los científicos de todo el mundo han llegado al mismo acuerdo: es necesario trabajar por la transformación de las causas que generan este calentamiento global, pues de la mitigación de estos impactos depende la supervivencia humana.
*Esta entrevista es posible gracias al apoyo de Amazon Conservation Team. El contenido de esta publicación es responsabilidad exclusiva de sus autores.