‘Ciro y yo’ es un relato sobre la amistad de su director y Ciro Galindo, «un colombiano perseguido por la violencia y que después de sesenta años de huir de la guerra sueña con vivir en paz”. Un documental que reconstruye buena parte de la historia del conflicto interno que ha padecido Colombia desde el siglo pasado. Una historia que conmueve hasta las lágrimas.
Caño Cristales. Inmediaciones de la Serranía de la Macarena. Corre el mes de diciembre del año 1996 y un joven fotógrafo se dispone a registrar una imagen panorámica del lugar, para uno de los volúmenes de la serie de libros Colombia 360°. Se trata de Miguel Salazar (Bogotá, 1976), un historiador y futuro director de cine; lo acompaña John Galindo, un chico de 14 años que hace las veces de guía para los turistas que frecuentan el que es considerado por muchos como el río más bello del mundo.
Lo que sucedió a continuación se convertiría en el germen de una amistad que parecería estar signada por la tragedia y en el punto de partida del documental “Ciro & Yo”: confiado como podía estarlo cualquier lugareño que conoce bien el río con el que convive a diario y a pesar de saberlo crecido, John se lanza a uno de los pozos que se han formado sobre la roca. Atónito, Salazar ve cómo su joven guía muere ahogado ante sus ojos. Esa noche él debe darle la noticia de la muerte del hijo mayor al matrimonio conformado por Ciro y Anita. Desde entonces son amigos.
070 recomienda...
La nota "Escenarios naturales del conflicto armado en Colombia", del ANeIA, una iniciativa de la Universidad de los Andes.
“La muerte nos había unido de por vida”, sentencia el director en un pasaje de la película. Han transcurrido más de veinte años desde la trágica desaparición de John y el documental que Salazar construyó sobre la historia de Ciro Galindo está a punto de estrenarse en las salas de cine del país. La pérdida de su primogénito no fue el único momento difícil que debió afrontar este colombiano, que ha visto cómo la guerra ha dejado profundas cicatrices en su alma y cuya vida en palabras del realizador, “resume la historia de nuestro país”.
Mientras muchos de los espectadores que tendrá el documental han visto la guerra por televisión, protegidos por la ignorancia de quien se apega a la verdad oficial que le ofrecen los medios, a Ciro le tocó vivir en carne propia la violencia política y el abandono filial: sus hijos fueron víctimas del reclutamiento infantil, su familia padeció el desplazamiento forzado y él luchó largo tiempo por tener un techo propio. Situaciones que para muchos colombianos no pasan de ser un dato más, una cifra de alguna estadística o un motivo de indignación superflua.
Bien vale la pena acercarse a las salas de cine y agradecer la oportunidad que ofrece esta película de conmoverse hasta las lágrimas
Con ritmo pausado, poniendo su voz al servicio de la historia sin robarle protagonismo al relato de Ciro y su hijo menor Esneider, Salazar construye una película que resulta entrañable y esperanzadora, a pesar de la crudeza con la que este país trata al campesino y la manera absurda de los ciclos de violencia ininterrumpida que nos contaminan desde que Colombia se erigió como nación. Siempre hay una luz al final del túnel.
Recorriendo parte de la Serranía de la Macarena y algunos barrios de Villavicencio y Bogotá, el documentalista y su cámara acompañan el presente de su amigo para entrelazarlo en el montaje final con algunos testimonios, un cuidadoso trabajo de reconstrucción histórica y la consecución de material de archivo, que terminarían constituyendo una película narrativamente sencilla pero contundente.
En esta época de negociaciones, rupturas del cese al fuego y hundimiento de circunscripciones especiales de paz, que se entremezclan con la esperanza de un futuro promisorio en Colombia, es necesario que el cine se vuelque sobre las historias de los involucrados en una guerra que como todas, parece tener cada día menos sentido; pero son las víctimas sobre todo a quienes más debe escuchar el país y este documental nos ofrece la posibilidad de aprender a hacerlo.
Bien vale la pena acercarse a las salas de cine y agradecer la oportunidad que ofrece esta película de conmoverse hasta las lágrimas, para después reflexionar sobre el papel de cada espectador en la construcción de un país en paz, disfrutar de la paradójica belleza de los parajes naturales que han sido testigos de tanta barbarie y ponerse en los zapatos de Ciro, para comprender por qué sostiene que en su vida puede haber “perdón, pero tal vez olvido no”
El documental se estrenará en las salas de cine del país el próximo 25 de enero y en principio estará en cartelera solamente hasta el día 28 del mismo mes.
*Camilo Ramos Martínez es realizador de cine y televisión y estudiante de la Maestría en Periodismo de la Universidad de los Andes. Se ha desempeñado como profesor de producción y apreciación del cine en varias instituciones de educación superior, alternando su labor con el cultivo de audiencias para las películas colombianas.