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Carranza ante Carranza: afinidades y distancias entre dos poetas

La voz poética de María Mercedes Carranza tomó distancias de la voz de su padre, el poeta Eduardo Carranza. Son entonces dos voces que comparten lazos pero que se distancian en la estética y en el lenguaje.

por

Santiago González

trabaja en el Archivo de Eduardo Carranza en la Biblioteca Nacional


07.08.2024

María Mercedes Carranza con su padre Eduardo. Cortesía: BADAC - Fondo María Mercedes Carranza.

Este texto hace parte del especial “El mundo es esto que miro: vida y obra de María Mercedes Carranza”. Para ver otros textos del especial, haga clic aquí

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¿Quién fue María Mercedes Carranza?

Cronología de unas de las poetas y gestoras culturales más importantes del s.XX en Colombia.

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Además, la hija de Eduardo Carranza. Así respondía María Mercedes Carranza en muchas entrevistas cuando le preguntaban por su voz poética, una voz propia, no necesariamente heredada o hija del poeta de Apiay.  

María Mercedes luchó por construir un lenguaje propio, una voz poética más allá de lo heredado, por fuera de estéticas efectistas y brillantes de la palabra. María Mercedes quería entonces devolverle a las palabras su capacidad expresiva, sin adornos, sin engaños, que sin disimulo pudieran hablar de la mujer, del día a día, de quien camina, baila, come y tiene una propia experiencia social. Al mismo tiempo quería enfrentarse a la razón para escribir poesía, al lugar de esta práctica en tiempos de guerra, violencia, masacres y desapariciones. Así que el adverbio de modo que María Mercedes prefería en las entrevistas (“además”) recalca su intención por ser una propia escritora, periodista y activista política además de hija de su padre. 

Cuando María Mercedes escribió sobre Eduardo Carranza en el prólogo para la antología Carranza por Carranza (1985) elogió y honró los cambios en la poesía colombiana que introdujo su padre y los piedracielistas hacia los años 30 del siglo XX. La sublevación poética de comienzos del siglo XX que capitaneó su padre aportó mucho a la renovación y liberación de la imagen y el  lenguaje de la poesía en Colombia. El trabajo vanguardista y posvanguardista de El centenario, Los Nuevos y los Piedracielistas desintoxicó la imaginación poética en Colombia,  atascada y limitada por las formas de ser y correspondencias  modernistas.

Pero en este mismo texto, María Mercedes  asumió una posición crítica, sin disimulo, respecto a una estética y concepción de la palabra que no compartía y que encontraba aliada a unas ideas políticas contrarias a su pensamiento. Ella llama a su padre un catalizador del siglo XX y así misma, se llamó dechado del siglo XX, espejo de esta época. “Si a tu ventana llega el siglo veinte trátalo con cariño que es mi persona”. A ambos los separó la mitad del siglo, experiencias nacionales e internacionales distintas, momentos y filiaciones políticas distintas aunque nunca dejó de unirlos un marco social y político del que con privilegio hicieron parte.

Podría señalarse con atrevimiento que María Mercedes habló con conciencia de la palabra y Eduardo Carranza habló con una idea y concepción de la palabra. Con esto me refiero a que mientras uno usó la palabra y los recursos poéticos de manera efectista, es decir, provocadora de una imagen, normalmente bella y sensorialmente plácida, la otra usó la palabra quitándole el maquillaje para que empezara “a nombrar lo que es nuestro de cada día”. 

La poesía de María Mercedes se abrió hacia instrumentos expresivos que se encontraban por fuera del lenguaje literario, en las calles, en el día a día y sus acontecimientos, en los medios masivos, en la publicidad, en los lugares comunes. Podría decirse entonces que María Mercedes usó una palabra autocrítica, empleó una estética consciente, con una ética que contextualiza y cuestiona la propia expresión. El paisaje que provocan las imágenes del poema está enmarcado en la experiencia de vida de quien lo escribe, o sea en las ciudades, el ambiente urbano, las características y marcas de los predios, de las fachadas y de los transeúntes. 

Eduardo Carranza y María Mercedes en 1964. Cortesía: BADAC – Fondo María Mercedes Carranza.

Este contraste estético es equivalente al contraste entre los momentos históricos que vivían hija y padre. Como la misma María Mercedes lo dijo, los cambios que derivaron en la poesía de Eduardo Carranza estaban en el aire. Su momento histórico y primeras publicaciones coincidieron con la promesa del nacionalismo progresista de López Pumarejo, el desarrollo industrial del país, un cambio del uso de la tierra y promesa de su redistribución, una variación sustancial de las relaciones entre obrero y patrón, entre otras promesas. 

En este contexto, la palabra edificante y que construye, a la que apelaba Eduardo Carranza, la palabra que honra la belleza y placidez de las cosas y la naturaleza, encuentra un terreno fértil, prometedor, de alguna manera maquillado e irracional. Irracional porque imagina y describe la patria, la nación, desde un idealismo lejano a la realidad. 

El siglo XX de María Mercedes tiene otras tonalidades y sombras que impactarán e influirán en su uso de la palabra. La poeta hablaba de un dolor de patria, pero es que fue espectadora de la guerra desde su infancia , de las calles españolas de Ledesma destruidas y de los hechos de  Violencia partidista y sus asesinatos anónimos. En 1958, a su llegada a Colombia, se hace testigo de la palabrería y proselitismo de los caudillos, de todo el periodo del Frente Nacional, del exterminio de la Unión Patriótica, del asesinato de su amigo Luis Carlos Galán, y hasta poco antes de su muerte del secuestro de su hermano Ramiro Carranza. 

Rastrear los hechos que podían desgarrar el paisaje nacional al que asistía Maria Mercedes sirve como una prueba para confirmar lo autobiográfico de su obra, al mismo tiempo que es un recurso para iluminar la historia nacional a través de sus poemas. Una historia de la que habló con crueldad pero sin disimulo, con las propias palabras de este tipo de contexto. 

Puede ser aterrador que un lector o escritor inspirado en María Mercedes aún se identifique con el escepticismo político y nacional que causaría la situación política y social de nuestro país. Aterrador en el sentido de que los cambios podrían ser mas notorios, que las esperanzas y promesas pudieran sentirse. La actualidad de la obra de María Mercedes tiene un ancla en las incesantes apuestas por la paz y reparación a las víctimas de la violencia en Colombia. Devolverse a sus versos, a sus proyectos, a su activismo, al contraste con su padre, no sólo aclara la historia de vida de una poeta o intelectual, destapa una labor, acción y sentido de hacer poesía en un país como el nuestro. Libros como “El canto de las moscas”, eventos poéticos como Que descanse en paz la guerra, la participación de Maria Mercedes en la Asamblea Constituyente del 91, entre otros acontecimientos estético-políticos de su vida merecen revisarse para valorar su actualidad y para que circulen en las discusiones políticas de hoy.  

La investigación histórica de estos tiempos, la inteligencia de las máquinas, las miradas interdisciplinares, decoloniales y feministas, son recursos para profundizar, controvertir o desplegar el contraste que presenta este texto entre María Mercedes Carranza y Eduardo Carranza.

 La Universidad de los Andes custodia el archivo de la poeta y la Biblioteca Nacional de Colombia conserva el de su padre. Abrir estos folios, navegar entre sus contrastes, complejidades y matices puede hablarnos e iluminar otras caras de la historia nacional, puede llevar a micro relatos de las diferencias, de las apuestas estéticas y políticas, o simplemente a confirmar la diferencia o la singularidad de dos lenguajes poéticos que compartían en una misma casa,  una noción de  patria diferente. 

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Santiago González

trabaja en el Archivo de Eduardo Carranza en la Biblioteca Nacional


Santiago González

trabaja en el Archivo de Eduardo Carranza en la Biblioteca Nacional


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