En un supermercado en el occidente de Bogotá, María Guagacal entra con dos costales llenos de botellas de plástico. Ella se dirige hacia lo que parece ser un cajero automático. Pero no saca su tarjeta de crédito, sino que deposita las botellas, una a una, en un hueco donde un escáner reconoce las etiquetas de los envases. Al tiempo, una pantalla táctil le va indicando a María cuántos puntos ha ganado con sus envases. Cuando haya terminado de poner todas sus botellas, ella podrá cambiar sus puntos virtuales en premios bien reales: boletas de cine o recargas de teléfono. Mientras ella regresa a su casa, todos sus amigos en Facebook verán una notificación con el número de envases que depositó, qué premios ganó y la cantidad de CO2 que su gesto le permite mitigar. María es una nueva adepta de EcoPuntos.
Lanzado en noviembre 2011 en Bogotá, EcoPuntos es un sistema de reciclaje automático que se puede encontrar en centros comerciales y universidades. Camilo Jiménez, creador de EcoPuntos, es un joven que quería combinar su pasión por la tecnología con otro de sus intereses, el medio ambiente para, según él, “revolucionar el reciclaje que no funciona efectivamente en Latinoamérica”. Su meta era sencilla: invitar a la gente a ser más cuidadosa de lo que tiran a la basura, para recuperar lo que se puede reciclar.
De recicladora a impulsadora
Por el momento, Bogotá cuenta con cuatro EcoPuntos, uno de ellos en la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Para ayudar a que más gente descubra el sistema, algunos recicladores son empleados para instruir a los nuevos usuarios. Luz Bellanny, por ejemplo, acoge a la gente de lunes a sábado en el EcoPunto de un centro comercial en frente de la estación Ferias de Transmilenio. Maquillada, pelo cuidadosamente peinado y uniforme impecable, su imagen desafía los chlichés que los bogotanos tienen de los recicladores. “Eso muestra a la gente que no somos desechos de la calle y que tenemos habilidades”, dice Luz Bellanny. Valorizar el trabajo de los recicladores era también una meta del creador del sistema. “EcoPuntos hace el puente entre los consumidores, las industrias y los recicladores”, resume Camilo Jiménez.
Según Luz Bellanny, los usuarios de EcoPuntos son diversos: obviamente, personas comprometidas con el medio ambiente pero también padres que vienen con sus niños encantados por los diseños en la pantalla. El emplazamiento de los kioscos en centros comerciales hace el sistema muy cómodo para la gente. “Cada vez que van al mercado, traen los envases que han consumido”, relata la recicladora.
Hoy, María Guagacal depositó 27 envases de bebida que recogió en la calle. Esta vendedora ambulante asegura que viene “todos los días”. Para ella, reciclar se volvió como un nuevo reflejo. “Eso es bien para el planeta y también para mi bienestar”, concluye. Aunque ya tiene 250 puntos sobre su cuenta EcoPuntos, ella no quiere cambiarlos aún por premios. Prefiere esperar para tener más. Tal vez, para disfrutar un sesión de cine con toda su familia.
Éxito local, ¿ambición internacional?
El proyecto de Camilo Jiménez plantea una pregunta: ¿el único incentivo para que la gente recicle es recibir un premio o un regalo a cambio? ¿No basta con el deber ético de cuidar el planeta? Según Camilo Jiménez, puede ser el primero paso hasta que el gesto se vuelve automático. “Sólo 32 por ciento de la gente cambia sus puntos por premios», constata este jóven de apenas 22 años y que a sus 16 años fundó una agencia electrónica de importaciones, antes de estudiar administración en University of London. «Entonces, la gente no busca principalmente premios.”
Con ya 48.000 usuarios y cerca de 170.000 envases reciclados, EcoPuntos encontró un verdadero éxito local. Doce universidades, estaciones de servicio y otros centros comerciales de Bogotá van a acoger el sistema de aquí a fin de año.
Y el creador tiene planes ambiciosos para el futuro. “Queremos convertirnos en la plataforma más efectiva y divertida para reciclar en el mundo”, asegura. Próxima etapa: exportar el sistema a Perú y México. “México es el país con mayor consumo per cápita de bebidas embotellas en el mundo”, añade Jiménez. Ese sería el primero paso para incursionar en toda Latinoamérica.
Pero Camilo Jiménez no quiere quedarse con eso y quiere ir más allá. Ya está trabajando en el proyecto de una página en Internet que hace el invetario de todos los envases de bebida recogidos por EcoPuntos y los organiza por marca. Eso es posible gracias a la información que recopila el escáner que tiene cada kiosco. Así, por ejemplo, sería posible saber cuantos envases de Coca-Cola, cuantos jugos Hit, cuántos Té Lipton, Agua Manantial, entre otros, son recogidos cada mes por los usuarios del sistema. Para Camilo Jiménez, sería “una plataforma para que las empresas se responsabilicen”, y que así encuentren soluciones para la gestión de sus envases, una vez que son utilizados.
¿Salvando el planeta, una botella a la vez?
Así y todo, por el momento este nueva manera de hacer reciclaje parece como una gota de agua en medio del océano de desechos que produce Bogotá, una urbe de 8 millones de habitantes con poca cultura de reciclaje. Cada día, los bogotanos producen más de 8.000 toneladas de residuos solidos, según el Compromiso Empresarial para el Reciclaje (CEMPRE). Del total del material reciclable en la ciudad, solo el 17,5% es recuperado. Sin embargo, el reciclaje es un sector muy jugoso: en Bogotá, se recoge cada año material reciclable por un valor de $32.000 millones, según cifras del Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible.
Entonces, una pregunta surge: ¿esta iniciativa puede realmente tener un impacto sobre el reciclaje en Bogotá? “Es una estrategia pequeña así como un gran arena en una playa, pero su mando granitos de arena, todos podemos llegar conformar esa playa. Entonces, no me parece que deberíamos desechar esa iniciativa. Tenemos que magnificar todo el proceso entre todos,” opina Marco Tulio Espinoza Lopez, profesor en la Universidad de las ciencias aplicadas y ambientales (UDCA) en Bogotá y quien se interesa por el tema del reciclaje desde 40 años. Según él, lo que falta ahora es una gran campaña de sensibilización, para que la gente cambie o adquiera nuevos reflejos, entre ellos separar los residuos que, a diario, terminan en sus basuras.
* Hélène Bielak es estudiante del convenio de intercambio entre la Maestría en Periodismo del CEPER de la Universidad de los Andes y el Institut Français de Presse de la Université Paris 2 Panthéon-Assas en Paris.