Esta entrada al blog de No es Normal hace parte de nuestra convocatoria «Reflexiones de cuarentena»*
Por: Paula Natalia Rincón Chitiva
La guerra y sus machos quieren plagarlo todo con sus formas. Entre las palabras más dichas por Duque durante la crisis por coronavirus deben estar “héroes”, “batalla”, “combatir”, “luchar contra”. Y entonces las labores de cuidado, en el campo médico, son ahora bélicas; no son profesionales de la salud que se dedican al cuidado de la vida, sino soldados que alzan sus armas contra un enemigo mortal que viene a acabar con nosotros.
El cuidado, que siempre había sido femenino, secundario, ahora también puede convertirse en propiedad de esa guerra y esos machos, y funcionar con sus lógicas de aniquilar al bando contrario, de héroes sacrificados por el bien de la patria.
Construyen batallones en cada hospital y meten los misiles a nuestras casas porque “esta guerra la ganamos todos”.
Es el único lenguaje que conocen. El poder para ellos solo puede ser eso: dominar al enemigo, dispararle, sacrificar vidas, armar combates y fingir victorias. Les aterroriza enfrentarse a un sentido diferente, les da calma pensar en helicópteros que vigilan todo, en armas que obligan al rebelde a obedecer, en un control sostenido con fuerza y brutalidad, aunque en el fondo saben que es insostenible. Prefieren seguir vendiendo esa imagen, hablar de guerras porque en este país ya estamos acostumbrados a ellas y, aún mejor, porque en la ciudad sentimos que no nos toca. La guerra es lo que somos desde que existimos, en cambio un virus no podemos afrontarlo.
Pero la verdad es que no hay enemigos, que los hospitales no son ni pueden ser campos de batalla y que nosotros no podemos disparar balas y acabar con lo que quiere acabarnos. La verdad es que tenemos solo el cuerpo, y las armas y escudos ya no pueden hacer parte de él. Solo podemos confiarnos en sus mecanismos de defensa, que no son como las murallas o las barricadas que nos inventamos para detener el avance del ejército oponente, sino que lo dejan llegar y nos usan desde adentro para expulsarlo. Nuestro cuerpo no mata a los enemigos, los aloja, y una vez se da cuenta que no pueden acomodarse dentro, les permite salir, a costa de nuestros malestares.
Ellos, que quieren verlo todo y ser el control absoluto, no pueden ver esta vez la amenaza y, aún peor, no saben si ya los atacó. Y ante su incapacidad para gobernar con una política diferente a la de la muerte, ante la imposibilidad de reconocerse frágiles, susceptibles de ser vencidos y perder el control, aparecen ahí, la guerra y sus machos, a querer plagarlo todo con sus formas.
*Nota de No es NoRmal:
Abrimos este espacio para escucharnos. Hace unas semanas, lanzamos una convocatoria de libre participación, temática y formato en redes sociales que tiene como propósito crear un espacio seguro y diverso en el que podamos compartir las reflexiones y los sentimientos que ha suscitado la pandemia y el confinamiento en el que nos encontramos.
Como colectiva feminista, reconocemos que son tiempos difíciles que han hecho visibles tipos de desigualdad, violencia y opresión que estaban presentes desde antes. Consideramos, por tanto, indispensable preguntarnos por nuestra labor comunitaria y por las formas de cuidado y acompañamiento que vienen con esta. Leer y ver los pensamientos y procesos de creación de otrxs nos puede recordar que no estamos solxs. Así, este espacio se plantea como una posibilidad tejer redes mediante la escucha y el cuidado colectivo.