Élites cómplices y pueblos solidarios: dos años de un genocidio transmitido en directo

Israel, apoyado por sus aliados occidentales, desencadenó sobre el pueblo de Gaza la peor masacre de civiles de este siglo. Han sido dos años de brutalidad transmitida en vivo y en directo, pero también de la organización de los pueblos del mundo en contra del genocidio y a favor de un planeta distinto.

por

Felipe Uribe Rueda

antropólogo y analista político


06.10.2025

Portada por Nefazta

Este texto hace parte de Sancocho Mundi, nuestra columna de geopolítica. Si quiere ver las otras entradas, haga clic aquí.

***

La devastación

Lo que comenzó como respuesta a una brutal incursión militar de Hamas, se transformó rápidamente en una orgía de sangre que ya ha desplazado a casi 2 millones de palestinos, tiene en riesgo de hambruna a medio millón de personas y, según fuentes citadas por la propia Francesca Albanese, se ha cobrado 680.000 vidas, en su mayoría mujeres y niños.

070 recomienda

“Somos cinco mujeres dispuestas a dejarlo todo para ir a poner nuestros cuerpos”: hablamos con la delegación colombiana de la flotilla que va a Gaza

Click acá para ver

Las imágenes de este horror, a pesar de la censura occidental, acaparan las redes sociales. Prácticamente todos los días desde el 7 de octubre de 2023, vemos en nuestras pantallas cuerpos mutilados, pacientes quemados vivos en hospitales bombardeados, personas hambrientas siendo ametralladas mientras buscan ayuda humanitaria, perros comiendo carne humana, huérfanos llorando a sus padres y madres asesinadas, y médicas, enfermeros, periodistas y rescatistas quebrados por el dolor y la impotencia.

A estas imágenes apocalípticas, que a los palestinos les ha tocado registrar para que el mundo no pueda apartar la mirada totalmente, se les suman las de los mismos perpetradores del genocidio: las Fuerzas Armadas de Israel registran, orgullosas, el castigo colectivo al que someten a los palestinos, los soldados profanan la ropa interior de las mujeres que desplazan y asesinan, los ingenieros militares demuelen con bombas edificios completos para hacer gender-reveals y los carceleros violan en manada a sus prisioneros.

Llevamos dos años viendo, en vivo y en directo, cómo el Estado de apartheid de Israel aniquila metódicamente a un pueblo, mientras que los líderes occidentales se sirven de los fantasmas del antisemitismo y el terrorismo para lavarse las manos y justificar los horrores cometidos por su proxy en Medio Oriente.

Sin embargo, el pueblo palestino sigue firme ante el asedio, la hambruna y el largo etcétera de violaciones a los derechos humanos de las que ha sido víctima. Y esa resistencia, poco a poco, ha logrado inspirar la movilización de los pueblos del mundo, que condenan la connivencia de sus líderes, los medios y las empresas y comienzan a identificar el sufrimiento palestino con sus propias luchas.

La bancarrota moral de Occidente y el “centro” político

La catástrofe en Gaza es un espejo brutal que refleja la verdadera naturaleza de políticos, empresarios y periodistas hegemónicos, así como un testimonio incontestable del colapso moral de Occidente y el desmoronamiento del fetiche de los liberales con el “orden mundial basado en reglas”. Este genocidio ha logrado que una verdad incómoda nos explote en la cara: a las élites políticas y económicas mundiales no les interesan los derechos humanos y solo los defienden cuando se alinean con  sus intereses geopolíticos o comerciales.

En estos dos años, la mayoría de los liderazgos públicos pertenecientes al espectro de centro y derecha (e incluso algunos de izquierda, como Die Linke, en Alemania) de nuestros países ha cohonestado, justificado e incluso promovido el genocidio.

En el Norte, los medios de comunicación hegemónicos han recurrido a toda clase de piruetas narrativas para maquillar el genocidio, acusar a los activistas pro-palestinos de terroristas y desviar la atención de sus audiencias. Por su lado, los líderes de las potencias siguen vetando cualquier iniciativa concreta para parar el genocidio, haciendo pantomimas políticas para lavarse las manos, proveyendo o comprando armas al régimen genocida de Netanyahu y desacatando la orden de arresto proferida por la CPI contra el carnicero de Gaza. Así mismo, varias de las multinacionales más poderosas del mundo, según el más reciente reporte de Francesca Albanese, Relatora Especial sobre la situación de los derechos humanos en el territorio palestino ocupado desde 1967, llevan años lucrándose de la “economía del apartheid” y, más recientemente, de la “economía del genocidio”.

Aquí, en el Sur, políticos como Sergio Fajardo, Juan Manuel Galán, Katherine Miranda o Alejandro Gaviria (por no hablar de la derecha, de la que no esperábamos menos), que se llenan la boca con la retórica de los derechos humanos, pero que tildan de improvisación y sinsentido al valiente discurso de Petro en el púlpito de la Asamblea General de la ONU y después en las calles de Nueva York, no han sido capaces de referirse a lo que sucede en Palestina como genocidio (busquen en X y se darán cuenta).

Hace apenas unos meses, cuando se dieron cuenta de que apoyar –por acción u omisión– la barbarie sionista repercutía negativamente en sus agendas políticas y las movilizaciones populares y los boicots pusieron en peligro su business as usual, los poderosos del Norte y del Sur comenzaron a condenar tímidamente a Israel. Y hace solo semanas, cuando la presión popular los hizo temer por su futuro político, algunos líderes decidieron reconocer el Estado palestino, cosa que, sin un embargo de armas, no es más que un saludo a la bandera. Como dicen los gringos, too little too late.

La solidaridad de los pueblos

Afortunadamente, mientras las élites se revuelcan en su vileza y cierran filas alrededor de Israel, la sociedad civil en todo el mundo se levanta con furia para parar el genocidio. Y esto no solo sucede por solidaridad humana, sino también porque, poco a poco, como han señalado Rima Hassan o Gustavo Petro, entre muchos otros, los pueblos del mundo se están dando cuenta de que el genocidio en Gaza es un experimento que en el futuro, si no lo paramos, se replicará en otras latitudes. 

Millones de personas se han movilizado en las principales ciudades de América del Norte, Europa y el Medio Oriente. En apenas dos años, hemos visto estudiantes gringos ocupando los campus de sus universidades para exigirles que corten lazos con Israel; estibadores de toda Europa bloqueando puertos por donde circulan las armas que Israel usa para masacrar a los palestinos; fanáticos del deporte boicoteando la participación de equipos israelíes en competiciones internacionales para impedir la normalización del genocidio; y trabajadores organizados agolpándose, casi todos los meses, en las plazas y las avenidas de las capitales de las potencias que siguen apoyando militar y políticamente al régimen sionista. Así mismo, más recientemente, hemos visto cómo activistas de decenas de países han arriesgado la vida en altamar para tratar de romper el bloqueo marítimo que pesa sobre Gaza desde 2007 y, después de su secuestro por parte de Israel, a millones de personas movilizándose para exigir su liberación y el cese al fuego en Gaza.

La esperanza

Hoy, dos años después de que se comenzara a transmitir en vivo y en directo el peor genocidio de nuestra generación, el contraste no podría ser más claro: de un lado, la frialdad, el cálculo político y la vileza de las élites, que protegen a Israel porque ven reflejados en ese Estado colonial y de apartheid sus propios designios y agendas; del otro, la humanidad y la solidaridad de los pueblos, que apoyan a Palestina porque ven reflejadas, en su resistencia y su dolor, sus propias luchas anticoloniales.

Ante este panorama, a pesar de que el genocidio sigue recrudeciéndose, hay atisbos de esperanza. La movilización constante de millones de personas en todo el mundo ha llevado a Israel, bajo el auspicio de Donald Trump, a sentarse a negociar con Hamas en Egipto. Si bien existen serias dudas sobre el alcance de estos acercamientos, ya que el régimen sionista de Netanyahu lleva dos años torpedeando sistemáticamente cualquier resolución por la vía diplomática, es evidente que ya no tiene tanto margen de maniobra para seguir obstaculizando la paz. 

Por otro lado, las marchas en contra del genocidio son cada vez más contundentes, porque los manifestantes están pasando de las velatones, que son manifestaciones higienizadas que no logran nada (recordemos el “protestas sí, pero no así” del centro durante nuestro Paro Nacional de 2021), a acciones de hecho que sí pueden ayudar a desequilibrar la balanza. Así mismo, algunos gobiernos, como los de Yemen o Irán, a pesar de las represalias que han sufrido, siguen plantando cara a Israel y bloqueando las rutas comerciales del Mar Rojo, lo que tiene al régimen sionista en una difícil situación económica y en estado de alarma permanente. Además, algunos líderes mundiales, como Gustavo Petro, y ciertos expertos han hablado abiertamente de una intervención militar en contra de Israel para parar el genocidio.

La barbarie del genocidio en Palestina se ha convertido en un eje articulador de luchas a nivel global. La resistencia del pueblo palestino ahora es un espejo en el que los pueblos oprimidos del mundo –que somos la gran mayoría– nos podemos ver y, hasta cierto punto, reconocer. Y es ese reflejo lo que ha impulsado las reflexiones mundiales que ya hace rato trascendieron lo que pasa entre el río Jordán y el mar Mediterráneo. 

Palestina nos está enseñando a identificar y enfrentar los estragos humanos de esta fase del capitalismo, a reevaluar el papel en el sistema mundo de lo que Francesca Albanese llama “mayoría global” y a alimentar la posibilidad urgente de imaginarnos un mundo mejor. Aunque el precio que está pagando la humanidad es inmenso e inaceptable, pues no deberíamos depender de la transmisión en vivo de un genocidio para llegar a estas conclusiones, lo cierto es que debemos aprovechar el momento. La muerte y el sufrimiento del pueblo palestino no pueden ni deben ser en vano; deben ser la chispa que impulse un cambio irreversible.

¡Viva Palestina libre! ¡Y viva el mundo libre!

COMPARTIR ARTÍCULO
Compartir en Facebook Compartir en LinkedIn Tweet Enviar por WhatsApp Enviar por WhatsApp Enviar por email

Felipe Uribe Rueda

antropólogo y analista político


Felipe Uribe Rueda

antropólogo y analista político


  • Ojalá lo lean
    (1)
  • Maravilloso
    (0)
  • KK
    (0)
  • Revelador
    (0)
  • Ni fú ni fá
    (0)
  • Merece MEME
    (0)

Relacionados

#ElNiusléterDe070 📬