“Nunca sentí una traba por ser mujer”: Catalina Yela, maestra artesana en el Carnaval de Negros y Blancos
La edición de 2024 fue la primera en la que una maestra artesana fue galardonada en la categoría de carrozas no motorizadas. Hablamos con ella y con otras mujeres que han tenido un rol clave en el Carnaval de Negros y Blancos.
por
Irene Beuve
23.01.2024
Fotos cortesía de la artista.
Harina en la cabeza, por toda la ropa; espuma en la cara, los ojos olvidan el ardor de la maizena para mirar las carrozas, las comparsas, los trajes. En el Carnaval de Negros y Blancos de Pasto, que se celebra desde el siglo XVI y que este año tuvo lugar entre el 2 y el 7 de enero, como todos los años, existen cuatro modalidades: comparsa (grupo de bailarines que animan al público), disfraz individual (una persona confecciona un traje extravagante casi como una escultura textil), carrozas no motorizadas (o categoría B, son las carrozas más pequeñas y artesanales) y carrozas motorizadas (o categoría A, la más esperadas por su complejidad, son grandes y requieren de un auto para moverse). En las últimas dos categorías se premió en primer lugar a la carroza Andina en la categoría A (carrozas motorizadas) y a Mujer Artesana en la categoría B (carrozas no motorizadas); la primera del maestro Albert Rahomir Toro Coronel, la segunda de Jairo Andrés Díaz Zarpaz. Dos hombres detrás de ‘grandes mujeres’. Ver tantas carrozas con rostro de mujer me hizo pensar, ¿dónde están las mujeres en el Carnaval de Negros y Blancos? Me niego a pensar que solo en la decoración.
Tanto en la categoría A como en la B se premian las mejores cinco carrozas (a las siguientes cinco se les hace una mención especial); y entre esas primeras diez estuvo la carroza de una maestra. Se trata de Catalina Yela, arquitecta de formación y artista nariñense. Dirigió el proceso de la carroza Las virtudes de las bestias, para la categoría B (no motorizadas). Durante cuatro meses, junto a su equipo de diez personas, se dedicó a contar la historia de un personaje mortal que se conecta al abrazo de su animal espiritual. Representó y reivindicó el relato animista divino. En su carroza, el cráneo de un carnero acaricia la cabeza de una mujer para convertirse en demonio (en la parte trasera de la carroza). Para los laterales Yela explica “en los bastidores están las bestias que tienen cornamenta: el venado, la cabra, el toro, el becerro y el búfalo. Por ejemplo los búfalos tienen una connotación espiritual para culturas prehispánicas de nuestro continente” a lo que suma “y la cabra con el dios Pan.” Los intereses de Yela, como artista del carnaval, están atravesados por el surrealismo, sus conocimientos del dibujo, el traje y la escultura. Yela dice que esta carroza es “un espacio preciso que además permite resaltar todas estas expresiones a través de lo demoníaco. No quiere decir que estemos en una perspectiva religiosa de algo satánico, sino de que intentemos reflexionar sobre el origen de nuestras creencias”.
Catalina Yela afirma que es cierto que hay pocas mujeres liderando la construcción de carrozas, pero que nunca sintió una traba al respecto por ser mujer. Y dice categórica: “simplemente me lancé”. Es que hacer una carroza, especialmente dirigirla, es una tarea compleja que involucra entender técnicas del oficio así como administrar un presupuesto de 30-45 millones, conseguir sus propios recursos, presentarse a convocatorias, saber contar una historia fascinante con los símbolos del carnaval.
La investigadora Aura Patricia Orozco, tesista doctoral de la Universidad Nacional de la Plata, Argentina, está estudiando los símbolos del Carnaval de Negros y Blancos desde que fue declarado por la UNESCO Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2009. Hablamos sobre un aspecto crucial: la red de tejidos que activa el carnaval: las familias, la vecindad, la comunidad y, finalmente, la identidad territorial que Orozco interpreta holísticamente desde su sentido humano, fraternal y político. Ella resume que el carnaval es una muestra de la sociedad. Es un ritual social que para entretener debe estar a la par de las necesidades y demandas de la cultura. Andina, por ejemplo, representa la biodiversidad de un territorio y pone en escena las riquezas de la naturaleza; al mismo tiempo que muestra a las mujeres como poderosas (algo de lo que quizás no se habría hablado con mucho énfasis en el pasado).
Una carroza requiere habilidades asociadas a oficios como la carpintería. Pero ya no es extraño encontrar mujeres carpinteras, solo que es algo reciente. La primera maestra, según Orozco, en la categoría de disfraz individual, fue Dayra Benavides en 2016 vistiendo sus trajes pesados en el espacio donde podía exagerar en formas y color. En el 2019 Jenny Ordoñez junto a su padre ganó el séptimo puesto con Pastusas invencibles, derrotando a Nariño, 1814. En una carroza motorizada Jenny Ordoñez demostró el poder histórico de las mujeres a partir de ubicar al personaje principal como una mujer gigante y decidida que mira al frente, debajo de ella Nariño y Bolívar se muestran aterrados, como gritando. La parte trasera es un pueblo de solo mujeres bailando y celebrando. Es así como sembró la semilla para transformar la mirada que tenemos del lugar de las mujeres en el Carnaval de Negros y Blancos.
Orozco, además, mencionaba el papel de las mujeres co-creadoras. En el caso anterior la maestra Jenny Ordoñez es mencionada por dirigir el proyecto junto a su padre y hermano, sin embargo normalmente las mujeres que están tras escena quedan olvidadas. Así como Dayra Benavides confecciona su traje individual, hay muchas mujeres en la confección de los trajes de comparsa. En la complejidad de construir carrozas motorizadas y no motorizadas, se necesita un equipo que normalmente cuenta en mayor medida, según Orozco, con manos de artesanas. Estos pueden pasar desapercibidos cuando junto a las carrozas se mencionan los nombres de los maestros, usualmente hombres. Respecto a esto Orozco recomienda el podcast “La mujer en el carnaval” de Andrea Figueroa y Alejandra Zambrano, donde se conversa con las artesanas co-creadoras y se visibiliza su importancia en el Carnaval de Negros y Blancos.
A través de este retrato de distintas carrozas del carnaval, específicamente dirigidas por maestras, nos preguntamos por el liderazgo y las posibilidades de reconocimiento que las mujeres alcanzan en este espacio. De acuerdo con el análisis de Orozco, mirar el carnaval nos permite cuestionarnos qué lugar se permite ocupar a las mujeres en la cultura nariñense y así, eventualmente, en la sociedad. Poco a poco las mujeres levantan su voz y buscan hacerse reconocer como artistas, narradoras y creadoras de la cultura popular.