La Feria Internacional del Libro de Bogotá volvió de manera presencial luego de dos años de receso por la pandemia. Estuvimos ahí, visitando los pabellones de Corferias que estarán abiertos al público hasta el 2 de mayo. Hablamos con editorxs y librerxs, revisamos catálogos, leímos críticas y escogimos diez libros entre novedades, reediciones, antologías y rarezas, bajo una única condición: que sus autoras sean mujeres.
Huaco retrato, Gabriela Wiener (Random House)
Con la escritora peruana Gabriela Wiener no hay pierde si se quiere leer bajo ese gran paraguas llamado literatura de no ficción. En sus libros, crónicas y columnas de opinión Wiener cuenta su experiencia personal sobre el deseo, el amor, la muerte o la soledad y al tiempo hace un retrato social tan crítico como lleno de humor. En Huaco retrato, su más reciente libro, se vale de la figura de una pieza de cerámica indígena encontrada en un museo en París para hablar de su tatarabuelo, la estirpe, el racismo y el pensamiento colonial.
Cuentos completos, Clarice Lispector (Fondo de Cultura Económica)
Para conmemorar el centenario de la escritora brasileña, nacida en Ucrania, el FCE reunió los 85 cuentos que Clarice Lispector publicó: el primero cuando tenía diecinueve años y el último encontrado en fragmentos dispersos después de su muerte. La prosa de Lispector -que también escribió novela y periodismo- suele definirse como enigmática, brumosa o como una que desborda géneros y corrientes literarias. En sus cuentos desliza con enorme sutileza el malestar ante lo cotidiano, la fragilidad del cuerpo y la condición de ser mujer.
Conjunto vacío, Verónica Gerber Bicecci (Laguna)
Es una novela y también una libreta de apuntes -hermosamente visual- en la que de repente aparecen un trazo a mano, un dibujo geométrico o una línea suelta. Una ruptura y la ausencia de la madre llevan a la protagonista a una búsqueda de sus raíces entre Argentina y México en la que debe inventar un idioma propio como única salida ante la falta de palabras. Laguna publicó otras tres novedades igual de valiosas: Linea nigra, de Jazmina Barrera, Matate, amor, de Ariana Harwicz, y Las niñas aprendemos en silencio, de Catalina Gallo.
Poesía portátil, varias autoras (Random House)
El antecedente de esta colección es la maravillosa Mitos Poesía que Mondadori publicó en los años noventa. Ambas comparten una esencia: son libros pequeños, no muy extensos, de poetas clásicos y contemporáneos, rescates y novedades, con portadas lindísimas, y baratos. Entre los títulos que se pueden conseguir en la Filbo están Soy vertical, pero preferiría ser horizontal, de Sylvia Plath, Esta noche, en este mundo, de Alejandra Pizarnik, Morí por la belleza, de Emily Dickinson y No creo poder tocar el cielo con las manos, de Safo.
La insumisa, Cristina Peri Rossi (Menoscuarto)
La escritora y traductora uruguaya Cristina Peri Rossi -que por su obra recibió el Premio Cervantes de 2021- es una voz imprescindible en la literatura latinoamericana. Esta novela autobiográfica en la que se borra el límite entre la realidad y la ficción, pero también entre la realidad y el anhelo, recorre la infancia y juventud de la protagonista: la familia, los libros, el amor y la rebeldía en un mundo en el que ser mujer viene aparejado con obligaciones y condicionamientos.
Elefantes en la sala, Mónica Roa López (Ariel)
Mónica Roa, la abogada feminista y de derechos humanos que en 2006 consiguió junto a la organización Women’s Link que la Corte Constitucional de Colombia legalizara el aborto en tres causales, lanza en la Filbo este ensayo personal. En él, la historia de sus vínculos familiares la lleva a reflexionar sobre el concepto de familia, sobre los conflictos y vivencias que moldean a quienes la integran, y cómo eso, de variadas maneras, refleja la idiosincrasia del país.
La mujer que sabía demasiado, Silvia Galvis (Ministerio de Cultura)
Este es uno de los libros que componen la Biblioteca de Escritoras Colombianas, lanzada por el Ministerio de Cultura el pasado 8 de marzo. Son dieciocho títulos de novela, poesía, teatro y autobiografía, que fueron seleccionados por un comité de expertos bajo la coordinación editorial de la escritora Pilar Quintana para rescatar la obra de autoras colombianas nacidas desde la colonia hasta la primera mitad del siglo XX. En La mujer que sabía demasiado, Silvia Galvis elabora una ficción detectivesca, de ritmo vertiginoso, para reconstruir el escándalo del proceso 8.000 en los años noventa.
La instrumentalina, Lídia Jorge (Caballito de acero)
Caballito de acero, una editorial independiente bogotana que publica distintos géneros sobre aquello que lxs apasiona: el ajedrez, el boxeo, el ciclismo, el béisbol y el fútbol, lleva a la Filbo la primera traducción al español de La instrumentalina, la novela de solo 47 páginas de Lídia Jorge, una de las escritoras más importantes en lengua portuguesa, con una extensa obra que abarca teatro, poesía y crónica. La protagonista, una mujer adulta, recuerda a partir de una bicicleta su infancia, transcurrida entre mujeres pues los hombres se han ido.
Vigilia, Daniela Sánchez Russo (Tusquets)
Hay un quiebre en ese Caribe colombiano, en apariencia apacible, visto por una mujer que sortea un matrimonio opresivo, la crianza de mellizos y una desgracia familiar y que desde allí recuerda su adolescencia. Esta novela de la escritora barranquillera Daniella Sánchez Russo, expone una realidad política, ambiental y personal en la que el conflicto armado se conjuga con la primera menstruación de la protagonista, el cariño que siente hacia la trabajadora doméstica de la casa en la que vive y los arroyos que cada tanto surcan su ciudad.
Adelaida: 1948, Helena Araújo (Universidad Nacional de Colombia)
Para estrenar la colección Memorias, la Facultad de Artes de la Universidad Nacional lanzó Adelaida: 1948, la novela de la que Helena Araujo -una de las intelectuales más destacadas de Colombia, aunque no tan conocida como debería serlo- dejó un manuscrito tras fallecer en 2015. Su protagonista tiene treinta años y una voracidad artística y política que choca con los límites que la sociedad neogranadina de la época la obliga a acatar y que ella, con gracia y astucia, burla.