“Si nos quedamos callados nos matan y si hablamos también”, dijo, antes de ser asesinada, la lideresa indígena Cristina Bautista Taquinás. Hablaba de los grupos armados que se disputan el territorio indígena del norte del Cauca que ella, como Gobernadora, luchaba por defender. Su muerte es una evidencia del doble riesgo que enfrentan las lideresas y defensoras de derechos humanos. Las asesinan por lo que son y por lo que hacen: «por ser mujeres en una sociedad patriarcal y por ser mujeres defensoras en una sociedad que las condena al espacio privado”, como le dijo a Cerosetenta Carolina Mosquera, investigadora de Sisma Mujer.
La frase, sin embargo, puede servir también para evidenciar los riesgos que enfrentan las mujeres que hablan, que denuncian los maltratos de los que son víctimas, que dicen ‘no más’, y empiezan a tener el control de su vida. “Ese es el momento de mayor riesgo”, explicó en esta historia la psiquiatra Isabel Cuadros, directora de la Asociación Afecto Cuadros. De hecho, en octubre, diez mujeres fueron asesinadas después de dejar a sus parejas e intentarlo.
Este mes, la cuenta sigue, no para.
En octubre 27 mujeres fueron asesinadas en el país. Las asfixiaron, las degollaron, las apuñalaron, las golpearon, las mataron a tiros. Además de la lideresa Cristina Bautista, este mes asesinaron a otras dos lideresas indígenas, a tres mujeres venezolanas, a una mujer trans y a dos mujeres que superan los 70 años.
Sabemos que las cifras sobre feminicidios cambian según las fuentes. Aún así, seguimos armando la lista de mujeres asesinadas por su condición de ser mujeres teniendo en cuenta no sólo el dictamen de la Fiscalía –que es la que tipifica este crimen– sino también las condiciones en las que las mataron: por la sevicia con las que las atacaron, porque la mayoría conocía a sus agresores, porque ellos las mataron porque sabían que podían, que tenían más fuerza que ellas, porque las mataron en zonas de disputa entre grupos armados ilegales.
Este es el doloroso conteo de la mujeres que fueron asesinadas en el país en el mes de octubre y que esta revista construye, mes a mes, rescantando los casos registrados por la prensa, en su inmensa mayoría, regional y popular y por organizaciones que defienden los derechos de las mujeres. Sabemos que se trata de un subregistro, que además de estos hay muchos casos más, pero que el listado es también una postal de esta forma de violencia en Colombia.
I.
El cuerpo de María Helena Garzón apareció con golpes y señales de violencia sexual en ‘El amanecedero’, un lugar donde reposan los vestigios de un barrio que se llevó la avalancha de Mocoa, Putumayo. Era la madrugada del 1 de octubre. Sus familiares le habían perdido el rastro desde la madrugada del día anterior, cuando María Helena salió con unos amigos. Tenía 23 años y era madre de cuatro niños. Hacía poco se había separado de su esposo. Sus familiares contaron que María Helena recibía insultos por redes sociales por ser madre y soltera. Algunas publicaciones, incluso, intentaron justificar su muerte por no “estar con sus hijos”. Las autoridades de Putumayo anunciaron una recompensa para dar con él o los responsables.
II.
El cuerpo de Juliana Andrea Molina, de 21 años, apareció el 3 de octubre cerca a una vía férrea en Facatativá. Tenía señales de maltrato. La noche anterior, Juliana había salido con unas amigas. Luego, tomaron un taxi que dejó a Juliana a una cuadra de su casa. Nunca llegó. Al parecer, contó su hermano, un hombre que Juliana conoció esa noche la siguió y la interceptó antes de que ella entrara a la casa. La familia de Juliana sospecha del dueño del bar que, aunque fue capturado por la Policía, fue dejado en libertad.
III.
Erika Johana Henao tenía 28 años. La noche del 5 de octubre discutió con su pareja, una mujer de 30 años, en una casa del barrio Fátima en Manizales. Hubo agresiones verbales y físicas que terminaron en una herida de cuchillo en el cuello de Erika Henao y en su muerte. La otra mujer, a quien la Policía encontró al lado del cuerpo de Erika, fue capturada.
IV.
Natalia Chavez Arcos tenía 19 años y trabajaba como un administradora de un bar en Valle del Guamuez, Putumayo. El 5 de octubre, su cuerpo apareció con impactos de bala en la cabeza. Su muerte fue reportada por organizaciones que defienden los derechos de las mujeres en el departamento.
V.
Karines Bohórquez estaba trabajando como mesera en Barranquilla cuando Darwuin José Vargas, su pareja, llegó a buscarla en un motel de Barranquilla. Llevaban dos meses separados. Había sido una relación violenta: Karines le mandó fotos a su hermana en la que se veía su cuerpo lleno de moretones por los golpes que recibía de su pareja. El agresor era el papá de sus hijos. Ese 5 de octubre, entraron juntos a una habitación y una hora después, sólo salió él. Había sido asfixiada con una sábana atada a su cuello. Karines tenía 27 años, era madre de cuatro niños y había llegado de Venezuela junto con su agresor. Él huyó a la Guajira.
VI.
Mireya Villareal Guerrero fue atacada y asesinada en su casa, en Arauca, por quien fue su pareja durante 20 años, Naín Ospina. A las 6:00 de la tarde del 6 de octubre, el hombre ingresó a la fuerza a su casa después de que ella no le abriera la puerta. Rompió un vidrio, entró y la hirió en el cuello con un arma blanca. Luego huyó. Mireya había terminado la relación con Ospina hacía unos meses y se mudó a la casa donde fue atacada. Tras el asesinato, el agresor envió dos mensajes de Whatsapp en los que amenazaba con asesinar otras tres personas: una amiga de ella —a quien acusa de acabar con la relación—, a su hija y al hombre que decía era la nueva pareja de Mireya. Los familiares de Ospina fueron claves para que las autoridades lo capturaran. Mireya tenía 37 años y era madre de dos hijos.
VII.
Los familiares de Alexa Yomira Cuaran, de 23 años, velaron su cuerpo en la morgue del Valle del Guamuez, municipio de Putumayo. Había sido atacada a bala la noche del 6 de octubre. Su caso fue reportado por organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres en el departamento.
VIII.
El 7 de octubre, Adriana Jiménez Angulo, de 28 años, fue asesinada por sicarios en Puerto Asís, Putumayo. Su caso fue reportado por una organización defensora de los derechos de las mujeres en el departamento.
IX.
María Erundia Mosquera tenía 74 años. El 12 de octubre salió a trabajar en un cultivo de maíz y un joven de 20 años la atacó con un cuchillo en el cuello y la mató. El agresor se entregó a la Policía que lo capturó. Dijeron que supuestamente tenía problemas mentales.
X.
El cuerpo de Raquel Trejo apareció el 13 de octubre envuelto en cobijas y abandonado dentro de bolsas plásticas en una habitación del barrio el Muelle de la localidad de Engativá, occidente de Bogotá. Era una mujer venezolana, de 26 años, que trabajaba como domiciliaria en Rappi y vivía en arriendo. Sus familiares, que vinieron a enterrarla, señalaron en una emisora local que el agresor, que se hace llamar Manuel en Bogotá pero Wilfrido en Venezuela, no sólo mató a Raquel sino que le robó todas sus pertenencias. No hay capturados.
XI.
Lilia Patricia García tenía 43 años, seis hijos menores de edad y era la secretaria del Cabildo en el resguardo indígena Awá de Barbacoas, en Nariño. El 13 de octubre, un hombre encapuchado le disparó por la espalda en una vía rural que conduce hacia el colegio ‘Los Telembíes’, donde estudian niños y niñas desplazados, y víctimas del de la masacre de Tortugaña Telembí. Lilia era esposa del Gobernador de Watsalpí con quién han exigido la constitución legal del resguardo desde hace 8 años. Su familia ha dicho que este crimen es otra prueba de la persecución de la que han sido víctimas. Y es que, en 2015, fue asesinado otro de sus hijos de 15 años que había sido reclutado forzosamente por Los Rastrojos mientras estaba bajo la custodia del ICBF.
XII.
Rosario Castillo discutió con su pareja la media noche del 15 de octubre en un barrio de Usme, al sur de Bogotá. Ella quería separarse de él. Samuel Orozco, de 49 años, sacó un arma, le disparó y luego, se pegó un tiro y se suicidó. Rosario tenía 47 años.
XIII.
Laura Martínez, Tata, tenía 23 años, era de Cali e hincha del Deportivo Independiente Medellín. Fue reportada como desaparecida el 8 de octubre. Diez días después, su cuerpo apareció en el río Medellín, a la altura del barrio Naranjal. Su familia la reconoció por sus tatuajes. Tenía cuatro impactos de bala en la cabeza y el pelo rapado, según información que circuló en redes sociales. Justamente a través de Facebook, su familia hizo una colecta para pagar su entierro. No hay ningún capturado.
XIV.
El 17 de octubre, Gladis Cuaspud estaba conversando con un amigo en una panadería de Ipiales, en Nariño. Ella acababa de terminar con su novio que llegó a buscarla al sitio. Pelearon. Aunque ella salió del lugar y se montó en su carro, el hombre la siguió y se montó en la silla del copiloto. La pelea continuó hasta que el hombre sacó un arma y le disparó en la cabeza. Gladis tenía 44 y era madre de una niña de 15 y otra de 21 años. “El victimario tenía todo preparado para cometer el crimen, pues ya sabía dónde estaba y tenía su arma lista, para cometer este feminicidio”, dijo uno de sus familiares a la prensa. El hombre, de apellido Bastidas, huyó del lugar y todavía no hay rastro de él.
XV.
La lideresa wayuu Eneyda Epiayu salió a almorzar junto con su esposo y su escolta a un restaurante de Riohacha, en La Guajira el pasado 17 de octubre. Mientras esperaban que les sirvieran, dos hombres armados entraron al lugar y le dispararon en la cabeza. La lideresa murió en el acto mientras que su pareja, que tiene antecedentes por concierto para delinquir y homicidio, fue gravemente herido.
XVI.
El 18 de octubre, a las 6:30 de la tarde, Daniela Zapata se bajó de un carro en el parqueadero de la Fundación Universitaria Antonio José Camacho en Cali. Alcanzó a dar algunos pasos cuando un hombre la alcanzó y le disparó en dos oportunidades. Luego, el agresor corrió hacia un carro que lo esperaba y huyó. Daniela acababa de terminar la relación con su exnovio y que, según contó la Policía, no aceptó su decisión. Tenía 22 años.
XVII.
El exnovio de Liduvina Cecilia Hernández llegó a buscarla hasta su casa en Fundación, Magdalena. Era 18 de octubre. Fue a pedirle que volvieran, después de que ella terminó la relación y se fue de la casa que compartían en el municipio de Ciénaga. Discutieron. Ella no quería volver con él. El hombre sacó una navaja y se la clavó en la ingle, en una herida que comprometió la vagina. Aunque sus vecinos no la conocían, dieron aviso a la Policía y atacaron al agresor que finalmente fue capturado. Tenía antecedentes penales por tráfico de drogas y robo. Liduvina murió en el hospital. Tenía 29 años.
XVIII.
Lina Marcela Jiménez era una mujer trans de 26 años que ejercía la prostitución en Bucaramanga, Santander. El 19 de octubre, mientras estaba trabajando, un hombre en una moto la llamó, se le acercó y le pegó una puñalada en el pecho. Aunque la llevaron al Hospital, Lina murió. “Ya la Policía tiene videos en su poder, pero no se le ve bien la cara al tipo, ni la placa de la moto. Lamentablemente a esa hora la calle estaba sola y él aprovechó para matarla, a sangre fría”, dijo a los medios ‘Madre Chinchilla’, lideresa de las trabajadoras trans y la mujer con la que vivía Lina. Ella era de el Banco Magdalena y desde hace 9 años, cuando completó su transformación, vivía en Bucaramanga.
XIX.
La última vez que los vecinos de Sandri Liseth Guerrero la vieron con vida fue la mañana del 21 de octubre. Ese día ella estaba con su expareja que, según la mamá de Sandri, la había amenazado de muerte hace unos meses porque ella no quería regresar con él. Dijo que la mataría. La perseguía. La acosaba. Esa mañana, los vecinos de Sandri lo vieron salir de la casa pero no vieron a Sandri. Horas después, su mamá la encontró degollada, amordazada con una pañoleta y con varias heridas de puñal en el pecho y en el cuello. Sandri tenía 20 años. El agresor sigue libre.
XX.
Carmen Herrera de Montes tenía 80 años, vivía sola y era una reconocida comerciante de Lorica, Córdoba. La madrugada del 21 de octubre Víctor Negrete, alias Nucita, derribó una de las puertas de la casa a patadas, al parecer para robarla. Entró, y cuando se encontró a Carmen la cogió a patadas en la cara y en la cabeza. Sus gritos alertaron a los vecinos que llamaron a la Policía. Nucita, mientras tanto, intentó escapar tirándose al río Sinú pero la Policía alcanzó a capturarlo. La Fiscalía le imputó el delito de homicidio y lo mandó a la cárcel. Carmen murió en el hospital.
XXI.
A Diana Carolina Luque la atacó su pareja con un cuchillo el 22 de octubre en el municipio de Candelaria, en el Valle del Cauca. Ella era venezolana y tenía 34 años. Al parecer, el agresor le clavó tres veces un cuchillo después de tener una discusión y huyó en una bicicleta. Todavía está libre.
XXII.
Juliana Morales acabó la relación con Héctor, su novio de 7 años. Él no quería aceptarlo. La mañana del 23 de octubre, mientras ella estaba a punto de entrar a trabajar en un colegio de Guarne, Antioquia, donde era docente de preescolar, Héctor la interceptó y le disparó varias veces. Tras el ataque, se disparó en un ojo y aunque sobrevivió podría quedar ciego. Los vecinos, además, intentaron lincharlo pero la Policía alcanzó a llevárselo preso. El hermano de Juliana le escribió una carta al periódico El Colombiano donde dice: “nos duele ver tantos mensajes que incitan a más violencia, ya nada nos va a devolver a Juliana y mucho menos lo malo que a él le pase de ahora en adelante”.
XXIII.
Suba, 24 de octubre, 4:30 de la mañana. ¡Pum! Hubo un silencio. Después, otras cinco detonaciones. El ruido despertó a los vecinos que se asomaron a la ventana y vieron dos cuerpos tirados en la acera. Eran Carmen Oliva González, de 36 años, y su expareja, Rito Celio Jerez, de 41. La pareja acaba de terminar la relación, contaron los vecinos. Por eso, la hipótesis de la Policía es que el hombre llegó a reclamarle y tras insultarla, le disparó primero a ella en la cara y luego se suicidó con un tiro en la sien.
XXIV.
El cuerpo de una mujer sin identificar fue encontrado el 28 de octubre en una vereda rural del municipio de Morales, Cauca. Tenía una profunda herida en el cuello. Horas antes, unos testigos vieron que la mujer llegó con un hombre en una moto al sector, y luego vieron al hombre alegarle algo a ella, mientras sostenía un celular en la mano. Todavía no hay capturados.
XXV.
El 26 de octubre, Yuri Katherine Bustamante estaba en una discoteca en la Guayacana de Tumaco, una de las veredas de la zona rural que está en el centro de la disputa entre los actores armados ilegales. Dos hombres armados entraron al lugar, la buscaron y le dispararon. Las personas que estaban en el lugar salieron despavoridos. Yuri tenía 40 años. No hay pistas sobre sus asesinos.
XXVI.
La gobernadora indígena Cristina Bautista fue asesinada, junto con cuatro miembros de la Guardia indígena, el 29 de octubre en Tacueyó, en Toribio, Cauca. Bautista y sus compañeros estaban haciendo control territorial cuando se toparon con dos camionetas en la que encontraron a dos personas secuestradas. Cuando los miembros de la Guardia retuvieron las camionetas, hubo un forcejeo y luego disparos. La muerte de Bautista hace parte de la violencia que han sufrido las comunidades indígenas del norte del Cauca en las últimas semanas y que la misma Bautista había denunciado: “Si nos quedamos callados nos matan y si hablamos también.”, dijo, “Entonces hablamos”. Era una autoridad, y una luchadora de los derechos de su comunidad y, en particular, de las mujeres indígenas.
XXVII.
El cuerpo de María Zapata apareció sin vida, y abaleado, en la vereda El Silencio, en Caquetá. Ocurrió el 31 de octubre. Unos hombres armados llegaron a la finca en la que Zapata vivía con su esposo en Bajo San Gil de Florencia. Se la llevaron a la fuerza y luego la asesinaron. Zapata, de 58 años, no tenía ningún antecedente judicial, por lo que el motivo de su asesinato sigue siendo un misterio.