5 claves para entender el aplazamiento del Jamming Festival 2022
A 24 horas de su realización, el festival que prometía uno de los carteles más ambiciosos que se han visto en el país confirmó su “aplazamiento”. Lo hizo en medio del anuncio de una investigación que adelanta la Superintendencia de Industria y Comercio por causar afectaciones a los consumidores.
por
Cerosetenta
18.03.2022
Hay que decirlo claro: el «aplazamiento» del Jamming Festival es una de las noticias más desastrosas en la historia de la música en vivo en Colombia. El suceso además trasciende el evento y afecta a una industria musical en plena reactivación. También afecta a Ibagué, una ciudad intermedia que volcó sus esfuerzos a lo que serían 150.000 turistas buscando hospedaje, comida y transporte entre el 19 y el 21 de marzo.
Lo que venía pasando desde hace 2 años, cuando se reprogramó el evento por la pandemia, ya dejaba varias banderas rojas: desde un cartel de dimensiones desproporcionadas con cerca de 100 artistas supuestamente confirmados, hasta el cambio de locación a una ciudad que nunca había recibido un evento de esa magnitud.
No deja de ser sorprendente que este «aplazamiento» llegue a pocos días del anuncio de una nueva edición del festival para 2023, que se conoció en una publicación de redes sociales. La noticia no solo sorprendió a quienes planeaban asistir, también a empleados con pagos pendientes y a comerciantes formales e informales vinculados al festival que anunciaron pérdidas millonarias y saqueo de mercancía. El mismo Andrés Fabián Hurtado, alcalde de Ibagué, le exigió a la organización el reintegro del dinero de la boletería que ha justificado el aplazamiento aduciendo a la cancelación de artistas y a una supuesta campaña de una «bodega» digital en contra del evento y su director general.
— El Nuevo Día – Colombia (@nuevodiaibague) March 18, 2022
Al revisar los términos y condiciones del festival hay dos apartados sobre la devolución de dinero que no dejan un panorama claro. El primero dice que no habrá devoluciones en caso de cambio de fecha —un escenario que se podría inferir con el anuncio muy anticipado del Jamming Festival 2023—; el segundo apartado asegura que harán devoluciones pero solo con la autorización de Buena Vibra Eventos, productores del festival. Sin embargo, ya confirmaron por medio de un comunicado que se acogerán al Decreto 818 del 2020 que determina que los organizadores de eventos agendados antes de la pandemia pueden devolver el dinero hasta un año después de declarado el fin de la emergencia sanitaria. Así ya lo ha hecho la productora Páramo Presenta con las devoluciones del Festival Estéreo Picnic y todavía no hay certeza de que ese anuncio pueda llegar en el futuro cercano.
Sebastián Narváez, director de Sudakas Podcast ha estado siguiendo de cerca el desarrollo del Jamming Festival desde comienzo de año. Cerosetenta habló con él para entender por qué uno de los eventos que prometía revolucionar la industria de la música en vivo en Colombia terminó en un desastre del que, hasta ahora, estamos viendo las primeras consecuencias. Estas son algunas ideas claves que el periodista musical propone para entender el acabose.
Un festival sin tiquetera
Si bien esto no es ilegal, el papel de las tiqueteras es fundamental en eventos masivos. La Ley 1493 del 2011 estipula que, al ser los canales de venta, las tiqueteras también son las que responden ante problemas con el dinero que ingrese en boletería. En eventos de la magnitud del Jamming, muchas veces la función de éstas también es la de servir como una especie de fiducia: le prestan plata a los empresarios para hacer pagos de artistas, logística y demás. Después del evento, se cruzan las cuentas entre lo que se prestó y lo que se vendió en boletería.
Las tiqueteras también son las que se encargan de reunir y pagar la contribución parafiscal al Ministerio de Cultura, para que esos recursos se destinen a escenarios públicos para las artes escénicas.
Todas estas funciones las asumieron los organizadores del Jamming a título propio, permitiendo el ingreso de dinero a sus cuentas personales. Eso también lo permite la Ley 1493.
Un cartel que se mantuvo intacto durante dos años y luego siguió creciendo
Inicialmente el festival se iba a llevar a cabo durante dos días en 2020, ya estaban confirmados y pagados los artistas. Sin embargo, por la contingencia sanitaria el evento se aplazó varias veces, hasta que decidieron anunciar un día más de festival y más de 100 artistas nuevos. Y aquí hay que entender dos cosas: primero, que los artistas que habían confirmado para 2020 debían mantener su compromiso de atender al festival; segundo, que los nuevos artistas estuvieran al tanto de las exigencias para entrar al país y las cumplieran. Eso no pasó. Según información de la Secretaría de Cultura de Ibagué —y como los organizadores explicaron en W Radio— muchos de los artistas no estaban vacunados, otros tenían Covid y otros más cancelaron por motivos de fuerza mayor. Varias de estas situaciones eran previsibles y podrían haber sido tomadas en cuenta antes de la confirmación del cartel.
Unas cancelaciones en silencio
El problema no es la cancelación de los artistas, las restricciones internacionales por Covid aún siguen modificando los carteles de varios festivales de música en el mundo. El problema es cuando no se informan esas cancelaciones de manera oportuna y transparente. Por eso, en la Superintendencia se prendieron alertas: faltando apenas dos días para el festival, aún no se habían anunciado los horarios en que lxs artistas se presentarían. La noticia de las cancelaciones del Jamming Festival fue llegando al público por los anuncios en redes sociales de los mismos artistas, más no por los organizadores del evento. La información oficial del Jamming se hizo a través de comunicados desordenados y poco legibles en su página web.
Un festival que no propone soluciones
Según Sebastián Narváez, fuentes cercanas al festival le aseguraron que de las redes sociales del Jamming se estaban borrando activamente los comentarios que tenían que ver con devoluciones de dinero. También los que denunciaban no haber recibido sus boletas en meses. Al ver tantos comentarios negativos, dice el periodista, la decisión del festival no fue resolverlos sino silenciarlos.
Según un permiso de la Alcaldía de Ibagué, publicado en las redes sociales del festival, todos los permisos necesarios para llevarlo a cabo estaban en regla. Sin embargo, Narváez asegura que sus fuentes tenían información de que el festival estaba sobrevendido. El anuncio oficial había sido que Playa Hawai, la locación del evento, tendría un aforo de 40.000 personas, pero los organizadores nunca se pronunciaron sobre el número de boletas vendidas. Finalmente, hoy 18 de marzo, la Secretaría de Cultura de Ibagué anunció que la ciudad iba a recibir a cerca de 150.000 personas. Las cuentas no dan.
La cancelación del Jamming deja muchas preguntas y deudas pendientes: por un lado, es urgente la devolución de dineros a quienes compraron boletas, también el reparo económico a los comerciantes que se quedaron con mercancías destinadas a vender en el evento, o mercancía que se había dispuesto en el lugar y que desapareció en medio del caos de la noticia.
La Superintendencia de Industria y Comercio ya anunció que abrirá investigación administrativa contra Buena Vibra Eventos EU, la empresa representante del Jamming. Aún queda pendiente la explicación a la opinión pública por parte de los representantes legales sobre las razones detrás de este fracaso.
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