Hoy, los promotores de la consulta anticorrupción –que logró la cifra histórica de 11,6 millones de votos– se reunirán con el Presidente Iván Duque para definir el futuro de las preguntas que en la consulta no pasaron el umbral. Será, probablemente, una reunión en la que todos los que participen sacarán el pecho por los resultados del domingo. Aunque eso puede significar que más partidos respalden las iniciativas que ahora quedarán bajo la batuta del Congreso, para el profesor Juan Carlos Rodríguez, lo clave es que todos los actores se pongan de acuerdo para evitar que se hundan en el Congreso.
En su opinión, ¿Quién es el ganador de los 11.6 millones de votos en la consulta anticorrupción?
Creo que no es victoria de nadie. La totalidad de los resultados no se pueden atribuir a ningún partido. Si bien hay promotores claros, hay que tener en cuenta lo que se votó. Los datos del Barómetro de las Américas reflejan que ha crecido la preocupación de la gente por la corrupción en los últimos años. Hace cinco o seis años un porcentaje ínfimo mencionaba la corrupción como uno de los principales problemas que enfrenta el país. Ahora hay un porcentaje importante.
Esa preocupación por la corrupción fue la que llevó a la gente a votar, independientemente de quien haya promovido la Consulta. Y como mostraron los resultados, la gente que participó votó que sí; en ese sentido las propuestas son demagógicas. Es obvio que la gente está de acuerdo con lo que dice la consulta y eso mueve a la personas a votar. Sin embargo, a esa preocupación por la corrupción la frenó la tradición abstencionista del país. Y esa combinación (la creciente preocupación con la abstención) explican el resultado. El éxito no se puede atribuir a un partido y que no haya pasado el umbral no se puede atribuir a Álvaro Uribe.
¿Que haya habido una consulta sobre corrupción puede cambiar la percepción que hay sobre el problema en el país?
La percepción en Colombia sobre la corrupción ha crecido. Mientras que hace unos años estábamos en la mitad de la tabla de los países que perciben la corrupción como un problema en América Latina, ahora estamos en los lugares más altos. Eso no quiere decir que haya más corrupción, sino que la gente cree o percibe que hay más corrupción. Y creo que lo que hay que mirar más es la preocupación por la corrupción. Siempre hemos creído que la corrupción en Colombia es grande, ahora más que antes, pero sobre todo lo que ha cambiado es la urgencia de resolver el problema. Antes la gente pensaba que el problema más grande era la seguridad, el conflicto, ahora eso pasa a un segundo plano.
Creo que hay que matizar la idea de que en la Costa hay más corrupción. No tenemos tantos elementos como para estar seguros de eso. Eso es apenas una impresión
¿Pero la mayor preocupación genera una mejor percepción del fenómeno?
Puede que la gente que percibe más corrupción piense que es más que el problema es más grande. O puede ser al contrario. Son dos cosas que están relacionadas.
Es algo que tiene que ver también con la forma en que los medios cubren los temas de corrupción y por ende con la manera en que la gente ve que está pasando. Puede pasar que cuando más se combate la corrupción o cuando se descubren escándalos —ya sea porque los medios o las autoridades actúan—, ahí se eleva la percepción de corrupción. Puede darse la paradoja de que justo cuando más se está combatiendo el problema, la gente cree que hay más corrupción. Por eso, guiarse por los índices de percepción de la corrupción puede ser peligroso.
¿Los resultados del domingo responden a la indignación con la corrupción o responsabilidad cívica de los votantes? ¿Puede pensarse que hubo más de la primera que de la segunda o visceversa?
A lo sumo lo que sabemos es dónde se votó más, pero no quiénes. Creo que hay que matizar la idea de que en la Costa hay más corrupción. No tenemos tantos elementos como para estar seguros de eso. Eso es apenas una impresión.
Si queremos saber quiénes votaron más en la Consulta, la región es una medida muy insuficiente. Si se miran a fondo los resultados regionales se desvirtúan todas las comparaciones con elecciones pasadas como la de la primera y la segunda vuelta presidencial. Los mapas son lo único que tenemos y no coinciden. Entre otras cosas porque estamos comparando peras con manzanas: votos por un candidato contra participación en una Consulta. Y de esta última no sabemos si es apoyo o simplemente participación. Acercarse a las urnas a depositar un voto en una Consulta lo están equiparando a votar con Petro y eso no tiene ningún sentido.
Con los resultados del Plebiscito, se parece más, en tanto es una opción dicotómica. Pero aún así la comparación no es con el Sí y el No, sino entre quienes votaron. Y aunque se pueden encontrar algunas coincidencias, habrá que explicar en los lugares donde no hubo coincidencias.
Se deben sentar a trabajar de forma transparente con apoyo del Gobierno y de la oposición. Lo importante es que haya voluntad política de llegar a acuerdos.
Hoy se reúnen el Gobierno y los promotores de la Consulta.¿Qué se puede esperar de ese encuentro? ¿Ambos sectores comparten las mismas iniciativas e intereses para afrontar la lucha contra la corrupción?
No creo que tengan los mismos intereses. Pero se espera que surja una especie de comisión de redacción de proyectos de ley, que tenga participación de diferentes sectores para ponerse de acuerdo en ciertas cosas. Los textos de los proyectos de ley no los conocemos aún, pues la Consulta hacía preguntas muy generales que mandaban un mensaje claro, pero de las que no hay evidencia que tengan relación directa con la disminución de la corrupción. Se deben sentar a trabajar de forma transparente con apoyo del Gobierno y de la oposición. Lo importante es que haya voluntad política de llegar a acuerdos. Y creo que ese es el efecto de la Consulta.
Si el domingo hubieran votado cinco millones de personas, seguramente no se hubiera convocado a esta reunión.
¿Que hayan votado 11 millones y no menos es un respaldo para que los eventuales proyectos de ley no se caigan en el Congreso?
Ahí no hay ninguna garantía de nada. Supongamos un escenario: que surgen un conjunto de medidas con las que están de acuerdo el Gobierno y los promotores de la Consulta y las presentan conjuntamente al Congreso. Ese escenario va a tener fuerza y va a ejercer una presión muy distinta a la que ejercería si los verdes presentan los proyectos por su lado. Incluso va a tener una fuerza diferente a la que tendría si el Gobierno presenta los proyectos sin el apoyo de los verdes. Y aún en ese escenario, lo más posible es que esas propuestas sean sometidas a enmiendas y a cambios dentro del mismo Congreso, porque así es como funciona.
Pero además, hay que esperar que la discusión en el Congreso sea lo más transparente posible. De tal manera que la presión de la opinión pública también se pueda ejercer. Los congresistas responden al miedo del castigo electoral. Y en parte eso explica por qué en campaña todos los partidos estuvieron de acuerdo en apoyar la Consulta.
Este proceso puede pasar de agache, por debajo de cuerda, si los medios y los promotores no hacen esfuerzos para que eso sea público. Se necesita una combinación entre consensos en la creación de los proyectos y publicidad en la discusión. Eso puede favorecer la posibilidad de que sean aprobados.
¿Las promotoras de la consulta van a poder capitalizar el resultado para las próximas elecciones?
Si Claudia López tiene que esperar cuatro años para capitalizar estos votos en una candidatura presidencial, se van a diluir. Para la Alcaldía, puede tener más chance de capitalizar este esfuerzo. En Bogotá la opinión es más progresista que en el resto del país. Pero no estoy seguro de que estos votos sean endosables para una sola persona. Creo que es muy difícil. Dependerá de cuál es la oferta de candidatos, de cuáles son los partidos en disputa y de los discursos. Claramente Claudia Lopez, si se lanza, se lanzará con una candidatura anclada en la lucha contra la corrupción.
Pero en las eleccione pasadas, Sergio Fajardo trató de ser el abanderado de esta lucha y no le funcionó. En realidad el abanderado de la corrupción terminó siendo Gustavo Petro. Me parece osado tratar de concluir impactos de la consulta en una elección que va a pasar en más de un año.
¿Será la lucha contra la corrupción la gran bandera de los próximos procesos electorales?
Puede pensarse que hablar de la corrupción hoy sirve más que hablar, por ejemplo, de la paz. Pero eso es lo que pasa hoy. En Colombia los temas van y vienen, y es muy difícil saber qué va a pasar. Va a depender de cuál sea el destino de las propuestas que se le plantéen al Congreso sobre corrupción. Es difícil saber qué va a estar pensando la gente en más de un año. Puede que en dos meses el tema no sea la corrupción.
Una bandera de lucha contra la corrupción puede ser redituable. Pero tiene el riesgo de convertirse en una bandera retórica, anti partidos y anti sistema político. Si alguien sale con la bandera de que todos son corruptos, es muy fácil decir que hay que acabar con el Congreso. Esa retórica anti partidos y anti política es muy peligrosa.