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Una nueva cara aspira al Congreso

Tatiana Piñeros sería la primera mujer trans en llegar al Senado. No le interesa sólo tener puesta la camiseta LGBTI, lo que le importa es que en el país se piensen las políticas con un enfoque diferencial.


Foto: cortesía Mauricio Riveros

“Juepucha, les dije que velaran por mi número. En otros partidos le ponen a uno alfombra roja, pero acá hay que peleársela”. Tatiana Piñeros detiene el carro para hablar por su celular. Habla duro y con un tono seco se queja porque no le dieron para el tarjetón de la elecciones legislativas de marzo de 2018, ninguno de los números que ella había pedido.

Estaba a pocas cuadras de la sede del Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS) en el centro de Bogotá.  Iba a entregar los papeles para inscribir oficialmente su candidatura al Senado, dentro de la Lista de la Decencia conformada por la Unión Patriótica, por Todos Somos Colombia, por Colombia Humana, por Alianza Social e Independiente y por Mais.

Ella quería impar. “Es un tema de simbologías, de cábalas”, dice. Pero es un tema también publicitario, de la imagen de la campaña. Ella quería el tres, el cinco o el siete. Explica que con el tres puede hacer el “OK” con la mano, es “chic”. El cinco también funciona para la imágen, para posar con la mano extendida y el siete “es el número perfecto”. A quien la llama le pregunta por más detalles, pregunta quién quedó con el tres y quién con el cinco. Pregunta también, cómo van a quedar ubicados los números en el tarjetón.

Tatiana tiene 40 años y es contadora con especialización en Recursos Humanos y con maestría en Gestión de Organizaciones. Trabajó en la Alcaldía de Chapinero, en la Contraloría General, en Integración Social y en la Secretaría General de Bogotá. En el 2014 Gustavo Petro, entonces alcalde de la ciudad, la nombró directora del Instituto Distrital de Turismo.

Tatiana Piñeros dice que siempre anda con ‘la Cartilla Nacho Travesti’ debajo del brazo para hablar sobre diversidad, para decirles a quienes le preguntan que no es gay, para pedir que no la traten en términos masculinos y simplemente para explicarle a la gente qué es tener una identidad sexual diversa y qué es ser una mujer trans en Colombia.  

Hoy oficialmente Tatiana Piñeros es candidata al Senado por la Lista de la Decencia. No va por el tres, ni por el cinco, ni por el siete. Quedó inscrita con el número nueve.

¿Qué tan difícil es hacer política y legislar para los grupos históricamente marginados, sin tener tatuada la bandera de los partidos y políticos colombianos tradicionales?

Se ha generado una moda de tener personas de todas las poblaciones en los partidos para decir que son incluyentes. Queremos que la Lista de la Decencia sea plural y diversa, pero no por eso incluir a quienes no tienen experiencia ni el interés en lo político. Necesitamos personas capaces de hacer un ejercicio de control político honesto, responsable y objetivo.

Me gané mi puesto en la Alcaldía con Petro por lo crítica que era con él y con su gobierno, por un tema profesional. Soy de corriente progresista, pero nunca había militado en el Movimiento  Progresistas. Me ha buscado Cambio Radical, el Partido de la U, el Partido Verde. Pero sin haber militado en Progresista ni en el Polo, yo tengo lealtad y agradecimiento con Petro. Me dio el aval de tenerme en su gabinete, de jugársela por mí. En otros partidos me extienden alfombra roja, me quieren tener ahí y yo sería una de las reinitas, pero acá me toca puño y patada para que me escuchen y para defender lo que he pedido. Eso fue lo que pasó con mi número en la lista. Ya le había dicho a Petro y a Holman lo que quería, pero no. En cambio a los tradicionales sí les dan lo que piden.

¿A dónde le hace falta mirar al Gobierno para proteger los derechos de la comunidad trans?

Sobre  las personas trans hay dos situaciones que el Gobierno no ha querido entender: la primera, que hay desplazamiento forzado porque muy pocas personas trans se hacen donde nacen. Se desplazan a otros barrios, en Bogotá, por ejemplo, al Santa Fé. Lo segundo, es la explotación sexual, por eso mismo, porque es la única opción que les queda. No las contratan en nada más, el problema acá es que se ven obligadas a ser prostitutas.

¿Legislar para que se reconozcan los derechos de la población LGBTI es suficiente en este país?

En temas legislativos estamos en Suiza: hay matrimonio igualitario, adopción de parejas del mismo sexo, hay cambio de identidad en el documento. El problema está en lo cultural .

Acá las personas usan una palabra que detesto y es tolerancia. Como que no les incumbe, como que toleran que existamos, pero lejos. La gente no entiende que esto es un tema intrínseco a las personas. Yo no escogí ser trans. Si yo hubiera podido tomarme una pastilla para quedarme siendo hombre, con esposa, hijos y demás, seguramente lo hubiera preferido a toda la carga social a la que he estado expuesta; y eso que reconozco que para mí ha sido más fácil que lo que ha sido para el 99 % de la población sexualmente diversa.

Es necesario que haya más visibilidad del tema. La gente necesita saber que existimos. La gente necesita saber que las personas trans han vivido una carga de violencia y discriminación muy fuerte por parte de la sociedad.

En varias ocasiones, la Corte ha exhortado al Congreso a crear una Ley de Identidad de género, pero nada se ha hecho. ¿Cree que con su posible llegada al Congreso podrían generarse avances sobre el tema?

El panorama no es alentador. El Congreso tiene una deuda con las minorías.

Ha sido poco lo que ha legislado para garantizar los derechos de diferentes poblaciones. En lo LGBT ni en matrimonio, ni en adopción, ni en temas de identidad de género para nosotras las personas trans, el Congreso ha legislado. Mucho menos ha avanzado en una Ley de identidad de Género. Ni siquiera hay un proyecto relacionado a ello.

En mi candidatura al Senado uno de los puntos debe ser el de la identidad de género, por ser trans, por saber lo que vivimos a diario. Pero lo LGBT no va a ser mi única bandera. Siempre he dicho que quienes hacemos parte de esta comunidad tenemos las mismas problemáticas que las personas heterosexuales. Necesitamos atención en temas de salud, seguridad, trabajo digno, vivienda y en el tema de paz e implementación de los acuerdo.s Pero siempre con un enfoque diferencial. Los LGBT necesitan seguridad, como todos los demás, pero necesitamos, por ejemplo, seguridad humana para que no nos agradan o violenten en las calles por ser trans o por ser una pareja del mismo sexo.

En la población trans no hay diferencias de estratos. Si nos matan es muerte a todo lo trans, muerte a todo lo diverso.

¿Qué tanto pueden llegar a estar incluidos los menores de edad en la legislación sobre temas LGBTI?

Hay un vacío legal y un desconocimiento sobre el tema, pero hay que ponerlo sobre la mesa. Comenzar a hablarlo nos va a permitir, por ejemplo, que la Ley de Infancia y Adolescencia tenga un enfoque diferencial en la diversidad. Es un tema que hay que ponerlo en la agenda. Se cree que son pocos los casos, pero seguramente la realidad va a cambiar cuando empecemos a hablarlo.

¿En un país como Colombia, realmente este puede ser un tema de agenda?

Difícil. Es tan complicado como que una mujer trans llegue al Congreso de la República. Más cuando venimos de una campaña de terror y de miedo sobre la ideología de género. Lo primero que se va a decir es que quiero llegar al Senado para implementar esa ideología de género y demás. No es fácil, pero con la simple acción de candidatizarme se pone sobre la mesa que las personas trans estamos reclamando espacios, pidiendo inclusión real. Si llego al Senado, tendría toda la viabilidad para hablar del tema, porque aunque no hice mi tránsito siendo niña, siempre lo sentí, siempre lo supe. Y eso es lo que me permitiría hablarlo en el Congreso.

Si no lo hice explícito desde pequeña fue porque socialmente no se permitía, no podía expresarlo y sobre todo no había información al respecto. Los niños y los padres necesitan información sobre diversidad sexual y más allá de eso debemos generar protocolos de atención para los menores que tienen una identidad sexual diversa.

La infancia LGBTI y sobre todo la infancia trans es un tema que dentro del mismo movimiento es poco visible. ¿A qué se debe?

Con las personas trans hay situaciones particulares que casi no se tocan por la experiencia propia y de vida de la población: la infancia y la vejez. La expectativa de vida de las personas trans es de 35 años. No nos desgastamos pensando en la vejez  ni en cómo nos preparamos para ella. Nos dedicamos a vivir el día a día. Tampoco se habla de la maternidad ni de la paternidad de personas trans porque casi no tienen hijos. Son temas que no hemos pensado, porque escasamente estamos pudiendo resolver nuestros problemas como personas adultas: un tránsito seguro, las hormonas, las cirugías y el cambio de sexo en el documento de identidad.

Con mi sola presencia ya hablo de lo trans y de lo LGBTI. A diferencia de un gay, de una lesbiana y de un bisexual, las personas trans más que tener puesta la camiseta LGBTI, la tenemos tatuada. No podemos esconder nuestra identidad, somos demasiado visibles, e incluso más las mujeres trans. Los hombres logran camuflarse mucho más que nosotras. Con mi sola presencia el tema LGBTI siempre ha estado. Cuando yo llego, se habla de llegó la trans.

La población trans no sólo tiene una expectativa de vida muy baja, sino que además tienen pocas oportunidades educativas, laborales y en salud. ¿qué posibilidades de cambio hay en ese panorama en Colombia?

Cuando trabajaba en la Alcaldía de Chapinero apoyé un proceso con mujeres trans en Fontibón. Cuando hablaba con las chicas y les preguntaba por sus intereses la respuesta siempre era que para qué estudiar si nadie contrata una travesti.  Porque el pensamiento siempre ha sido que para qué estudiar, para qué trabajar si no sabemos si mañana vamos a estar vivas.

Cuando pasé al gobierno Petro, en un cargo directivo, buscamos mujeres trans para incluirlas en proyectos, pero fue muy difícil encontrar mujeres trans con bachillerato, era casi imposible. Nos tocó adecuar el aparato estatal, bajar los requisitos de estudio, para contratarlas. El progreso fue tal que cuando yo salí de la Alcaldía hubo 80-90 mujeres trans trabajando en el distrito. Ahora el número debe ser algo similar. Esto genera incentivos.

Hay avances, poco a poco las mujeres trans han comenzado a pensar en la necesidad de estudiar, de validar y trabajar. Se están pensando a futuro y con un proyecto de vida.

¿Qué impacto tendría su eventual llegada al Congreso en la población trans?

El impacto es saber que una de nosotras está allá, es tener representación. Claro, vengo de un contexto diferente, pero yo nunca me he apartado por eso. Si nos van a matar, nos matan a todas por ser trans. No hay diferencias de estratos. Si nos matan es muerte a todo lo trans, muerte a todo lo diverso.

¿Qué tan viable ve su llegada al Senado?

Afortunadamente hay un despertar frente a qué está pasando en el país. Estamos en un periodo de posconflicto y hay un actor que dejó las armas y pasó al escenario en el Congreso y eso hace que mucha gente por primera vez esté viendo la importancia que tienen estas elecciones. Además, hoy la corrupción es más visible, la gente tiene en la cabeza a un Ñoño Elías y un Musa Besayle.

Frente a esto hay apatía, pero también hay una expectativa de cambio. Esa desesperanza creo que me genera posibilidades, hace que me puedan voltear a mirar. En río revuelto, ganancia de pescadores. En este momento el río está revuelto, no se sabe quiénes están entre derecha, centro derecha, centro e izquierda. Creo que hay un momento histórico para que la gente se pregunte y mire hacia otros lados. Soy una cara distinta y sobre todo una candidata que reclama un espacio en la sociedad como miembro de la comunidad trans.

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