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Un kraken en el salón de clase

Lucía* es profesora de la Universidad de los Andes y es una de las docentes peor calificadas en el sitio web “Los Estudiantes”, una página que desde 2017 le ha dado espacio a estudiantes anónimos para calificar y opinar sobre sus clases y profesores. Esta es una crónica de una relación tormentosa, que no cambia ni se transforma.

por

Juan Camilo Gómez y Daniela Quintero

Estudiantes de Derecho y de Historia del Arte


05.01.2023

Ilustración: Nefazta

*Esta historia fue producida en la clase Crónicas y Reportajes del Centro de Estudios en Periodismo, CEPER, de la Universidad de los Andes.

12:55 pm y se abre la puerta trasera del salón. Nadie nota la intrusión del dueño del morral hasta que comienza a descender los escalones afelpados, el morral apretujado se menea de un lado a otro entre sus manos temblorosas. El salón es una especie de auditorio con gradas, los asientos descienden con cada escalón que se va acercando al tablero y que juntos forman una escalera por la que ahora descienden el morral y su dueño en busca del primer asiento vacío. En el centro del salón se encuentra la monitora quien sin interrumpir su explicación le lanza una mirada desconcertada y apurada a Lucía*, la profesora, apenas se percata de la intrusión. 

Lucía difícilmente nota la mirada de la monitora, sus ojos inquisitivos se han clavado en el morral rojo. El dueño del morral, quien dobla en altura a la profesora, se paraliza en cuanto siente la mirada de Lucía. Es un marinero que ha invadido las aguas del kraken y ahora se paraliza hipnotizado por los tentáculos que lentamente se elevan por encima del agua. Son los ojos de la profesora los que se preparan para hundir el barco.

Nada pasa. La monitora continúa su explicación y luego hay silencio. La voz de Lucía llena el vacío y los tentáculos chocan con la embarcación: 

—¿Qué hace llegando tan tarde a mi clase?”

—Primero que todo, perdón a usted y a mis compañeros, pero es que estaba terminando un proyecto de… cla….

El dueño del morral intenta responder con la voz quebrada, mientras Lucía da un paso adelante y pregunta: 


—¿No se acuerda de las reglas?

—No… 

Lucía frunce el ceño mientras su cabello grisáceo se ondula imitando las olas del mar. 

A Lucía no le gustan las llegadas tarde, los estudiantes deberían saberlo, está escrito en el programa del curso y Lucía se encarga de hacer que el dueño del morral lo sepa: “Si yo me llego a ir de esta clase”, dice, y los tentáculos azotan nuevamente al barco, “será porque usted nos faltó el respeto a mí y a sus compañeros. Si usted no es capaz de comprender eso… usted está en todo su derecho de dejar un comentario sobre mí, como el que hicieron hace algunas semanas, en alguna de esas páginas de estudiantes”. 

Los tentáculos aprietan la embarcación y la hacen crujir. Lucía se da la vuelta, mira el tablero y se alista para dictar la clase de educación general que le fue asignada este semestre. “Es más, lo invito a que deje un comentario sobre mí”, dice en tono desafiante.

El último impacto transforma la embarcación en una pila de chatarra. Los restos se hunden, uniéndose al cementerio de barcos que yacen en las profundidades y el kraken se retira.

Los Estudiantes y “la peor profesora que pueda existir”

Los Estudiantes es una página web creada por Fabio Espinoza, ingeniero en software y egresado de la Universidad de los Andes, que nació en 2017. Según un reportaje elaborado por Cartel Urbano ese mismo año, la idea detrás de la plataforma se remonta a una protesta organizada en 2014 por estudiantes de Los Andes ante la poca importancia que, decían, le daba la universidad a las opiniones que lxs uniandinxs tenían sobre sus profesores. Por esta razón, el principal enfoque de la página es visibilizar las experiencias que estos han tenido.

En Los Estudiantes cualquier persona puede publicar anónimamente comentarios acerca de un profesor. La página se encuentra separada por secciones, cada una dedicada a una universidad: Andes, Rosario, Javeriana, Nacional, etc. Además, cuenta con un buscador que ubica a cualquier profesor con solo escribir su nombre o la facultad a la que pertenece y redirecciona al usuario al perfil correspondiente. Su funcionamiento es similar al de cualquier página de reseñas. En el lado derecho se encuentra el nombre del profesor, la facultad y la universidad a la que pertenece, en el lado izquierdo se muestran las materias que han sido dictadas por el profesor y en el centro se ubican los comentarios. Cada perfil es encabezado por el comentario que más likes tiene.

“LA PEOR PROFESORA QUE PUEDA EXISTIR». (…) no le importan sus estudiantes, (…) es maleducada y sarcástica”, dice el comentario que encabeza el perfil de Lucía. Otro comentario la llama “El Terror de la Facultad (…)”; y varios afirman que es grosera, altanera y respondona. Esas opiniones en Los Estudiantes han hecho sentir a Lucía expuesta y es la razón por la que ahora prefiere el anonimato.

“A mí me fascinan lxs estudiantes”, dice Lucia con una sonrisa desvanecedora, “me fascinan, me fascinan… pero ya están muy lejos, yo me siento muy distante de ellxs”.  Su mirada, fija y estática se derrumba por primera vez y el monstruo se hunde.

Pero los comentarios sobre Lucía no se quedan en Los Estudiantes. Entre susurros se comparten historias de miedo, intimidación y humillación de muchxs estudiantes que han osado ver alguna de sus clases. Su nombre se ha convertido en un vocablo infame, asociado al terror. Lucía es un mito, un monstruo marino de la universidad, un kraken que atormenta estudiantes. 

“Una vez ella le dijo a una de sus estudiantes que no sabía hablar: si usted no sabe hablar bien, si no sabe articular una oración, entonces no participe. Piense antes de hablar”, recuerda una de sus exestudiantes.

“¡Seguramente! Seguramente hay momentos en los que soy una perra ¿sí? Y que puedo ser agresiva o humillante, seguramente”, dice y hace una pausa, agranda los ojos y asiente antes de continuar. “El asunto es que nadie me dice: ‘Lucia, ahoritica acaba de hacer una cosa que es humillante’. Para mí sería más fácil darme cuenta si usted me para en clase y dice ‘¡ahí!’”. 

“Fue un golpe fuerte pasar del colegio a ver clase con Lucía. Ella daba por sentado que todxs teníamos las bases suficientes para entender su clase. Recuerdo que uno no podía participar si no manejaba un lenguaje técnico muy avanzado. A mí ella me mandó a callar muchas veces diciendo que tenía que aprender a hablar, pero no lo decía de una buena manera… no sé cómo eso se podría decir de una buena manera… ella me preguntaba ‘¿qué hace en la universidad? ¿Qué hace estudiando esta carrera si usted no sabe hablar?’. Me lo decía tanto que al final yo terminaba tartamudeando cuando quería participar”, cuenta una estudiante que vio clase con ella en su primer semestre.

Lxs estudiantes de Lucía generalmente suelen ser de los primeros semestres. La mayoría de las veces se trata de jóvenes que se están adaptando al tránsito  del colegio a la universidad, y para ellxs la actitud de la profesora resulta especialmente intimidante. 

“Yo siento que tú puedes ser una profesora muy exigente… Pero también ser una profesora muy amada por tus estudiantes… Yo preparaba sus clases y leía muy bien, pero aun así no me sentía en la comodidad para hacerle una pregunta a Lucía… mucho menos para comentarle acerca de su actitud”, asegura entre pausas otra de sus exestudiantes.

Pero Lucía no lo ve de este modo, se resiste con uñas (o tentáculos) a la monstruosa figura en la que esas historias la han convertido. Y entonces un chorro de palabras y un tono irritado se escapan de su boca: “Es una plataforma que está hecha por gente que no tiene el valor para decir lo que piensa en la cara, no tienen el valor para decirme a mí lo que piensan”. 

Esta es una de las características más atractivas de Los Estudiantes: la plataforma se asegura de que todos los comentarios se publiquen de forma anónima. Sin embargo, esto genera una relación en la que los profesores se encuentran claramente identificados a diferencia de los usuarios que los califican. La página no solo indica el nombre completo del profesor, sino también la universidad en la que trabaja, la facultad a la que pertenece y las materias que ha dictado. 

“Yo escribí un comentario de ella en la página, pero lo hice porque era como me sentía… era como Lucía me hizo sentir. No me inventé nada acerca de la profesora: para mí su clase fue un tormento y al final la terminé perdiendo. Y eso es lo que puse en Los Estudiantes”, confiesa un estudiante que pide mantenerse en el anonimato.

La página se ha encargado de arrojar a Lucía a la vista de todos, sin previo aviso.  Ella ha sentido cómo su nombre, su rostro y su vida se han visto expuestos. Al buscar a la profesora en internet, el segundo resultado conduce directamente a su perfil en Los Estudiantes. “Yo estoy en la mesa del comedor de muchas familias colombianas”, afirma la profesora con seguridad, “puteada y desprestigiada”. 

El mito asusta, el kraken aterra. La profesora lleva un largo recorrido en la Universidad de los Andes, ha dictado clase por 20 años, y de todas las experiencias que ha vivido como docente, piensa que Los Estudiantes solo muestra un lado de ella. “Todas las personas en el mundo son muchas cosas, y esos comentarios me volvieron unidimensional”, dice y levanta la voz, “solo soy eso, una sola visión”. Hace una pausa y da un ligero resoplido. “Una sola visión que lxs estudiantes que la tienen se la transmiten a los demás antes de llegar”. 

Recuerda a una estudiante que tuvo hace unos dos años, dice, que dice haber sacado del salón por no poner atención. “Y puso a la mamá a llamar”. Agranda los ojos y se inclina hacia adelante “¡Imagínese! La mamá llamó anónimamente a la secretaría de la Facultad. ¡Anónimamente! Puso una queja sobre mí y al terminar la llamada dijo: ‘cuando se termine esta llamada, el teléfono que estoy usando lo voy a destruir para que no puedan localizarlo’”. Lucía retrocede y se tumba contra la silla. “Me siento entre sicarios”, dice sopesando las palabras. 

“Yo con Lucía me sentí muy mal. Sentí que a ella no le importaba mi estabilidad, ni si estaba bien o no. A Lucía solo le importaba que todos hicieran las cosas que ella ponía y si alguno no lo hacía ella daba por terminada la clase. Recuerdo que todos mis compañeros entraban al salón aterrados, ninguno quería hacer enojar a Lucía, porque si lo hacían ella pausaba la clase, nos regañaba y luego se iba del salón”, cuenta un estudiante de séptimo semestre que en algún momento vio clase con la profesora.

Otro estudiante, en medio de resoplidos frustrados, recuerda: “a mí me aterraba, me aterraba que Lucía me preguntara algo porque no quería que se burlara de mi respuesta. A ella no le gustan las personas que no saben hablar… siempre lo dice en clase… pero es que ella espera que uno hable como si supiera todo del tema. Si yo supiera del tema entonces no estaría viendo su clase. Creo que participé tres veces, la verdad no quería pero me tocaba porque ella lo llamaba a uno si veía que nadie participaba. Creo que en las tres veces me hizo sentir mal”.

Las opiniones negativas acerca de la profesora crecen con los años. La mayoría de las estudiantes que han visto clase con Lucía la recuerdan con malestar, en medio de la frustración y el miedo. Los Andes se ha convertido en el triángulo de las bermudas donde marineros entran con ojos cerrados y corazones acelerados a las aguas del kraken, mientras que las directivas parecen rehusarse a salvar a las almas condenadas de los tentáculos insaciables. Fue la falta de atención por parte de la universidad ante las opiniones de los estudiantes la que llevó a la creación de la página, como lo recuerda Cartel Urbano. 

Así, en 2018 se publicó la tesis de grado de Fabio Espinoza: Los Estudiantes. En este documento, Fabio explicaba que el objetivo de la página era mejorar la calidad de la educación en Colombia mediante el diseño de políticas institucionales que tuvieran en cuenta la opinión de los estudiantes. Seis  años después la página es un campo de batalla: con 95 opiniones publicadas acerca de ella, Lucía siente que la página la ha convertido en un monstruo marino, un kraken; por el contrario, son muchos los estudiantes que le agradecen a Fabio. Desde su creación, la página goza de  una comunidad en constante expansión y varios estudiantes la utilizan  como una forma de conocer a los profesores que les dictarán clase.

El kraken en el salón de clase

Faltan 5 minutos para que de la 1:00 pm. Se abre la puerta trasera del salón. Lucía anticipa la presencia del intruso segundos antes de que el morral rojo aparezca. Cuando el dueño del morral comienza a descender los primeros escalones, los tentáculos se acercan a la superficie, los estudiantes huyen hacia la orilla y Lucía siente como crece la distancia entre ella y los barquitos tambaleantes.

*El nombre se cambió a petición de la fuente.

** Sobre los autores:

Daniela Quintero es primípara de historia del arte en Los Andes pero no sabe muy bien que va a hacer con ese diploma, aunque sí se acuerda de poner tildes (ocasionalmente). Una rola a morir que vive con mocos y le gusta escuchar música que muchos han tildado de escoria (ella misma incluida).

Juan Camilo Gómez es pichón de abogado. Nacido y criado en Bogotá, actualmente cursa quinto semestre de derecho en Los Andes. Como buen rolo, nunca sale de casa sin su chaqueta y disfruta las canciones de Bad Bunny mientras viaja en Transmilenio.

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