No es que yo tenga algo contra los proclamados “tibios”. Tengo, de hecho, muchos amigos tibios a quienes respeto. Tampoco es que esté enteramente a favor de ellos. De repente tendría yo que aceptar que #SePuede ser lo uno y lo otro cuando la ocasión lo amerita —y es que la ocasión lo amerita casi siempre (y también casi nunca; depende), de vez en cuando, cuando sí y cuando no. Por eso es que, cuando el otro día vi al admirable profe Fajardo decir, desde sus clarísimas posturas filosófico-políticas, que él no marcharía contra Néstor Humberto Martínez porque respeta a la Fiscalía, pensé para mis adentros que esa era, en definitiva, una posición respetable, puede ser quizás. Una postura que alguien decente y de-centro podía adoptar. Una postura bajo la cual podíamos escampar a la coyuntura actual, tan polarizada y tan polarizante (como mis viejas fotos polaroids), que vive este país.
¡Claro! Es muy peligroso y divisorio declarar abiertamente que el fiscal es un monstruo corrupto. Es casi tan peligroso como sentarse tranquilo y afirmar que es otro “buen muchacho”. Entonces, ¿qué mejor que no decir ni lo uno ni lo otro, sino no decir nada por respeto a la entidad que dirige y que lo “investiga”? Y no, no creo que sea mejor exigir una investigación o una renuncia del personaje por respeto y gloria de la institución que dirige. Eso jamás. Eso es polarizar mucho; supera el polaroid de mis gafas y, pues, “qué oso”.
No. Como un verdadero miembro, un orgulloso fundador del magno #TeamDeLosTibios, como su artífice intelectual, su gestor, su génesis misma —que fue él verbo y el verbo fue en él— por supuesto que el gran profe tenía que hacer lo que siempre ha hecho mejor: decir cosas sin decir nada. Y, claro, su compañero fierro y fiel, el cofundador de la misma prístina logia autoproclamada orgullosamente #TeamDeLosTibios (en inglés, porque “equipo” es muy pedestre y, pues, “qué oso”), Daniel Samper Ospina no se pronunció tampoco sobre su amigo y su silencio anunciado. Él, que tanto trinó contra Nestícor y tanto lo criticó y dijo que merecíamos un fiscal con garantías, sin importar si somos fríos, tibios o calientes, él, él no fue capaz de decirle nada al profe. #NoSePudo.
Enuncio, pero no afirmo, que el admirabilísimo profesor Sergio Fajardo tiene más de astuto político lagarto que de profesor (hombre, que lo he visto poniendo comas entre sujeto y verbo)
Y, hombre, no es que yo tenga algo contra los tibios, como tampoco tengo nada a favor. En realidad, no tengo una opinión clara y formada al respecto del movimiento político de-centro que esta gente tan decente, tan divinamente, encara “de cara” al país. Y pues, como no tengo nada de nada, y siempre prefiero decir cosas sin decir nada y, asimismo, no tomo posturas porque tomarlas es tomar partido —y pues los partidos de fútbol me aburren (y no me afectan)—, no voy a afirmar, a pesar de enunciar, lo siguiente que enuncio, aunque sin afirmarlo:
Enuncio, pero no afirmo, que el admirabilísimo profesor Sergio Fajardo tiene más de astuto político lagarto que de profesor (hombre, que lo he visto poniendo comas entre sujeto y verbo). Enuncio, pero no afirmo —para no polemizar— que el profe pudo haber pelado el cobre, finalmente (como pudo no haberlo hecho), al abstenerse de opinar y marchar contra el fiscal Néstor Humberto Martínez, y con esta movida pudo haberse declarado entrelíneas, y sin decirlo abiertamente (dios nos libre de decir las cosas de frente en Colombia) como un partícipe pasivo de los intereses de los políticos que se identifican con la derecha y que están ahora en el poder. Enuncio, pero no afirmo, que habría podido hacer exactamente lo mismo, en caso de haberse presentado un escenario opuesto; al profe le gusta arrimársele al poder. Y pues, ¿a quién no?
Enuncio, pero no afirmo, que la “tibieza” no es un verdadero “centro” político —una ideología política— con posturas claras tanto de izquierda como de derecha. Porque una ideología política que está en el centro del espectro político estaría con la izquierda en temas como la defensa de los derechos humanos y las causas sociales, la igualdad de género y los derechos de la comunidad LGBTI, una repartición moderada de la riqueza y la provisión estatal de servicios básicos como la salud y la educación, tanto como estaría con la derecha en cuestiones de seguridad estatal y fuerza militar, el cuidado económico y el libre mercado, la organización social y la identidad nacional, la preservación de un statu quo y el acceso a privilegios.
Enuncio, pero no afirmo, que la tibieza, el tibio y lo tibio no tienen, en realidad, ninguna otra postura que la de poder ponerse las polaroids y posar frente al espejo sin sentirse juzgados porque son originales. Que son gente muy fresca y muy centrada que tiene la tranquilidad de saber que, detrás de sus polaroids, han podido fingir demencia sobre las mágicas apariciones de cianuro en los baños de sus conciudadanos, porque no vieron nada sino las ballenas. Enuncio, pero no afirmo, que una persona que se identifique con no decir nada porque todo es muy extremo no está en ningún centro, sino en un delirio autoinducido y acrítico para su propia y egoísta paz mental.
Enuncio, pero no afirmo, que #SePuede pensar como una persona de derecha con algunas ideas de izquierda tanto como una persona de izquierda con algunas ideas de derecha. Enuncio, pero no afirmo, que una democracia que se precia en la diversidad de voces y posturas de sus pueblos, la diversidad de izquierdas y derechas debería ser un motivo de orgullo.
Y finalmente y para terminar con la certeza de no haber dicho nada, enuncio, pero no afirmo, que tibio, sólo el huevo; y eso…