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«Si la fiesta brava se acaba, que se muera por sí sola»

Más de diez años después de haber dejado las plazas de toros para dedicarse a la ganadería, César Rincón, el reconocido torero colombiano, dice que una de las cosas que más añora es ponerse su vestuario antes de salir al ruedo.


Foto: Juan Pelegrín @ Flickr

Ha vivido más años de su vida en España que en su tierra natal, pero afirma que sus raíces están en Colombia. César Rincón, el afamado torero, creció en Fontibón, un antiguo barrio al occidente de Bogotá y con el paso del tiempo su profesión le transformó la vida.

Es un aficionado de los toros desde niño y esta pasión ha forjado su forma de ser y de pensar. De las plazas de toros en los pueblos colombianos, pasó a una de las más importantes del mundo: la Plaza de Toros de Las Ventas de Madrid, España. Afirma que llegar allí no fue fácil pues las deudas lo atormentaron en varias ocasiones.

Una hepatitis C que contrajo por una transfusión de sangre tras haber recibido una cornada, lo obligó después de varios años de lucha, a salir del ruedo. Ahora vive la mitad del año en España y la otra mitad en Colombia, países en donde cuida de sus ganaderías. Estas, para él, son la forma de agradecerle a la raza bovina los triunfos que obtuvo durante 25 años.

Sólo después de haberse retirado, comienza a enfrentar las duras críticas en contra de esta tradición. Con voz firme, dice que respeta a los antitaurinos, pero con ahínco y dureza, recalca que defiende su profesión y apoya a quienes luchan por evitar que se extinga. En agosto de 2014 acompañó la huelga de hambre protagonizada por los novilleros en frente de la plaza de toros La Santamaría, para oponerse a las medidas tomadas por el entonces alcalde de la ciudad, Gustavo Petro, y para pedir a la Corte Constitucional que reactivara el espectáculo taurino.

El fallo, expedido por la Corte el 2 de septiembre de 2014, estuvo a favor de la fiesta brava, pero el debate continúa no sólo en Colombia sino en muchas otras partes del mundo. Rincón habla del oficio que cambió su vida, el mismo que la sociedad local pretende replantear, para transformar una centenaria tradición capitalina y una milenaria tradición mediterránea.

 

¿Cómo define al toreo?

Lo defino como una expresión cultural que combina un sentimiento con el que se nace, como una realización personal que a través del tiempo se hace y se va perfeccionando. Es una cultura hispánica, con orígenes en la antigüedad, que nosotros heredamos desde hace muchos años y que es un rito alrededor del toro de lidia. Es una expresión que nace del pueblo y es para el pueblo.

¿Qué ha sido para su vida esta práctica?

Ha sido todo. Vengo de una familia muy humilde, sin recursos. Es la plataforma que me permitió alcanzar los sueños y metas que tengo desde pequeño.

¿Cómo se acercó usted a la tauromaquia? ¿De dónde viene esta pasión?

Me inicié gracias a mi papá, que en algún momento quiso ser torero pero nunca llegó a torear en una plaza de toros importante, sólo en los pueblos. Por ello se dedicó a la fotografía taurina. Cuando tenía 10 años, lo acompañaba y le ayudaba en ese proceso y ahí me interesé.

¿Cómo es el cambio de pasar de torear en las plazas de pueblos colombianos, a los grandes escenarios taurinos del mundo?

Es una transformación larga. Desde que empiezo a querer ser torero en Colombia en el año 77, pasa mucho tiempo antes de llegar a ser reconocido, pues mi triunfo comienza en el 91. Fue una odisea que necesitó perseverancia y amor por lo que hacía. Duré muchos años endeudado, pero afortunadamente tuve quien confiara en mí.

¿Qué pasó en el año 1991 con su carrera?

El 21 de mayo de 1991, en la Plaza de Toros de Las Ventas de Madrid, España, hice la faena que me cambió la vida. Hay un antes y un después de ese día. Era la primera vez que toreaba allí y eso es incomparable, ese fue un momento de triunfo. Es el día más importante de mi vida.

Estuvo en el ruedo durante 25 años y pasó de ser torero a ganadero. ¿Qué es lo que más le hace falta de esos momentos?

De las cosas que más añoro es el momento en el que uno se viste de torero. Es una transformación que sólo ocurre en las plazas de toros y que genera una sensación indescriptible.

¿Tenía usted algún agüero antes de enfrentarse a un toro?

Siempre he sido muy creyente y devoto de San judas Tadeo. Me refugiaba en las oraciones porque uno sabe que cuando se va a torear, es posible que en ese mismo ejercicio suceda una fatalidad.

¿Qué es lo que lo hace salir del ruedo?

En el año 99 me tuve que retirar forzosamente porque tuve una hepatitis C, debido a una transfusión de sangre por una cornada que un toro me pegó. Esta enfermedad hizo un daño muy grande en mi hígado, que me obligó a retirarme por tres años para comenzar un tratamiento. Aunque después volví por un tiempo, decidí dedicar el resto de mi vida al toro del lida. Uno tiene que ser agradecido y por ello tengo una ganadería en España y otra en Colombia, con la que le devuelvo todo lo que yo gané a ese animal. Es lo más especial que tengo en la vida y por eso siempre defenderé esa raza bovina.

¿Cómo argumenta usted que el toro de lidia no es un animal al que simplemente se le hace daño?

Es un animal bovino privilegiado, que en el transcurso de su vida es muy bien tratado. A diferencia de cualquier otro animal, éste combate por su supervivencia y no es abatido. Ningún otro es recordado de la misma manera, pues vaya usted a un frigorífico o a una planta de beneficio para ver que quienes matan a los animales, nunca los tienen en la memoria como nosotros sí lo hacemos con nuestros astados.

Con los antitaurinos estamos en las antípodas. No vamos a poder ponernos de acuerdo en este debate

¿Para usted qué tan válido es pedir que no se le haga daño a un toro de lidia?

Es una falta de perspectiva amplia, porque quienes así lo piden, terminarían en la práctica, extinguiendo una raza bovina. Si no existieran los festejos taurinos, este animal de lidia no tendría razón de ser. No sirve para dar leche, más allá de la que le puede dar a su cría y para adquirir el peso necesario para que su carne sea atractiva, se requieren cinco años y eso no es negocio.

¿En algún momento de su carrera se vio enfrentado al dilema de estar cometiendo un acto “cruel” contra un animal?

No, porque yo vengo a palpar estas discusiones cuando ya estaba prácticamente retirado de la profesión. Cuando yo ejercía no existía el acoso. No estaba la valoración que mucha gente hace hoy, de equiparar el nivel ético y moral de los humanos con los animales.

¿Y cuál es su opinión al respecto?

La respeto. Soy un hombre que ama profundamente a los animales, pero amo muchísimo más al ser humano. En ese nivel tengo claro que ni el toro de lidia, ni ningún otro animal, podrá nunca equipararse con un ser humano. Ante todo antepongo a los hombres.

¿Se ha puesto usted en los zapatos de los animalistas? ¿Ha pensado en sus argumentos?

No lo puedo hacer. Indudablemente yo no hablo con los animales y no puedo pensar como estas personas. No nos damos cuenta que los animales fueron hechos para satisfacer las necesidades del hombre y por eso existe la cadena cárnica. De ahí que tengamos que entender el valor que tiene cada animal en su especie. Además, yo pienso en los seres humanos y me preocupa aún más el grado de barbarie que existe entre nosotros mismos. Hay una hipocresía por parte del ser humano en este tema.

¿Cree que puede haber un consenso entre los taurinos y los antitaurinos?

A mí no me van a convencer los antitaurinos del supuesto maltrato animal. El toro de lidia desde que nace, es un toro combativo y se le respeta como tal. Puedo respetar a los señores animalistas pero no me pueden convencer de que su teoría es la que tiene que ser. Y yo tampoco los voy a convencer a ellos. Con los antitaurinos estamos en las antípodas. No vamos a poder ponernos de acuerdo en este debate.

¿Hasta que punto la sociedad está transformando el gusto que había por la tauromaquia?

Veo que a través de las redes sociales mucha gente se empeña en criticar esta tradición, pero no saben realmente lo que es este animal. Simplemente ven el sacrificio y no lo que antes ha requerido la preservación de una especie.

¿Puede pensarse que esta tradición está destinada a desaparecer con la creciente ola de críticas que reclaman conciencia en contra del maltrato animal?

Que no lo vean como un arte es totalmente respetable, pues es un gusto y no a todo el mundo le puede gustar lo mismo. No quiero convencer a nadie de que venga a nuestra fiesta si no le gusta. Además, es un tema más de libertades y por ello se debe llegar a tener respeto por la actividad del prójimo, pero por esa misma razón nadie puede pretender hacerlo desaparecer por decreto. Simplemente, porque no está dentro de su lista de gustos.

¿Y está confiado en que esta es una libertad que se podrá mantener?

Si la fiesta brava se acaba, que se muera por sí sola y no porque alguien lo impone. Que se acabe porque a la gente ya no le gusta, o porque el espectáculo ya no atrae la atención de las personas. Si algo que se gestiona no tiene demanda, pues morirá por sí solo. Aún hay una minoría, pero significativa, que va a los espectáculos taurinos en todas partes del mundo.

¿Qué le dejó como torero a la sociedad?

Lo que he hecho delante de un toro ha calado profundamente en muchos aficionados. Llegué a ser el torero más importante no sólo de Colombia, sino de España y con ello he dejado un mensaje importante. Quién iba a pensar que un muchacho humilde, de los barrios más pobres de Bogotá, podría llegar a convertirse en el torero referente y espejo de muchos.

Si tuviera en frente al alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, ¿Qué le diría?

Al señor alcalde hay que decirle que estamos en una democracia y que se tiene que gobernar para todos y no sólo para determinados gustos. Nuestra profesión es lícita y está fundamentada dentro de la Constitución, de hecho el escenario de la plaza de toros de Bogotá fue construido para llevar a cabo este evento cultural. Es verdad que este es un espacio de una minoría, pero a éstas también hay que respetarlas y darles su lugar porque en cualquier escenario hay minorías.

 

*Esta entrevista fue publicada en octubre de 2014.

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