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Ángela María Robledo es una figura importante y, por lo mismo, hemos querido entender qué sucesos en la Colombia Humana motivaron su decisión de renunciar a este movimiento. Si bien hay quienes dicen que la coyuntura muestra una instrumentalización de la agenda de género y del feminismo, esto realmente no es una novedad, pues ha sido una constante en partidos y movimientos de derecha.
El caso de la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez es muestra de ello. Se habló mucho de que Ramírez se había convertido en la primera vicepresidenta mujer en Colombia, pero, ¿hay una agenda que beneficie a la mujer en el gobierno de Iván Duque? No. Y esa sí es una clara instrumentalización de la agenda de género.
Pero los partidos de izquierda tampoco se salvan. Esta es una discusión que también se está dando en la Unión Patriótica y en el Polo Democrático. Aunque veo algunos avances, estos aún son incipientes. ¿Por qué? Porque son partidos que mantienen unas rígidas estructuras jerárquicas en donde se sigue pensando que la agenda feminista es un asunto secundario.
Hay que dejar claro, en cualquier caso, que Ángela María Robledo anunció el año pasado que ella creía que no había espacio para ella en la Colombia Humana, más que decir que era imposible construir una agenda feminista dentro de ese partido político. Y esto implica retomar el debate sobre la ausencia de una estructura organizativa en la Colombia Humana.
En la respuesta de Gustavo Petro a mi artículo publicado en El Tiempo él dice que viene de una tradición demasiado jerárquica –nada más vertical que una organización guerrillera–, característica de partidos de izquierda, lo cual le hace pensar que la mejor forma de hacer política es organizarse en forma de red, puesto que esto permite que las personas sean más autónomas y libres. De ahí el concepto de “ciudadanías libres”. Pero esto no es tan cierto.
A pesar de que se diga que la Colombia Humana refleja una estructura desjerarquizada y descentrada, es evidente que no es así en la práctica. ¿Por qué? Porque las decisiones más importantes pasan por Gustavo Petro y sus aliados. En este caso, sus dos más importantes aliados son Gustavo Bolívar y Hollman Morris, por lo menos los más visibles. Es claro que además tiene unos asesores que ejercen una fuerte influencia sobre él, pero no se expresan públicamente.
En una estructura así, que una persona como Ángela María Robledo no tenga la posibilidad de verse o de reunirse con Petro equivale a no tener cabida en el movimiento. Es decir, en la Colombia Humana no hay una máxima instancia de dirección colectiva paritaria, que sea conocida por todos los militantes o “ciudadanías libres”, a la cual se pueda acudir en casos de discrepancia o de conflictos internos. Una instancia que pueda abordar, por ejemplo, las demandas de Ángela María Robledo. Una instancia democráticamente elegida, por supuesto.
De hecho, en el 2019, las feministas que se opusieron a la candidatura de Hollman Morris redactaron una carta pidiéndole a Petro un encuentro directo. La situación hubiera sido otra si hubiera existido una instancia de dirección colectiva para resolver ese problema. Toda la responsabilidad de persistir en una candidatura inviable como la de Morris no hubiera recaído solo sobre Petro.
Otro punto tiene que ver con la diferencia entre la representación de la mujer en la Colombia Humana y tener una agenda feminista. Por ejemplo, Petro siempre nos recuerda que varias mujeres encabezaron la lista al Concejo en el 2019, pero eso no equivale a tener una agenda feminista, es casi lo mismo que decir que hemos avanzado porque tenemos una vicepresidenta mujer. Tener mujeres en un partido es un avance, pero no es lo mismo que promover una agenda feminista. De hecho, lo que ha sucedido con Hollman Morris demuestra que no se ha tomado en serio esta agenda, empezando por el mismo Petro.
A raíz de todo este debate en torno a la salida de Ángela María Robledo, uno percibe que la Colombia Humana sí reconoce que el debate sobre los feminismos es importante, pero, al mismo tiempo, los falsos antagonismos que algunos han creado parecieran contradecir esto. En este debate, como son los hombres más visibles del movimiento los que están guiando la discusión en el espacio público, vemos muchas contradicciones.
Así, quizás haya un interés, pero los líderes del movimiento no saben realmente cómo impulsar una agenda feminista, justamente por las dificultades organizativas y por su propia ignorancia en estos temas. De esta forma acaban descalificando la trayectoria de una mujer como Ángela María Robledo, quien ha sido, hasta ahora, la que más impulsó dicha agenda en el movimiento.
Indiscutiblemente, el talón de Aquiles en la Colombia Humana es la falta de una instancia de dirección colectiva paritaria y de un comité de ética. Este tenía que haber resuelto las disputas alrededor de la candidatura de Morris. Construir un discurso progresista y, al mismo tiempo, tener a un político denunciado por acoso sexual es absurdo. Esa candidatura, en términos éticos, no debería haber representado a la Colombia Humana. Pero como Morris tiene aspiraciones políticas, claramente no se va a hacer a un lado. No va a decir: ustedes, mujeres, tienen razón. Le creo a las víctimas: me hago a un lado mientras adelantan las investigaciones pertinentes.
Parte de la estrategia política en curso para deslegitimar las críticas consiste en decir que las mujeres que se salen o criticamos a la Colombia Humana “son de estrato seis, de clase alta, académicas y liberales”. Del otro lado estarían las mujeres populares: las que no criticaron a Morris, por ejemplo, porque ellas han entendido la importancia de la lucha popular. Esa es la primera división. La segunda es decir que nosotras, las feministas, somos muy radicales. Ahí está lo que dijo Bolívar: “no se hagan coger miedo”. Esto es prácticamente lo mismo que la derecha y el autodenominado centro le critican a la Colombia Humana, que su agenda es muy “radical”. Este mismo discurso lo están usando ahora contra las feministas.
En el fondo, estas acciones denotan una falta de autocrítica y de comprensión sobre lo que son los feminismos. En esta campaña presidencial es indispensable que la Colombia Humana vuelva sobre la experiencia del 2018 para darse cuenta de que la derrota no se puede explicar solamente por la eficacia de la estrategia de la derecha, el “fantasma del castrochavismo”, estrategia que no dejaremos de combatir, sino que hace falta entender los propios errores, errores que algunas mujeres hemos venido anunciando. Hay unas críticas que no son propaganda de la derecha y deben ser tomadas en serio. Si siguen creyendo que toda crítica solo viene de la derecha, que los que critican son unos enemigos, que la Colombia Humana es un movimiento perfecto y que Petro también lo es, estaremos más cerca de la derrota que de la victoria.
Pese a todo, la incógnita más importante está en saber cómo las mismas mujeres de la Colombia Humana irán ganando espacios en el movimiento e irán impulsando una agenda feminista. Ojalá ésta se construya a lo largo de este año. No pierdo las esperanzas.