Redadas por TV, discursos de odio institucional y ‘bullying’ a otros países: la nueva política migratoria de Trump

Migrar hacia Estados Unidos ya estaba siendo un desafío. Los primeros once días de gobierno de Trump han mostrado que, durante los próximos cuatro años, las condiciones serán aún más adversas.

por

Ximena Canal Laiton


30.01.2025

arte por Nefazta

Las declaraciones racistas hispanofóbicas de la última campaña de Trump (“son narcotraficantes, criminales, asesinos y violadores”, “se están comiendo a los perros”, “están envenenando la sangre de nuestro país”) se están transformando, más rápido que nunca, en medidas racistas hispanofóbicas. En sus primeros once días de gobierno, ha emitido diez órdenes ejecutivas relacionadas con migración.

El discurso antiinmigrante del gobierno Boric

La llegada de Gabriel Boric a la presidencia de Chile auguraba el retorno de la concepción de la migración como derecho humano y la posibilidad de elegir ese país como destino. La militarización de su frontera con Perú y Bolivia y la creación de una ley que restringe y persigue la migración y el refugio muestran lo contrario. ¿Qué pasó?

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Aunque a Trump le guste proyectarse como el pionero de las medidas antimigración, lo cierto es que éstas no son un asunto nuevo en Estados Unidos. El cruce informal de la frontera con México fue penalizado en 1924, hace más de un siglo, cuando la población mexicana ya había creado buena parte de la riqueza estadounidense con su trabajo; y la construcción del muro fronterizo empezó en 1994, durante la administración Clinton. De hecho, aunque Trump se hizo mundialmente famoso por su alharaca con el muro, durante su primer gobierno sólo aportó 76 kilómetros de vallas primarias nuevas, para una barrera de más de 3.100 km.

Tampoco son nuevos los vuelos de deportación hacia América Latina ni los tratos indignos de parte de las autoridades migratorias de EE.UU. en estos. Nuestro país lleva años recibiendo este tipo de vuelos. Sin embargo, el tema ha cobrado relevancia recientemente dado que, mientras crece el número de personas colombianas que llegan irregularmente al país norteamericano, también lo hace el de aquellas que son deportadas. 

El acuerdo de deportaciones entre los dos países fue actualizado hace poco más de un año y aumentó el número de vuelos con deportados a alrededor de cuatro por mes. En el año fiscal 2024, la colombiana fue la quinta nacionalidad con más deportados desde EE.UU. con 14.270 personas, es decir, un promedio de 39 por día. En varias ocasiones, los colombianos deportados han sido maltratados, retenidos en centros de detención inapropiados y esposados. (Estas situaciones incluso ya se habían presentado durante el gobierno de Petro). 

Entonces, ¿qué es lo nuevo?

1. Redadas televisadas en “lugares sensibles”

Bush y Obama hicieron numerosas redadas buscando a personas indocumentadas en lugares que éstas consideraban seguros. En respuesta, en 2011 el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE.UU. (ICE) emitió una directriz que prohibía hacer batidas y arrestos a migrantes en “lugares sensibles”: escuelas, universidades, hospitales, instituciones de culto, funerales y manifestaciones públicas.

A dos días de posesionado, Trump revocó esta directriz. Y a dos días de la revocatoria, empezaron las redadas con un elemento nuevo: la espectacularización. Redadas televisadas por Fox News, NBC o Merit TV para mostrar su mano dura. El sensacionalismo con el sufrimiento ajeno.

Las redadas han empezado en algunos de estos “lugares sensibles” con la firme oposición de escuelas e iglesias. Varias de éstas se han realizado en ciudades predominantemente demócratas, que se habían convertido en una especie de “santuarios” para población migrante. Incluso, algunas de estas ciudades recibieron a personas extranjeras trasladadas desde Texas por el gobernador Greg Abbott, con el mensaje de “si les gustan tanto los migrantes, quédenselos”. Aunque los estados de EE.UU. tienen autonomía federal en diversos aspectos, la política migratoria está en manos del gobierno federal, y las redadas se han llevado a cabo sin el conocimiento y mucho menos la autorización de las alcaldías y las autoridades locales. Esto ha pasado, por ejemplo, en Chicago y Newark.

2. Discursos de odio institucionales y abiertos

Trump y sus funcionarios no tienen pelos en la lengua para expresar su racismo y su xenofobia. No importan los escándalos. No hay retractaciones ni disculpas. Desde ahora, y al parecer por los próximos cuatro años, el odio dicta la política migratoria sin visos de diplomacia. Con todo lo que ello implica.

Kristi Noem, jefa de Seguridad Nacional, dijo “seguiremos eliminando a esta basura de nuestras calles” mientras presenciaba una redada. Marco Rubio, Secretario de Estado, repitió que los migrantes estaban destruyendo su país. Stephen Miller, asesor principal, defiende la separación de menores de edad de sus familias en procesos de detención y deportación, y envió correos hablando del enfoque eugenésico y nacionalista-blanco que aplica a la política migratoria. J.D. Vance, vicepresidente, manifestó que la población haitiana genera caos. Tom Homan, “zar de la frontera”, asocia frecuentemente a los migrantes irregulares con el crimen.

¿Y qué implica? Que los discursos de odio generan acciones de odio. El año pasado entrevisté a un hombre venezolano asentado en Estados Unidos. Me contó una historia que para él (y para mí) muestra el poder de los discursos xenófobos: un hombre blanco estadounidense atropelló intencionalmente a un grupo de latinos después de que -de nuevo- el gobernador de Texas se despachara en unas declaraciones antiinmigrantes. Además, la organización El Barómetro publica frecuentemente estudios sobre cómo los discurso xenofóbos aumentan las violencias en contra de migrantes en varios países de la región.

3. Una política racista contra la migración “legal” e “ilegal” 

Los gobiernos estadounidenses anteriores también tenían una política migratoria basada en control, restricción y expulsión. No obstante, guardaban las formas afirmando que el problema no eran los migrantes, sino la “migración ilegal”, y disponían de algunos programas insuficientes y restringidos para abrir una pequeñísima ventana a la migración regular. 

Con Trump II esas ventanas se cerraron de forma inmediata. Cerró el Programa de Admisión de Refugiados de los Estados Unidos (USRAP). Incluso cancelaron los ingresos de las personas que ya habían demostrado que su vida corría peligro en su país de origen y tenían su solicitud aprobada. Cerró la aplicación CBP One, que permitía pedir una cita desde México para ingresar a EE.UU. por un puerto de entrada oficial. Incluso anularon las citas que habían sido asignadas hace meses. Cerró el programa Parole Humanitario, que habilitaba ingresos regulares de personas de cuatro nacionalidades que contaran con un patrocinador y una oferta de empleo. Cerró el Estatus de Protección Temporal (TPS), que autorizaba a personas de doce nacionalidades con estatus migratorio irregular permanecer en territorio estadounidense sin riesgo de expulsión. Todo cerró.

Aunque el discurso más sonado es en contra de “migrantes ilegales”, el cierre de las pocas opciones de migración regular transmite un mensaje claro: el problema no son los migrantes irregulares, el problema son los migrantes latinos. A pesar de esto, seguramente Trump tendrá que dejar un número de hispanos “adecuado” para asegurar que sigan construyendo y manteniendo en pie su país. (Lea aquí: “Cerrar la frontera en Texas, pero abrirla en los aeropuertos de los hubs tecnológicos”). 

4. Chantaje económico (a Colombia) para que acepte su política migratoria 

Le pasó a México en 2019. Las amenazas de Trump a Andrés Manuel López Obrador sentaron la base de una de las políticas migratorias más reaccionarias de América Latina. En 2025 le llegó el turno a Colombia. 

El 26 de enero Trump amenazó a Colombia ¡a través de X! con aumentar los aranceles a las importaciones de nuestro país (y otras sanciones) para aleccionarnos ante el mundo: quien no siga las reglas de su política migratoria sufrirá el peso de su fuerza comercial. Tras una disputa tuitera pública -como si gobernaran países de videojuego- y una negociación diplomática privada, la Casa Blanca publicó un comunicado en el que dicen que “mantienen en reserva” y no aplicarán las sanciones amenazantes porque Colombia se comprometió a aceptar “sin restricciones” los vuelos de deportación, “incluso en aviones militares, sin limitaciones ni demoras”. 

“A menos que Colombia incumpla este acuerdo”, dicen. El chantaje económico a Colombia, también espectacularizante, es una muestra de la política exterior de Trump, de que es capaz de llegar lejos para cumplir su sueño de un Estados Unidos construido por migrantes pero sin migrantes. Tres días después enviaron un cuarto vuelo con colombianos deportados esposados de pies, manos y cintura.

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